Pues para ser la primera vez que entro(y eso que fueron mi madre y su amiga Glori las que me empujaron al abismo del consumismo puro), va y pico. Cierto que no fue un bolso, si no estoy desahuciada(el más baratín eran 1200 pavos), pero sí unas gafitas de sol, naranjas fosfo graduables, de lo más chulas y baratas, ¿baratas? en comparación con todo lo que se podía ver en la tienda, sí. Esa es la trampa, como TODO es tan caro aquí dentro, algo de menos de 200 euros es una ganga, y como me encantaron, me vi animada por mi madre, su amiga y los 3 dependientes, y nada, que salí con gafas puestas. En fin, valió la pena, porque la verdad es que un regalo al año no hace daño, y son súper chulas, claro. Mirad si era igbnorante de la marca que me enteré ese día de que era española ¡ay, mare! Cuando cruzas la puerta empiezas a oler a fragancia Loewe de mujer y hombre mezcladas. Un dependiente con pelo rubio engominado y un atuendo impecable te empieza a seguir por la tienda con una sonrisita para ver qué buscas exactamente y poder sacarte cien modelos. Mi madre y su amiga preguntaron por los bolsos, vieron los de temporada de verano, los ojearon, se los probaron, mientras yo paseaba curiosa por una tienda a la que no había entrado en mi vida. Los precios están en el escaparate, algo de agradecer, porque hay tiendas de este estilo en las que solo ves modelos de accesorios y ropa que dan miedo saber lo que valen, aquí no. Y ya por lo menos entras con conocimiento de causa, vamos que los bolsitos o te lo regalan, o te lo regalas una vez en tu vida, no más. Un sueldo de hoy en día de un mes no lo paga, pero bueno, se ahorra, y si es la ilusión de tu vida tener un Loewe, pues oye ¡te lo compras! Te durará de por vida, doy fe porque mi madre tiene un bolso que le regalaron por su 50 cumple y con 64 que tiene está impoluto. La tienda es bastante grande, lujosa y cuidada. Todo está muy limpio y parece nuevo, y el día que fuimos estaba completamente vacía. Una de las dependientas, era asiática y no entendía muy bien castellano, pero hizo todo el esfuerzo por entenderme cuando le pregunté si eran graduables(pobreta, me puso una cara al escuchar semejante palabra). El caso es que la compañera, que parecíà la jefa, ya estaba por detrás llamando a otra tienda para preguntarlo. Me averiguaron que sí, que eran graduables, y finalmente el chico engominado me cobró sin despeinarse, pasando mi humilde tarjetita de débito por su datáfono acostumbrado a Visas oro. La atención fue buena(tres dependientes para tres mujeres y un carro), y me sentí un poco rara cuando entré, como que no iba bien vestida o algo así, ya ves tú qué chorrada. Cierto es que mi madre quiso regalarme las gafas, pero no vale que un capricho a los 34 años me lo tenga que seguir pagando, que la pobre ya me ha costeado bastantes cosas y ya tengo pelitos. Así que ya puedo decir que he comprado algo en Loewe, no sé si podré decirlo hasta dentro de unos años…