La Xirgu

El sábado pasado fuimos a cenar 14 personas a la Xirgu. Yo misma, porque había ido varias veces y había quedado contenta con la comida y el servicio, llamé a las 21:30 para preguntar si podríamos acercarnos a cenar. Me dijeron que me apuntaban en lista y que me avisarían cuando estuviese libre la mesa. Llegamos sobre las 22:00 y nos dijeron que tendríamos que esperar sobre una hora, nos fuimos a tomar algo por la zona mientras esperábamos hasta que a las 23:00, por fin, nos dieron mesa. Si pensábamos que tardarían en servirnos (cuanto menos la bebida) una media hora/​45 minutos puesto que el local estaba llenísimo… Nada más lejos de la realidad. Era pasada la 01:30 cuando se dignaron a sacarnos los entrantes.
Pero ahí no acaba la serie de sorpresas que teníà la Xirgu para ofrecernos… Se les acabó una tapa, nos informaron de ello y dijimos que no pasaba nada. A la media hora nos sacaron un plato de sus patatas para 14 personas como concesión para que lo probásemos. De concesión, nada, porque tuvieron el detalle de, pese haberlo cancelado, cobrárnoslo.
Para continuar, se les acabó el roast beef y decidieron (¡¡sin avisar!!) ponernos lomo a todos (incluso a alguien que había pedido pollo). Esto, además de insensato, me parece una falta de respeto; hay quien por gustos, alergias o preferencias religiosas no consume cerdo. Pues nosotros nos lo tuvimos que comer.
Pero lo peor de todo fue la reacción desmesurada al pedir la hoja de reclamaciones. Entendemos que el equipo tenga el derecho a defenderse, pero los clientes tenemos el derecho a quejarnos y, si no utilizamos malas palabras, no creo que suponga una falta de respeto. No solo se resistieron bastante sacárnosla, sino que nos dijeron que «si veíamos que iban a tardar tanto tiempo en servir, mejor hubiésemos cogido y nos hubiésemos ido a otro bar». Resulta obvio que la atención y el mimo al cliente no es uno de los fuertes del negocio.

Flojo flojo…
Lugar de referencia antiguamente en El Carmen.
Dos estrellas porque los pobres camareros no tienen la culpa, el servicio genial, no pudieron hacer más ante tal aluvión de clientes y tan evidente falta de personal.
La comida? Bien sin más, pero el precio es de lugar «más que bien».
Repetir? Complicado la verdad, mientras la tónica habitual siga siendo hacernos esperar más de la cuenta, no creo que aparezcamos, habiendo tantas alternativas cercanas a un precio similar.

Uno de mis sitios preferidos de Valencia. Siempre que voy ceno muy bien. Os recomiendo la tarta de queso o la de chocolate, yo a veces no sé cual elegir.

He anat un parell de vegades a sopar, i sempre he disfrutat al màxim dels entrepans. Parle dels entrepans vegans, dels altres no puc opinar, així com tampoc dels entrants o postres.
És cert que els preus no són els millors, però tampoc es pot dir que siga un luxe menjar allà. Per anar de tant en quant i disfrutar d’un bon entrepà, prou recomanable.

La bocateria con mas salero del Carmen.
Exposiciones, venta de artesanía, papeo y gente amable. Que mas se puede pedir? Pues poder elegir el pan. Si, este sitio me gusta.
Ah! Los postres son muy caseros, bueno, y el pan. Ah, los camareros sonríen, ves a sitios donde la gente que curra sea feliz, eso quiere decir que se siente valorados y cobran bien, y eso quiere decir que te atenderán con cariño.

Entramos con muchas ganas y salimos con una triste decepción. Sus bocadillos eran famosos en toda Valencia, así que no podía ser que aún no hubiéramos ido. La semana pasada, una de nuestras referentes hosteleras nos confirmó que, efectivamente, lo de La Xirgu había que catarlo antes de morir, e incluso nos dio recomendaciones explícitas de qué tapas únicas pedir.
Llamamos para reservar mesa para el jueves noche, por lo que pudiera pasar, y porque nos imaginábamos un sitio a rebosar de amantes bocadilleros. Ya de entrada se partieron el culo de que reservásemos. Cuando llegamos por la noche lo entendimos: de las varias decenas de mesas que componen el salón, sólo había dos ocupadas. Finalmente, nuestra recomendadora se unió al plan con tres personas más, de manera que fuimos seis, pero no hubo inconveniente; si hubiéramos sido 60, tampoco lo habría habido.
Una de las cosas que nos llamó la atención desde el principio fue la simpatía de la camarera. La ausencia de ella, en concreto. Su cara no sólo era un cuadro, sino que muchas veces ni respondía a las cuatro frases que intercambiamos. Repito que el estrés o la necesidad de despachar cuanto antes era inexistente en una noche con tres mesas a las que atender. Tampoco fuimos unos clientes especialmente puntillosos, sólo preguntamos algunas cosas de la carta sobre las que teníamos dudas y yo le consulté si era posible sustituir un ingrediente de mi bocadillo.
Para picar, pedimos la famosa tabla de tomates secados al sol (media ración 6 €, ración entera 12 €). Elegimos la completa ya que éramos bastantes. La tapa incluía dos cuenquitos de barro con dos salsas untables (tapenade de olivas negras y queso untable), una ración de pan tostado y 12 tomates. Dos para cada uno. A euro el tomatillo. Os dejo foto para que le echéis un ojo.
Los bocadillos fueron llegando. Bueno, en realidad llegaron los platos de las cuatro personas que habían pedido pan de pita. Los bocadillos como tal llegaron un rato más tarde, así que les dejamos empezar sin esperarnos. Y empezaron. Empezaron a sufrir derrumbamientos incontrolables. La presentación era muy bonita y parecía abundante, pero en cuanto tiraron a morder, la pita se les rajó y perdieron medio kilo de ingredientes por el camino. A excepción de los que la carta indicaba pero nunca estuvieron dentro.
Al fin llegaron los dos bocatas. El mío estaba riquísimo, de hecho, creo que a pesar de todo fui la única que comió a gusto. Escogí un bocata de los que tienen para vegetarianos y sustituí el tofu (¿a quién diantres le gusta el tofu?) por pollo, y no me pusieron ninguna pega. Por esa parte muy bien. Sin embargo, el otro de los bocatas, precisamente el que pidió la «mujer recomendadora», fue de risa. Le cobraron 1 € extra (y ya de por sí todos tienen precios alrededor de los 7 €) por la elección de roastbeef como carne y resultó ser un filetaco chicloso que nada tenía que ver con el auténtico bocado tierno que habría de ser.
Para rematar, no podíamos irnos sin probar esa tarta de chocolate de la que hablaba todo el mundo. Nos sirvieron dos porciones para compartir que fueron suficientes para los seis. La verdad es que no yo soy muy de pedir postre, pero éste fue un final dulce perfecto para contrarrestar las cero sonrisas que nos dedicó nadie en toda la noche.
Dudo que vuelva.

La verdad es que la expectativas conn las que fui a este lugar eran altas y la verdad es que la experiencia no fue todo lo maravillosa que esperaba.
Acudimos a probar esos bocatas legendarios que nos habían comentado. Mi elección: pita de pollo con curry. Cuando llegó la susodicha a la mesa la verdad es que me quedé más que sorprendida ya que la pintaza era buena, la cosa cambió cuando pegué el primer bocado. La verdad es que una sábana me habría venido de perlas pues todo se desmoronó y tuve que terminármela con cuchillo y tenedor. De sabor meh, el curry se intuía pero para nada sabía a ello. Decepción número 1.
La segunda decepción vino en forma de tabla de aperitivo: tapenade, tomates secos, queso crema y pan tostado ¡doce eurazos! Se ve que los tomates los secan a base de bufits y eso, claro, se paga.
Por otro lado, la camarera fue lo más rancio y poco agradable de la historia de las camareras, de esas personas que parece que las estás molestando cuando pides algo, creo que es conocida como la mujer sin sonrisa.
En resumen: creo que no volveré.
Por lo que nos comentó una de nuestras acompañantes, antigua asidua, la calidad ha caido en picado y para nada es lo que solía ser. Una pena.

Es entrar aquí y venírseme a la cabeza la escena de Homer Simpson diciendo: «¡Quiero mi bocadillo, quiero mi bocadillo!».
¡Menudos bocatas que hacen en este sitio! Puedes elegir entre cuatro panes distintos (blanco, integral, de cebolla y de centeno) que te sirven tostadito. Tienen una gran variedad de mezclas, las suficientes como para que te cueste elegir una (la mayoría de las opciones tienen una pinta increíble).
He probado el bocata de pollo con cebolla asada y salsa roquefort, que estaba de rechupete. También he probado el de paté de aceitunas (por llamarlo de alguna manera) con salmón y piñones… ¡Exquisito!
Aunque creo que lo mejor es lo que pedimos para picar. A falta de bravas, pedimos patatas asadas con ajoaceite (sale así en la carta pero además lleva pimentón y creo que lo otro era salsa chimichurri). ¡Qué buenas que estaban! Yo es que soy muy patatero, pero pregunté al resto y a todos les gustó mucho ese plato.
El precio, unos ⁶⁄₇ € el bocata. Fuimos 5 y pedimos bocata+bebida+patatas y hemos salido a 10 € p/​p, así que está más que bien.
El ambiente del local bastante tranquilo, niño había mucha gente, supongo que por ser domingo por la noche (habría que ver un viernes o sábado), había música (estuvo sonando Moby) a un volumen que te permitía hablar, incluso apareció un tipo tocando con la guitarra algunos temazos.
La atención del local impecable. Simpáticos y atentos.
Repetiré más veces seguro.

Realmente poco q agregar, las descripciones de los Unilocalers dan un panorama general, agrego que al acudir debes ser paciente (es parte del folclore del sitio) por norma siempre esta lleno, mola poder elegir el pan, y las raciones son buenas.

Bocadillón!
Bocadillos súper buenos y muy variados, puedes elegir además el tipo de pan.
Las tapas están también muy buenas.
Lo único malo es que tardaron bastante en servir, pero estaban a tope.
¡Me encantaron los cuadros expuestos en el local!
No es un sitio que me pille de paso, pero repetiría y lo recomiendo.

Para cenar barato y no lo típico, la Xirgú esta genial. Es bastante grande por lo que sueles encontrar siempre mesa.

Te pongo una estrella mientras me decido quien gana más, mi parte cabreada o mi parte triste. Y es que ayer te luciste majo, y en más de un sentido…
No es mentira y ni exagero cuando te digo que te visitaba desde hace más de 18 años… Era el sitio al que iba con mis padres a cenar cuando terminaban de trabajar. ‘El sitio de los bocatas’. Y madre mia que ricos estaban!!!
Ayer despues de más de 10 años sin aparecer, y al conocer que el Rus de Ruzafa es hermano tuyo, me cruzo la ciudad entera y te visito con compañia. ‘Vais a flipar’ les dije a todos.
Y si, flipar, flipamos todos.
Primero aconsejo que motiven al personal, porque asi es imposible dar un servicio. No me puedes perdonar la vida con cada pregunta que te hago. Si me voy a gastar dinero, lo mínimo informarme de los productos antes.
El que pongas como opción roastbeef y que me des una ternera más seca que la pechuga de pollo tiene tanta tela, que lamento no haberla devuelto a cocina. Me cobraste 7 euros y te prometo que me pides 3 euros y aun me lo pienso.
Bueno, al menos la tapa estaba buena… Pero no solo de bravas vive el hombre…
Absoluta decepción.

Hacía mucho tiempo que no venía a ésta bocatería de referencia en mi época universitaria, y la verdad me ha decepcionado un poco. Recordaba los bocadillos muy originales y sabrosos, pero claro con el tiempo han cambiado la carta y ya no encontré mi bocata de referencia de plátano, miel, queso y piñones. Una pena.
Así que los bocadillos que pedimos no nos sorprendieron a ninguno por su sabor, la ensalada de cus cus está bastante bien y la tarta de chocolate también, pero quizá las expectativas estaban muy altas.
Eso sí, a tope de gente.
El precio regular, los bocatas a 6 € son un poco caros.

Era mi bocatería favorita de Valencia antes de que cambiasen su carta. ¡Han desterrado al cerdo! ¿Me puedes decir qué es un chivito sin lomo? Brrrrr…
Aún así, me encanta llevar a mis amigos forasteros para llenar bien la panza antes de seguir la noche.
¡A ver quién es el guapo que es capaz de elegir bocadillo en menos de 3 minutos! A pesar de que la carta ya no es lo que era, aún puedes encontrar entrantes, ensaladas, y bocadillos para todos los gustos.
Para tus bocadillos puedes elegir el pan. Mi favorito: el de centeno. Pero el de cebolla y el blanco también estás rebuenos.
Los postres son caseros, pero mi estrella es la «txorreosa» de chocolate, bañada de chocolate y acompañada de nata líquida. De lo más esponjoso.

Buenos bocatas, malo el resto.
Hacen buenos bocatas. Con variedad de pan a elegir y mezclas sugerentes. Ricos, ricos. Los hay también vegetarianos. De las tapas probamos los afamados tomates secos y no están mal.
Desgraciadamente, con la calidad del producto ofrecido acaba lo bueno. El precio, caro. No es normal que los bocatas estén en torno a los 7 €. Que salga un bocata más bebida y una tapa para todos por 11 € no se debe tolerar.
El servicio, malo. De los que te sueltan las copas y los cubiertos en una esquina de la mesa para que los comensales se los vayan distribuyendo. Como si no estuvieras pagando un abultado sobreprecio por el bocata.
¿Ambiente alternativo? ¿Ves cómo te hacen los bocatas?. Sí; las dos cosas juntas. Ves cómo un cocinero «alternativo», con larga melena y barba, se encarga de la plancha sin ningún gorro que proteja a la comida de la caída de su abundante cabello. Igual que el resto del personal.
Y lo peor: el ruido. Insoportable, ahogaba la conversación. Uno de esos lugares donde ni te planteas tomar café. Sales huyendo en cuento has acabado de comerte el bocata en busca de un poco de paz.
No se entiende cómo lleva tantos años abierto y sigue llenándose. Ryanair también maltrata a la clientela, pero por lo menos son baratos!

Bocatería por excelencia en el centro de Valencia. Si te apetece salir por el Carmen es ideal para comer unos bocatas con los amigos antes de irse de fiesta.
Tienen variedad de ensaladas y bocadillos en los que se puede elegir el tipo de pan. Para los chocolateros, es recomendable dejar un hueco para probar algún postre, ya que tiene fama su tarta de chocolate.
Aunque siempre está llena de gente no suele tener problemas de espacio porque es bastante grande, aunque seguro que los fines de semana toca esperar un poco…
Lo único malo quizás es el ruido de toda la gente hablando, aún así, es un buen sitio para pasar un rato comiendo baratito.

La Xirgu es una bocatería que tienen que recomendarte, ya que está bastante escondido, y si no eres fan de callejear seguro que ni lo encuentras. Eso sí, cuando lo haces, bien vale la pena.
Los bocatas están buenísimos, y las tapas, tremendas. Eso sí, tomadlas con tranquilidad, pues el servicio es bastante lento.
Un punto negativo, que es un lugar ideal para ir con el grupo de amigos, peeeeero, no se puede reservar, por lo que al final acabamos decantándonos por otros bares similares donde no ponen pegas.
Os recomiendo los tomates secos. Sublimes.

La comida es de muy buena calidad, los bocadillos y ensaladas están muy bien, por algo estará siempre lleno. Quizás los fines de semana esto sea un gran problema, si quieres mesa tienes que esperar a veces 45 – 60 minutos para sentarte, ya es elección tuya hacerlo o ir a cenar a otro sitio…
El problema es cuando por fin te sientas, y tardan otros 40 minutos en tomarte nota y 40 más en servirte… Lo mejor es ir entre semana, o tener claro que vas con absolutamente nada de prisa por cenar, porque si no os volveréis locos esperando.
Otra cosa que tampoco veo bien del todo es el precio que tienen los bocadillos. No se si han subido ultimamente de precio, o es que otras veces ni me fijaba, pero encontrarme pagando más de 7 u 8 € por un bocadillo… Que el bocadillo está super bien, pero conozco otros locales que tienen la misma carta y cuestan 3 € menos.
En pocas palabras, se come muy bien, los fines de semana se tarda muchísimo en cenar, y se han columpiado un poco con el precio de los bocadillos.

Muchas veces cuando no sabemos dónde ir nos decantamos por entrar allá dónde hay más personal. La gente llama a la gente, esta es una verdad como un templo. Así entré yo por primera vez en La Xirgu: estaba con un amigo dando vueltas por el Carmen y pasamos por casualidad por un callejón cuando vimos una bocatería llena de gente. «Por algo será», pensamos. Entramos y nos dijeron que teníamos que esperar como media hora para que nos dieran mesa. Aún así, en lugar de salir espantados, echamos un vistazo a las mesas para ver lo que había y decidimos esperarnos porque realmente todo tenía muy buena pinta.
Hay una gran variedad de bocadillos, que se salen de los sabores habituales, y con variedad en los tipos de pan, que siempre sale calentito de la cocina. Las ensaladas están especialmente jugosas aliñadas con diferentes salsas.
Los camareros son bien simpáticos y la antítesis del protocolo. Digo esto porque precisamente el que nos atendió llevaba unos truños que le cubría media espalda. El resto tienen piercings y visten a su bola, con pantalones cagaos y de ese estilo. No digo esto en tono despectivo, ni muchísimo menos, de hecho el servicio es muy bueno y a pesar de que el local es bastante grande y siempre está atestado de gente, son rápidos a la hora de servir.
Mi recomendación en este lugar es que no os paséis a la hora de pedir comida. Recordad que siempre hay que guardar un lugar en el estómago para la magnífica tarta de chocolate. ¡Dios! Es una explosión de sabores (y de calorías): un pastel de cuatro dedos de ancho relleno de chocolate y bañado con chocolate caliente. Mira que he ido veces a este lugar, pues nunca me he atrevido a pedirme uno para mí sola, de lo grande que es.
En resumen: los bocatas muy ricos. Pero no tiene sentido ir a La Xirgu si no se pide la tarta de chocolate de postre.
El horario es de 20.30 a 01.00

Me encanta la Xirgu. He ido mil veces pero iría otras mil más. La descubrí por un amigo que vivía cerca y la primera vez que fui era entre semana. Todo bien, ambiente tranquilo y con mesa en seguida. Después, ya me he aventurado a ir sábado o viernes y encontrar mesa es más complicado, aunque no imposible. Eso sí, una vez la tienes te atienden y te sirven enseguida.
Pero vamos a lo que nos interesa: la comida. Buena y barata. Tienen una gran variedad de bocadillos, fríos o calientes y para todos los gustos y colores. Si te quieres salir del bocadillo también hay hamburguesas o pan de pita con rellenos bastante interesantes. Los entrantes y ensaladas también están muy bien. De los primeros me quedo con el paté de aceitunas acompañado con los tomates secos y la crema de queso. Una combinación perfecta. Y de las ensaladas, con las endivias al roquefort, ideales para los queso-​adictos como yo.
Y no olvidar los postres. Su tarta de chocolate es mítica. Es una tarta de bizcocho de chocolate a la que le echan chocolate fundido por encima. Simple pero muy, MUY, buena. Pero, cuidadito en subestimar el resto de postres, todos son caseros y vienen en raciones generosas ideales para compartir.