La Galette de Ruzafa

Tengo que confesar que fui hace bastante tiempo, sin embargo estaba buscando algun sitio de cenar por ruzafa y he vuelto a verlo, asi q no me he podido resistir.
Fuimos 5 amigos, recomendado por uno de ellos, vale el sitio es agradable tipo Tasca Ruzafa, tampoco estaba lleno y se agradecia, total q pedimos una tabla de jamon y una ensalada para picar, veniamos de cerveceo y tpoco creiamos q habria necesidad de mas, una gallette por cabeza y de bebida 1 botella de agua y 1 de vino, supercomedidos, estuvimos muy lights tanto q ante la pregunta de q si qriamos postre salimos al grito de por dios si uno por cabeza, con el postre ya nos qdamos bien.
La comida en general bien pero vamos nada del otro mundo, pero si sumamos una cuenta de 30 pavos por cabeza, es por eso q me parece un local para no volver, con toda la oferta q hay en ruzafa, no me importa pagar 30 € o mas si como bien, pero no es el caso.
Post data mi colega ya no elige sitios.

¿Demasiadas expectativas quizá? El caso es que mi disfrute fue limitado tanto por circunstancias externas tales como el hacinamiento de mesas y conversaciones y una puerta a la calle que permanecía constantemente abierta como por circunstancias internas tales como una masa algo pastosa y unos ingredientes seleccionados que en su conjunto no lograban potenciarse entre sí ni diferenciarse lo necesario de entre las otras galettes que se sirvieron en la mesa.
Los crepes dulces estaban buenos, si he de ser justa.
El precio ciertamente elevado.
Me quedo sin pensarlo con su competidora la Creperia Bretona

Me pedí un crêpe que de ingredientes adicionales tenía un gusano (atención: estaba vivo) y un pelo bastante largo. Nos cambiaron el plato pero no nos pidieron ningún tipo de disculpa o nos ofrecieron algún descuento. ¡Hasta nunca!

Fui a este restaurante porque compré una oferta en una página de cupones descuento por internet. No lo conocía, y la verdad es que un descuento que dejaba en 19 euros una cena que valía 52 nos pareció una buena oferta, así que allí fuimos.
El local es muy bonito, decorado así con cuadros y todo muy acogedor. Al llegar, nos encontramos en la mesa una botella de sidra bretona, así como una sugerencia: si la quieres te la abren o si no te la retiran, porque evidentemente no es gratis. Nuestro menú incluía dos entrantes o ensaladas, dos galettes, dos copas de vino y dos postres. La carta era bastante amplia, sin embargo, nosotros podíamos elegir sólo de un surtido reducido de entrantes y galettes. Por lo menos este surtido era bastante representativo de lo que ofrecen en su carta total, así que tampoco nos fastidió tanto. Las copas de vino sí que pudimos elegirlas de toda su bastante amplia carta, y después, tomar un par más sin que eso implicara tener que pedir la botella entera.
Las galettes están bastante buenas, sin embargo, lo veo un sitio carete para lo que es. Quiero decir que hay otros restaurantes que por menos dinero cenas igual de bien, pero bueno, para probarlo un día pues está muy bien. Y si pilláis una oferta como la nuestra está mejor aún…

Galette y crêpe no son lo mismo: se elaboran con distintos tipos de trigo y la primera tiene toque salado en lugar de dulce. En esta época de escaso rigor lingüístico (los bares no distinguen ni entre tapa y montadito; durum, doner y shish se usan sólo para darle métrica a la frase; y cualquier pan redondo cuela como pizza) se agradece que aquí sean precisos.
Aquí las galettes, (la tortita en sí) las hacen buenísimas (con su color oscuro y mayor tamaño que sus famosas hermanas, y crujientes). No luce tanto el relleno (en la de cuatro quesos, tropezones de roquefort denotan una elaboración poco cuidada; algunas combinaciones se quedan algo sosas) y eso hace que la relación satisfacción-​precio se desequilibre un poco.
Eso sí, la decoración con vocación de Bretaña francesa es un encanto, y sólo la predominancia de vinos españoles frustra la sensación de transporte a territorio gabacho.

Probablemente sea una percepción errónea de mi parte decir que en Valencia existen pocos sitios de comida francesa y que lo que abundan son los locales de comida italiana. Dado que una percepción erróna puede devenir en una mala interpretación de la realidad (espero no estar cayendo en esto), sí les puedo asegurar que en este sitio preparan unas excelentes crepes hechas a la manera tradicional, a base de jamón y queso, además de que el sitio es encantador porque nos remite a aquella bretaña francesa que fué ocupada, hace muchos siglos, por los normandos. Tienen una muy buena carta de vinos y lo que también me gustó son sus quesos, que los hay de todos los tipos como el tradicional camembert.
A partir de los jueves se pueden ordenar ostras frescas que, por ahora, lo confieso, están fuera de mi presupuesto. Es recomendable llamar por teléfono para reservarlas porque se terminan rápidamente.