El Horno de los Borrachos

Pues sí, confieso que yo también era clienta habitual en mis años de golferío ! Concretamente hace más de 20 años y lo recuerdo como si fuera ahora. Era el colofón a las noches de fiesta loca. Nos poníamos las botas con los completos con foie gras, pero que rico estaba oye, después de la monumental cola, ese pan recién hecho y llenito de fiambre nos sabia a gloria. Bocatas que te aplacaban la cogorza y engullíamos como si no existiera el mañana! Qué tiempos aquellos!

Todos en fallas hacemos una parada en este estupendo horno todo calentito y Apunto para zampartelo con el puntito del cubatA de fallas jejej

Es tradición en Valencia desde hace muchos, muchísimos años acudir a hornos y lugares abiertos a altas horas de la mañana para llenar el buche después de una noche de desenfreno y muchas bebidas (y no precisamente infusiones). Pues bien, «el horno de los borrachos», que como habéis deducido es el lugar por antonomasia de reunión de cadáveres hambrientos, cumple las expectativas y lo hace con merecido aplauso.
La primera razón es que aguantar a un ejército de zombies cada fin de semana debería estar pagado con un extra por motivos obvios. La paciencia que hay que tener… Y en segundo lugar es que tienen el completo más completo de la ciudad, se trata de un bocata con todos los fiambres que te puedas imaginar dentro y en cantidades masivas. ¡Vamos que ni se cierra el pan! (ver foto). Cuando llegas a esas horas con el estómago como lo llevas te comerías un buey ¿verdad? Pues el completo es lo mismo pero entre el pan. Sienta de lujo y sabe mejor que cualquier arroz con foie y setas o bandeja de gambas de Navidad, os lo aseguro. Imagino que el momenro ayuda, es decir, cualquier cosa es bienvenida cuando los grados de tu aliento harían explotar cualquier alcoholímetro, PERO eso no quita el mérito que tiene este horno de toda la vida que te espera on los brazos abiertos y un montón de cosas ricas y recién hechas con las que animar tu malparado cuerpo.
Además del completo recomiendo las pizzas y empanadillas, que las hay muy variadas y todas buenas. Lo mejor es que a esas horas te pueden decir: «les quedan 5 minutos» y casi las sacas tú del horno, vaya, de la bandeja a la boca nunca mejor dicho. En cuanto al dulce unc lo he probado porque soy d salado, pero destacaría los donuts de chocolate que tienen una pintaza que engordan de mirarlos prácticamente.
Sin duda este lugar es una institución de la noche valenciana y me atrevería a decir que muchas generaciones de valencianos han pasado por su mostrador pasadas las 4 de la mañana. ¿Tú también? Bueno, el nombre del horno es un homenaje a todos sus clientes.

Poca gente habrá que haya salido de fiesta y no haya terminado aquí… Es el lugar de referencia del «resopón» (o recena) a altas horas de la madrugada, el lugar al que acuden los hambrientos, los famélicos, el lugar de la gula por excelencia, ese sitio que siempre que tienes hambre está abierto. Pero es que todo tiene una pinta estupenda y a determinadas horas da igual lo que te pongan.
Los frankfurts con cebolla son un clásico de todas las épocas, siempre han estado ahí, yo imagino que en 1951 cuando se fundó no sería un «must it» del horno pero en los 90 ya triunfaban. Yo recuerdo haber pasado por aquí infinidad de veces cuando era una pipiola y salía de fiesta, también en fallas cuando el hambre aprieta después de patearte todo el centro mirando monumentos, recientemente he vuelto y parece que aquí el tiempo se detiene y vuelves a sentir que tienes 20 años y que has salido de festipower (da igual si te has tomado una birra o 20 o un cóctel en una terraza que te ha durado toda la noche).
Lo bueno es que van renovando las vitrinas según se van terminando y sabes que todo está recién hecho.

Imagino que no importaría mucho que fueran Fallas, porque este sitio, en esa franja de horas que permite encontrarte lo mejorcito y peorcito de las calles de Valencia, está siempre a tope.
Pizzas, bollería dulce, bocadillos, napolitanas, sándwiches y todo lo que te pueda apetecer después de unas cuantas copas y mucho bailoteo.
Los precios están bastante bien y aunque posiblemente la gula obsesiva que se nos apodera a esas horas de la madrugada nos haría pagar fortunas por algo que nos la saciara, este no es el caso. Una porción bastante grande de pizza, y rica (aunque no sublime) 2,50 €…
Imagino que el resto de productos están por un estilo, así que por un par de euretes te vas a casa con el estómago lleno y pensando que esa inversión te servirá para tener una resaca menos potente al día siguiente.

Es curioso que sólo se conozca éste horno por lo bien que nos ha alimentado durante tantos años por las madrugadas. Aunque ahora ya no forme parte de mi ruta, ha tenido un gran valor por satisfacer una de las necesidades más básicas del ser humano. Porque a las tres, cuatro o cinco de la mañana no había nada más abierto en el centro de la ciudad (ni en las afueras, claro)
Curioso también es cómo se quedan ubicados los recuerdos en la mente, pues habré pasado un montón de veces por delante del horno a las siete de la tarde y no se me ha ocurrido comprar allí esa empanadilla tan rica que me nutría por las noches. Vamos, ni siquiera entrar o identificarlo como el mismo lugar. Pero desde luego que las empanadillas son las mismas y seguro que saben igual de bien.

Puede parece una coña pero no lo es. La clientela habitual de este horno son: los borrachos de la ciudad. Situado en el Barrio de Ruzafa, donde me crié, no sé si se llama realmente «Nit i Dia», pero como todo el mundo lo conocía como «El Horno de los Borrachos», ahora, que lo han reformado, en el cartel del local pone directamente ‘Horno de los Borrachos’.
Famoso horno en toda la ciudad por su peculiaridad, no conozco a nadie de la noche valenciana que no lo conozca. Es imprescindible pedir un completo; esto es, un sabroso bocata con mortadela, salchichón, jamón de york y serrano, chorizo, pisto y aceitunas. No se qué tendrá, pero cuando vas pasado de alcohol, el completo te devuelve a la vida.
Ideal para antes de llegar a casa, sobre todo si llegas sin pareja, después de una noche de juerga y alcohol. A saber lo que ha tenido que ver la gente que trabaja allí!!!

Podría ser único en la ciudad. No es una panadería al uso, entre otras cosas porque no venden pan. Es el horno de los borrachos que es el nombre del lugar y como vulgarmente siempre se ha conocido entre la gente. Debería ser único por su horario nocturno, porque aprovecha el filón del hambre voraz que entra cuando el cuerpo ya no aguanta más y necesita algo para llevarse al estómago antes de meterse en la cama.
La opción no es más que esta. Y así se nota cada fin de semana cuando, un montón de coches aparcan en doble fila en el horno de la calle Sueca (hay otro en Blasco Ibáñez) llegados de diferentes zonas de marcha. Puedes llegar a las 4 y te lo encuentras abierto. A las 6 y también. Cierra al alba, cuando ya todos han comido y se van a dormir.
Una pena que la ancianita que lo llevaba hace unos años falleciera. Ella se adaptaba felizmente a los vocablos y a la jerga juvenil y muy apañada te preguntaba siempre si querías una empanadilla de ‘toma, champi o espi’. Era su gracia particular.
Si tienes hambre y quieres saciarte pídete un completo. Un bocadillo donde cabe todo el fiambre del mundo. Chorizo, salchichón, mortadela, choped y creo recordar que algo de queso. Sólo para estómagos fuertes, aunque sabemos que a esas horas cualquier cosa entra de maravilla.