Col.legi Major Rector Peset

Nos vamos haciendo mayores, lo noto porque en muchas reuniones de amigos rememoramos viejos tiempos que cada vez están más alejados. Uno de los momentos mágicos y que más saltan a nuestras conversaciones fueron los años en los que unos amigos de Gandía estuvieron estudiando en Valencia. Uno de ellos se alojó durante dos años en el colegio mayor Rector Peset. Recuerdo perfectamente la primera vez que quedamos. Me llamó y me indicó por donde se llegaba al colegio, yo en aquel momento mi relación con la ciudad se limitaba a conocer 4 zonas, sobre todo las más bulliciosas por la noche. Me entró un poco de miedo, era de noche y las callejuelas que circulan por la parte de detrás de la Lonja no tienen una iluminación demasiado potente y esa atmosfera como de la peli Alatriste asusta por no decir lo que estoy pensando.
Tras dar varias vueltas llegué, mi amigo me esperaba en la puerta. Tras el saludo de rigor, entramos, había una fiesta. Nos lo pasamos en grande, me contó que al menos una vez a mes hacía una y que la dirección del colegio no ponía ninguna pega. Me habló muy bien de las encargadas de la cocina y sobre todo de Toñi que les trataba como si fueran sus hijos. Estuve incluso en las habitaciones. No muy amplias pero con suficiente espacio como para poder estar cómodo. Además organizaban conferencias sobre temas muy interesantes. Durante mis años de aniversario visité el colegio mayora además de por sus fiestas por alguna de sus conferencias. Siempre será una de mis asignaturas pendientes, el no haber aprovechado mis años de universidad para salir del nido familiar y haber vivido esa experiencia de estar sólo en otra ciudad.

Este colegio lo conozco de buena tinta. No porque haya residido en él alguna vez, sino porque otros conocidos míos lo han hecho, y he tenido la oportunidad de visitar en numerosas ocasiones sus intalaciones.
Ya no es que haya entrado «hasta la cocina», sino hasta la misma terraza; a la que por cierto debo darle un 10, porque no solo tiene hamacas, sino también un chorrito de agua dsiponible para los días más calurosos tostándose al sol… Un lujazo.
El edificio es bellísimo por su antiguedad, pero el interior es mejor todavía. La cafetería es un sitio increíble en donde comes como los ángeles (muy buena la comida, de verdad). Las salas de estar son accesibles y variadas, una joya para todo tipo de reuniones formales e informales. La biblioteca es de lo más tranquila y curtida para poder estudiar en un ambiente totalmente pacífico. La sala de ordenadores está muy bien equipada, con acceso a Internet gratuíto y libre… En fin, ¿qué más se puede decir?
Lamento muy mucho no ser extranjero, o como mucho de Soria, por no poder ser candidato a quedar hospedado en este colegio, porque de verdad que lo vale…

Además de ser uno de los espacios de la Universidad para acoger la estancia de algunos de sus estudiantes, profesores o investigadores, es un lugar en el que se realizan otras actividades, como charlas, ponencias y presentaciones de libros que comparten su espacio y su tiempo con diferentes exposiciones.
La programación es paralela a la de la Universidad, pero el acceso es libre para toda la ciudadanía. El colegio aprovecha la Sala de la Muralla, el Salón de Actos o la Sala de Seminarios para dar salida a diferentes actividades culturales y formativas. Además estos espacios también están disponibles para ser contratados, según necesidades de los posibles usuarios.
El edificio es muy interesante. Se trata de una antigua casa señorial que ha conservado algunos retazos de otras vidas, como una parte de la muralla del SXI, la Torre de Miramar del SXVIII o el fresco que decora la escalera principal, del XIX.
Lo que no me acaba de gustar, pero tampoco tiene remedio, es que te acerques a visitar una exposición y se esté realizando un acto justamente en esa sala. No es que no puedas entrar entonces, porque técnicamente puedes, pero no es tan divertido recorrer la sala con todas esas miradas clavadas en tu nuca, lanzadas desde la silla en la que están sentadas. No sé si es exactamente así porque nunca ha hecho la prueba. Si llego y está ocupado, qué remedio, vuelvo otro día.