Casa el Famós

Hands down the best paella I have ever had. Traditionally made over wood fire. Ate in the middle of an onion field! Talk about farm to table…
Their traditional paella (chicken, rabbit, veggies) was unbeatable. Con socarrat (burned parts) is definitely the way to go.
Honestly, it felt like dining at a relative’s house. The service was incredible, the prices were very very reasonable, and the food is among be best I’ve ever had. My girlfriend and I both agree, best food we had in Spain and among the best food we’ve had in our lives.

Sitio pintoresco próximo a la Universidad Politécnica de Valencia, con decoración rústica muy valenciana. Nada más entrar ya huele a leña.
Es un local estrecho y muy ruidoso pero relativamente cómodo. Los entrantes muy variados (tellinas excelentes)
Las paellas, arroces a banda y caldosos son estupendos. De postre recomiendo la naranja troceada con Cointreau.
El servicio normalillo (los camareros van bastante estresados y es un poco molesto).
He celebrado comidas familiares y de empresa, siempre ha sido de nuestro agrado. Recomendable. 100%
Positivo: El all-​i-​oli inmejorable y las paellas a leña
Negativo: aunque hace tiempo que no voy los domingos antes había turnos de reserva a las 13 o a las 15.

Puede que vaya contra corriente pero mi experiencia en El Famós no fue satisfactoria.
Era de una de esas quedadas de la Facultad en la que aprovechamos para ir a algún restaurante con fama en lo que a arroces se refiere, y claro, con ese nombre, no podíamos fallar, o eso pensábamos.
El sitio está ubicado en una casa de huerta, muy típico, con unos alrededores por los que dar un agradable paseo. Nos colocaron en la planta de arriba, seríamos unos 25 y la predisposición a comer era la mejor.
En cuanto al tapeo, no estuvo mal, platos algo escasos y nada a destacar la verdad. Luego llegaron los arroces y con ellos la decepción, no mía, si no del total de la mesa. Los únicos contentos fueron los que pidieron arroz caldoso, pero los de paella… Yo pedí arroz negro, y la verdad parecía hecho con agua sola, un ligero sabor a pescado y poco más, menos mal que había ajo aceite para engañarlo. Los postres sí que estuvieron muy bien.
Seguramente si en vez de a 30 euros por cabeza hubiéramos salido a 20, hubiéramos dicho ‘venga va’. Pero todos estuvimos de acuerdo que fue un sablazo por la calidad de los platos.
Quizá les pillamos en un mal día, había mucha gente, o qué se yo. El caso es que he probado arroces y paellas mucho mejores que en el famoso ‘Famós’.

Aunque hostigado desde el sur por la expansión de la Universidad Politécnica, este debe ser uno de los pocos restaurantes de la ciudad que está rodeado de la famosa huerta de Valencia.
Ubicado junto a una ermita del siglo XVII, de acceso nada obvio y aparcamiento complicado, El Famós, pese a todo, continúa teniendo cierto éxito. Su fórmula es, culinariamente, sencilla: muy buenos arroces, hechos a leña, y según la leyenda, con madera de naranjo, y entrantes típicos trabajados con sencillez en base a muy buena materia prima: calamares, tellinas, chipirones…
El servicio es francamente bueno, ágil y atento. Y uno de los pocos puntos débiles es su tratamiento del vino, un poco descuidado. Abundancia de caldos valencianos en un establecimiento volcado en la cocina local.
Más de un siglo de historia contempla este restaurante, nacido como taberna hace 3 generaciones. Por algo será.

Construido en una antigua casa de la huerta parece que lleva ahí toda la vida. Uno de los restaurante a los que siempre llevo a mis amigos cuando vienen de visita a Valencia y quieren una paella. No fallan con ninguna. Arroz negro, pollo y conejo, verduras, marisco. Todas riquísimas y en su punto. Se enfadan si tiene reserva y llegas tarde, porque no quieren que te tomes la paella pasada. También tienen diferentes platos típicos de la cocina valenciana y tapas que puedes acompañar con un vino un poco especial. Exquisita la crema catalana casera. Creo que es el único sitio que conozco que todavíà la hacen con su caramelo tostado y todo. La comilona te saldrá por 20 o 25 euros por persona.
Tiene varios salones plagados de mesas, pero el que más me gusta es uno estrechito y alargado que parece una bodeguita a una altura un poco más baja que el resto de la casa. Hay muchísimos cuadros colgados por todos sitios y una vez me contaron que algunos de ellos eran intercambios que hacían los artistas de la zona con el dueño, a cambio de un plato de arroz.
El aparcamiento está un poco complicado, pero se puede aparcar el coche medio cerca (por el politécnico) e ir paseando si hace un buen día. Es la excusa perfecta para pasear por caminos de la huerta. Más valenciano imposible.