Academia Aclys

Por fin había acabado lo que luego se supo que había sido una pandemia provocada por un virus… Lo de siempre… ya sabéis, científicos jugando a dioses… El caso, la ONU había dado claras instrucciones de que se suministrara la medicación indicada y así por lo menos los que se habían convertido en zombis ya no atacarían… Volver a su estado original era irreversible y desde ese momento estaban condenados a una dieta a base de steak tartare, carpaccio, longaniza de pascua y ahumados, pero por lo menos ya no nos mordían. «Tratad de reinsertarlos en vuestras vidas» decía el viceministro de sanidad (al ministro lo habían llevado a vivir a la isla de Perejil con unos cuantos casos severos como el suyo), y a mi se me ocurrió apuntar a mis padres a la academia Aclys, ya que estaban promocionando unos cursos de manipulador de alimentos. Al menos, la experiencia ya la tenían…
Según me informaron en la academia, con este curso conseguían el certificado oficial de manipulador de alimentos. Mientras la chica de recepción me explicaba en qué consistía el curso, me tuve que aguantar la risa cuando me indicó que sólo hacía falta el certificado de escolaridad para matricularse, por que en estos momentos, a mis padres les vendría justito para seguir a los Teletubbies. La chica finalizó su relato diciéndome que la obtención del título tenía muchas salidas profesionales y que lo obtendrían en sólo diez horas…
Entre otras posibilidades de preparación del centro académico vi que también contaban con formación para oposiciones a policía local, nacional y guardia civil, bomberos, auxiliar administrativo, subalterno de ayuntamientos y Generalitat, agente judicial, auxiliar de justicia, celador del Servasa, auxiliar de enfermería (mira, si no tuvieran que estudiar demasiado, éste tampoco estaría mal). Y, entre otros cursos profesionales disponían clases para auxiliar de jardín de infancia, de clínica y de geriatría, cocinero, camarero o animador sociocultural.
Finalmente hicieron el curso y ahora se encuentran felizmente trabajando en la carnicería de un supermercado. Y, ¿sabéis lo mejor?, que no os pienso decir en cuál.