Un pequeño bar en la calle Valparaíso con una gran cocina. Había oído hablar de este restaurante en Unilocal(y ya que mi padre invitó, había que aprovechar) Pedimos las bebidas y al momento nos aconsejaron algunos platos. Entre los platos que pedimos había tartar de salmón(que aunque yo no soy mucho de salmón, me encantó), croquetas caseras(buenísimas), un risotto de boletus(supercremoso y una maravilla para el paladar), brochetas de cordero(muy sabroso y especiado), y dos medias raciones de wok de gambas(con unas SEÑORASGAMBAS) y de pollo picante(MUYPICANTE) La verdad es que, en cuanto a precio, se va de presupuesto; pero para darte un capricho, no està nada mal. Volveré para llevar a la «parienta»
Josephine J.
Classificação do local: 4 Sevilla
Me gusta mucho este lugar, pequeño e intimo, para tapear. Tiene muy buena selección de vinos y el foie que hacen ellos mismos está de lujo. Creado por un matrimonio español-francés han sabido combinar muy bien la gastronomía de ambos países.
Rosa C.
Classificação do local: 4 Sevilla
He estado en el local por recomendación de un amigo. Viernes noche, 22.15 horas, imposible entrar. Volvemos un poco más tarde sobre las 23.00 y ya conseguimos una mesa. El local es pequeño y tienen puestas demasiadas mesas y taburetes para atender a la máxima clientela posible. La sensación es un poco de agobio. En la calle 5 mesas, también ocupadas. Responde a la categoría de gastrobar. Carta de vinos y menú en pizarra. Tapas y platos de diseño con una amplia variedad de estilos: sashimi, ceviche, pincho. Pedimos salteado de verduras con foie y pincho de ternera. Lo mejor en los dos platos fue el salteado de verduras muy poco hechas y salteadas, un sabor sorprendente, sobre todo la col lombarda. Los precios, de acuerdo a este tipo de lugares, un poco elevados sobre la media. Estos platos, el equivalente a una tapa, nos costaron 4,40 € cada uno. El sitio estaba lleno así que la gente dispuesta a pagar por ellos.
Pablo G.
Classificação do local: 5 Sevilla
Desde que lo pusieron, me gustó este sitio. El color embriagador de su fachada, lila, tan distinto a todos, me atraía, me llamaba, pero, por una cosa u otra, nunca entraba. Es como ese chaval al que le gusta una chica y se pone nerviosito perdío cuando se le acerca la muchachilla ¡a veinte metros o más… Po igual. Yo esperaba, quizás inconscientemente, que llegara el momento idóneo para acercarme a este bar, para entrarle por derecho, y disfrutarle en su esplendor, o no, porque no sabía lo que me iba a encontrar. Y lo que me encontré, y mi pareja también –tenía tantas o más ganas que yo de conocer este sitio-, nos gustó, nos terminó de enamorar –del local, no al uno del otro, que ese es otro cantar-. Fue de noche. Entramos tarde. La cocina, a punto de cerrar. Los últimos coletazos de un día veraniego. Poca clientela ya, a esas horas. El local para nosotros, como quien dice. Era el momento que yo tanto esperé. Camarero y camarera, no sé si dueño y dueña. Sólo sé que estaban por y para nosotros. Charla amigable. Risas. Consejos culinarios, paté de atún casero, pincho de cordero con cuscús, mollejas de ternera y boletus… Arreglos varios al mundo, y más risas. El color embriagador de su fachada, era la antesala de su magia interior.
CRISTINA G.
Classificação do local: 4 Sevilla
En verano del año pasado estuve en el Soravito y me pareció un lugar excelente. El lugar es algo pequeño, pero acogedor. Mi marido probó el ceviche y le encantó, yo no me atrevo desde que Jorge el peruano lo cocinó en mi casa y el olor se me metió de tal manera que al probarlo casi lo devuelvo, además de su textura, no puedo comerlo, una pena. A mi me encantaron las chistorras con patatas, y el rissoto con setas. El vino a la altura de nuestros paladares, probamos diferentes tipos de franceses de calidad pagando algo más y a cuál de ellos mejor.