Papeles del Norte

Nono y yo llevamos preparando el juego de Ágata y Poirot para Rohan desde hace años. Ell proceso de crearlo es mucho más divertido que el juego en sí mismo, y el método de trabajo es sencillo. Quedamos una tarde, o dos, o las que hagan falta y podamos, claro, y damos rienda suelta a la imaginación. Lo normal es que quedemos por el centro, y mientras hacemos y deshacemos pues tomamos las cervezas que hagan falta para darle a la creatividad.
Una de las veces nos citamos en el Picalagarto, con bolígrafos y libretas,…, bueno, lo de las libretas era en teoría, porque allí nos vimos que ni él ni yo había traído lo imprescindible. Necesitábamos hacernos con una libreta, pero no sabíamos muy bien donde ir a comprar una. Entonces recordé una tarde paseando con Iván por la calle Harinas, hablando no sé a cuanto de qué de Papeles del Norte, supongo que porque pasamos por su puerta, pero en aquella ocasión estaba cerrado, y ya nos liamos con una conversación con esa excusa.
¡Papeles del Norte! Estábamos al lado. Nos acercamos, y esta vez sí estaba abierta. No había pisado nunca la tienda. Para nosotros era como pisar lo que para nosotros era una papelería como antigua. El paso del tiempo era algo que se adivinaba una vez pasabas dentro. Así que nos pusimos a buscar una libreta, y ya que estábamos bolígrafos„ bueno, y ya de paso, era la ocasión para hacerse con unos posits, y,…, salimos cargaditos, mucho más que con una libreta.

Es una de mis tiendas favoritas. Hasta el nombre, Papeles del Norte, me resulta atractivo, sugerente, diferente a los demás, no sé, me gusta y punto y a parte.
Mis gustos quizás coincidan con muchos de los que conocimos cómo era antes este establecimiento, no hace mucho, tal vez… cuatro años o así. Los clientes no tenían acceso a los productos, no tenían acceso a la tienda, a ese espacio diáfano que hoy conocemos por tienda. No. Tú entrabas de la calle y te encontrabas un enorme mostrador –y ahí se acababa «tu» tienda-​, donde tenías que pedir-​explicar-​describir al dependiente lo que andabas buscando. Él entraba a la trastienda, y te lo traía. Las cosas de los negocios antiguos.
Finalmente, se pusieron con los tiempos, y desde que desmontaron el mostrador y mostraron las entrañas de la trastienda al mundo, me da la impresión de que el negocio ganó en variedad y cantidad de artículos y, lógicamente, en ventas. Los que seguro que salimos ganando fuimos los clientes. Da gusto entrar a bichear en este tipo de tiendas.
Además, pese a la reforma, aún conserva ese regusto a añejo, a establecimiento antiguo, a historia del siglo XX. A este tipo de negocios casi de fábula habría que hacerles un homenaje por los servicios prestados.
Lo dicho. Da gusto. Me encanta. Es una de mis debilidades, pero ¡ojo! hay que tener sumo cuidado, ya que el olor a papel te embriaga de tal manera que te hace comprar cuadernos y lápices y cajas de folios, sin necesidad de ellos. Y, para más inri, no es lo que estabas buscando. No, si al final va a ser mejor que pongan otra vez el mostrador…

Huele a Cole
En mi etapa de vivir en el Arenal, que bonito aquellos años ¡recuerdo que paseando por la calle Harina, la primera vez que vi esta tienda me quede sorprendida.
Siempre me han gustado las papelerías soy la tonta de los bolígrafos, libretas, posits, separadores de colorines, etc. Esta tienda es grande y lo que más me llamó la atención es su fachada, le pregunte al dependiente y por lo visto es la original desde el año 1948.
Luego por dentro es espectacular sino fuera por los ordenadores parecería una tienda antigua de las de antes.
La atención del personal es muy buena, son personas educadas que te ayudaran en todo lo que necesites, y de material pongo a prueba a alguien a ver si no encuentra lo que busca allí. Tienen desde un transportador de ángulos, regla, escuadra, cartabón, etc., hasta el material más moderno del sector.
Y si no quieres desplazarte a este emblemático barrio del arenal, puedes hacer pedidos por Internet, están en todo…