Oysho

He visto de todo en el mundo de las franquicias de ropa. Dependientes más amables, otros más bordes, muchos algo subidos… Pero la experiencia de esta última vez en Oysho ha sido para echarles la cruz.
No tengo queja de la ropa que tienen, aunque otras tiendas tengan más variedad en ropa interior. Aquí cada vez hay más pijamas y ropa deportiva que diseños diferentes en sujetadores o braguitas.
Pero ese no fue mi gran problema del otro día… El caso es que al entrar vi a las tres dependientas de Oysho en uno de los rincones haciendo como que trabajan. ¿Qué estaban haciendo realmente? Rajando, cotilleando y riendo. Que sí, que es sábado y todos estamos muy ociosos y cansados, pero desgraciadamente (o afortundamente para otros) hay que trabajar. No sé el sistema de trabajo que tienen en esta empresa, pero no sé yo si habría alguna encargada ese día.
Las chicas se tiraron cotilleando todo el tiempo que estuve allí. Y no estaba sóla, había otras mujeres dando vueltas.
El caso es que entré en probador y nadie me dijo nada y cuando fui a pagar, puse las cosas en el mostrador… Conté hasta 10… Y tuve que ir a avisarlas de que quería pagar. Ni me habían visto.
Mi cara fue de «¿en serio nadie está atento a los clientes»… Aunque ellas no notaron mucho mi gesto de indignación y siguieron contando sus intimidades personales mientras una de ellas me cobraba.
— «Pero qué interesante, ya podrías haber sacado esta conversación antes».
— «Bueno, ¡todavía nos queda media hora!».
Así que me marché y las dejé en la hora del recreo… La verdad es que en la zona hay tiendas de la competencia con mucha variedad y parecen hasta más serios que este sitio, así que me plantearé volver.