Las Niñas

Cuando leáis mi reseña comprenderéis mi puntuación, y es que la razón por la que dejé de ir es bastante surrealista por no usar un calificativo más fuerte.
Empecé a venir a esta cafetería hace bastantes años. Al principio venía en el descanso de mi trabajo, me pedía un chocolate con menta y volvía corriendo al curro, les pedía que no me lo pusieran muy caliente porque no me daba tiempo de tomármelo.
Después empecé a venir a merendar con mis amigas, como comenté antes me encantaban sus chocolates de sabores, además el precio estaba genial comparado con otros sitios. También me encantaban sus palmeras de huevo con chocolate hasta que un fatídico día me encontré una piedra en la palmera. Sí, una piedra que me partió una muela. Como una de las chicas que trabajaba allí era amiga de una de mis hermanas me dió cosa quejarme. Simplemente me invitaron a otra cosa y yo me quedé con mi muela rota. Por supuesto no volví a ir, así que perdí parte de una muela y uno de mis sitios favoritos para merendar.
Por supuesto me acuerdo de este sitio cada día, cada vez que mi lengua recorre esa muela.
P.D: Nunca sabré cómo llegó esa piedra a la palmera, o si hubo más damnificados.

Si estás harto de las tontás de bares modernitos con sillas y sillones incómodos, de locales que parecen sacados de Blade Runner y toda la parafernalia que rodea ahora al café y al gintonic, quizá este sea tu sitio.
Se trata de un pequeño bar muy cerca de la Plaza del Duque, entre el Starbucks y el Latimore, que está regentado por unas jóvenes encantadoras y que siempre, siempre, te tratan con una sonrisa en la cara y un halago simpático y agradable, sin caer en la pedantería.
Pídeles cualquier cosa que harán lo posible por complacerte. No importa cómo quieras el café o de qué frutas quieras tu batido natural. Si lo tienen: lo harán por ti. Además, tienen WiFi y suele estar tranquilito, por lo que es una opción más que recomendable en el atestado centro de Sevilla.
La decoración es fea, pero no lo iban a tener todo, ¿no?

Aunque quizá los dulces de esta cafetería no son los mejores del centro, la gracia, eficiencia y la rapidez de Aurora poniendo el café por las mañanas justifica desayunar en esta cafetería. Las tostadas al menos están buenas y tienes una gran variedad de potingues para untarlas.
Por las tardes, también atienden dos chicas que son igual de simpáticas, y supernerviosas, no pueden parar y siempre están maquinando detrás de la barra. Por la tarde es un lugar majete y tranquilo para tomar una cuña de tarta de chocolate o de queso o un brownie. La bollería que tiene no me gusta demasiado porque es bastante industrial, y la última palmera de azúcar y huevo que me tomé el otro día tenía una costra de medio dedo de azúcar que terminó empalagándome (y eso que la compartía con una amiga). Tienen poquitas infusiones (no tienen tila).

¿Las niñas?. Si se llaman las niñas porque solo trabajan mujeres en la cafetería, las chicas son encantadoras y el tiempo de espera es cero coma dos segundos. Es el bar que menos tardan en poner el café que yo conozco.
El bar es un bar agradable, grande pero alargado, muy cómodo para tomar café, esta a un minuto de la campana y no tiene el bullicio de esta, esta frente a un ambulatorio y esto hace que siempre este llenos de médicos, enfermeros y ATS.
La decoración tiene un punto clásico y moderno, pero con muebles que estaba de moda hace diez años y ahora como están casi nuevo no creo que las dueñas los cambien.
Los pasteles están muy buenos, es la bollería clásica de un tamaño grande, cuñas, croissants caseros y palmeras, que son eternas para comérselas, pero alguna vez tu cuerpo pide comértelas.
Para desayunar tienen un millón de posibilidades, por esto su éxito para los desayunos, tostadas con roquefort, con patés a las finas hiervas o con jamón York en crema, es una muestra de la variedad de tostadas que tienen. El café esta muy bueno y lo sirven muy bien presentado.

Las niñas se lo curran, las ves correr por detrás de la barra de un lado a otro sin parar de poner cosas, la tostadora no para y es que la mayoría de los dependientes del Corte Ingles y las demás tiendas de alrededor desayunan allí con ellas. Este bar es un matriarcado, nunca veras currando aquí un chico.
Fui una vez a desayunar pero lo pase fatal al verlas tan ocupadas y parecía que yo venia a molestar, pero a toar café por las tardes he ido infinidad de veces. En este bar trabaja mi amiga Aurora, la conozco desde hace 18 años por lo menos, ella siempre trabajo por las noches, los bares y discotecas pero supo abandonar a tiempo antes que la llamaran la abuela en los bares.
Las niñas puedes pedirle el zumo mas raro o el refresco mas extraño que haya salido al mercado, que lo tienen. Yo prefiero tomarme el café con una napolitana de chocolate, la bollería es artesanal, la trae un señor que e mismo la hace.
El bar es amplio, te puedes sentar en la barra que dispones de taburetes o en una mesa, pero para eso tienes que andar rápido, porque solo dispones de 4 mesas.
Las niñas además de profesionales y currantas son simpáticas agradables al máximo. Muac para ellas.

Tengo una amiga que se quedaba a dormir algunas noches en mi casa, pues nos quedábamos hasta tarde hablando y al final le daba pereza moverse de madrugada. Así que la acercaba yo a la mañana siguiente. El recorrido hacia su casa pasaba por el principio de Amor de Dios, y no se por qué me fijé en este bar para entrar a tomar un café y empezar el día con fuerza. Como podéis comprobar este establecimiento entra en la categoría de: Buenos sitios para desayunar.
El interior me resulta agradable, es pequeñito y acogedor. El café está muy bueno, no recuerdo la marca pero quizás sea portuguesa, qué grandes cafés tienen nuestros vecinos. Es muy diferente encarar el día con un café asqueroso de esos que abundan por la ciudad, que con uno que sepa realmente bien. Las tostadas son buenas. Y es que se nota cuando ponen esmero en preparar desayunos y cuando lo hacen en cadena. Este entra dentro de los primeros