Muy buena comida tapas baratitas y combinados a 4euro si estais por esa zona os lo aconsejo.
Marta G.
Classificação do local: 2 Sevilla
«El bar de la reja» y es que desde la primera vez que estuve siendo yo una mocosa no entendí por qué este bar tenía rejas. Si era para que la gente no se escapara o para que no entraran niños. Cuando ya he pasado de mayor he cambiado mi concepto de La Salaita. Es una tasca. Y, oye, no lo digo en modo despectivo sino descriptivo. Hay mucha gente a la que le gustan este tipo de establecimientos e incluso entiendo que son ideales para reunirte con los colegas todos los días cuando sale uno del curro. Pero para mi no me gusta. El ambiente me parece opresivo, las tapas son normales y el servicio al cliente no es que sea el mejor del mundo. A los camareros les falta nada más el trapo en la mano para abrillantar la barra mientras te miran con desprecio como en los salones del lejano oeste. Es de estos locales en los que no te vas a sentir cómodo si no eres habitual y yo no tengo ni tiempo ni ganas de serlo. Pero no de La Salaita, de ningún bar. Así que cuando salgo a tomarme algo o simplemente me apetece refrescarme con amigos y estoy por la zona, normalmente elijo otras opciones. A La Salaita solo iría si alguien lo propusiera y fuera su gran ilusión.
Antonio Miguel G.
Classificação do local: 3 Dos Hermanas, Sevilla
Cuando yo era pequeño, mi padre trabajaba por la zona de El Cerro y Rochelambert. No recuero muy bien el sitio exacto. Recuerdo que había una semillería justo enfrente, y que me hice amigo de un niño que vivía por allí. También recuerdo que cerca había un obrador de confitería con el mejor merengue que he probado. Quizás por eso, por recordar viejos tiempos, hace unos meses cogí el coche, monté en él a mis padres, y me decidí a explorar la zona con ellos. Cuando llegamos, allí no quedaba nada. No estaba la semillería. El sitio en el que trabajaba mi padre tampoco estaba ya. Ni siquiera el obrador. Nos dedicamos, simplemente a dar un paseo. Ya al poco de irnos, decidimos sentarnos a tomar algo. La Salaita fue el primer sitio que vimos. Aunque el día estaba bastante bien, nos sentamos dentro. Es el típico bar de barrio, con sus parroquianos, y su gente que entra a picar algo al primer sitio que encuentra abierto y su baño claustrofóbico. No me gustó que tuviéramos que levantarnos a pedir, pero tampoco es que andasen muy sobrados, y estaba el bar a reventar. Decidimos acompañar la bebida con algo de picar. Mis padres pidieron unos montaditos, y yo ensaladilla. Estaba bastante bien la comida, y lo más importante, en gran cantidad. Y lo mejor de todo fue el precio: baratito, baratito. Así que fue por casualidad, por recordar viejos tiempo, como dí con una opción de futuro cuando me apetezca dar un paseo por la zona y pararme a tomar algo.