AUTENTIQUÍSIMA, Mary. Una tienda autentiquísima. Tienda de barrio por antonomasia, con sus ropas típicas de las abuelas y sus conjuntos-estrella. Es decir, los pantalones ancho-cómodos que llevan las madres para recoger a sus niños del cole, chaquetones calentitos y no necesariamente hermosos, chalecos que lo mismo te valen para estar por casa que para bajar a comprar el pan y guantes negros elásticos –adaptables tanto para el padre de cincuenta años como para el hijo de seis-. Completísima. Y, a mí, es que me encantan estas tiendas, porque llevan la idiosincrasia de los barrios escrita entre líneas, tanto es así que nada más poner un pie dentro te pudes imaginar a cualquiera de tus vecinas vistiendo de allí. Precios baratos, por supuesto. Alguna que otra figurita para la mesilla de noche –donde después decides ponerla para que se vea poco, que has descubierto que del todo bonita no es-, bolígrafos, estuches de oficina para que los peques no se gasten demasiado en el día del padre y bufandas monocromáticas que son, simplemente, útiles. Esta tienda es un 10 sobre 10, la quintaensencia de cualquier bloque de pisos.