Enrique Estudio

Sevilha, Espanha

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terça-feira 9:30 – 13:30
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3 avaliações para Enrique Estudio

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Classificação do local: 4
Sevilla
Cuando mis hermanas y yo éramos pequeñas estuvimos viviendo en Barcelona, de hecho ellas tres nacieron allí. Así que siempre estábamos deseando que llegara el verano para bajar a nuestra Sevilla. Debo reconocer que esta ciudad comparada con la ciudad Condal me parecía a mediados de los 80 un gran pueblo muy soleado y bonito. No entendía que por el centro uno fuera paseando por calles estrechas en lugar de anchas avenidas ni que mi abuela viviera en un barrio de casitas en medio de la ciudad.
Por fin acababa el cole y nos bajábamos del tren en la antigua Estación de Córdoba. El recorrido siempre era el mismo: mis abuelos nos colmaban a besos y nos tenían escondidos regalos para todas. Luego, a los pocos días, íbamos a los dos Enriques: la tienda de ropa y el fotógrafo.
Hoy en día me da hasta corte ver las fotos que nos hizo este fotógrafo: que si vestidas de flamenca en pleno julio, que si vestidas de pastorcillo, o todas con el mismo vestido montadas en columpios… Pero, oye, reconozco que siempre nos sacaba guapas y el hombre tenía mucha paciencia con los niños.
Obviamente, ya no nos hacemos esas fotos pero todavía me paso si tengo que ir a sacarme el carné o necesito una foto rápida para cualquier otra gestión. Echo de menos aquellas fotos artísticas pero los años, la crisis y la réflex que tenemos en casa me desaniman.
Classificação do local: 4
Sevilla
La fotografía es un arte, qué duda cabe. Y antes, lo era aún más. Los fotógrafos anteriores a la era digital y el fotochó eran casi semidioses que, no sólo lograban capturar tu imagen, tu luz y tu alma, sino que además realizaban los retoques a base de mucha paciencia y mucha química.
Hoy en día, cualquiera con una cámara medioqué y un cursillo de fotochó se cree que sabe hacer fotos y es un experto en retoque fotográfico. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
En Enrique Estudio son profesionales de la Fotografía, artesanos de la Fotografía, así, con mayúsculas –como arte que es, hay que tratarlo con el respeto que se merece-​, mientras que nosotros hacemos fotos. Así que, resumiendo, una cosa es hacer fotos, otra cosa es la Fotografía con mayúsculas, y otra bien distinta es el arte del retrato fotográfico. Esto es Enrique. Arte. Retrato. Alma. Luz.
Llevan más de cincuenta años captando la mirada del que posa para ellos y del que pasa por su puerta y ve los retratos allí expuestos. Son fotografías que te observan, y te hablan con la mirada. Pasan los años, y por más años que pasen, esos retratos no cambian. Cambian los retratados, pero no la Fotografía. Calidad perenne. Perfecta. Con sello propio. Con mayúsculas.
Classificação do local: 5
Sevilla
Este estudio de fotografía lleva asentado más de 50 años, lo conozco de toda la vida y aquí ha sido donde en mi casa siempre nos hemos hecho todas las fotos para los dni, carné de familia, de conducir y de todo tipo. Ahora con las nuevas técnicas ya hay más sitios donde ofrecen los mismos servicios, pero por entonces Enrique era como un dios de la fotografía.
Recuerdo de pequeño cuando mi madre me ponía bonito entero de arriba a abajo porque teníamos cita con Enrique. Había que llegar súper puntuales, ser simpáticos y poner tu mejor cara. Una parafernalia que para mí era como ir a ver a un ministro. Llegaba al estudio todo modosito y, cuando entraba en el estudio, me quedaba estupefacto. Las máquinas profesionales y enormes que tenía, y todo alrededor tan negro, tan oscuro. Con el tiempo fue añadiendo medios digitales, de hecho, creo que fue la primera persona a la que vi con una cámara digital. El día que me hice otra foto y en vez de levantarme para irnos me dijo: vamos a mirar en la tele a ver qué tal sales. Y ahí estaba yo, en esa pantalla, con mi cara de foto, pensando: «¿Cómo es posible?».
Pero, sobre todo, aparte de la calidad de las fotos (que se puede comprobar en las vitrinas que tiene en el exterior del estudio), destacar la paciencia que este hombre ha tenido siempre conmigo. «Sube la cabeza. Bájala. No tanto. Un poco arriba. ¡Pero sonríe un poco! ¡Pero no bajes la cabeza! ¡¡Niñooooooo!!»