Manuel Nieto

Suelo curiosear los escaparates de las tiendas de fotografía que exponen permanentemente imágenes de novios, niños de comunión, bautizos… ¿No les dará corte?, me pregunto. Y es que una es pudorosa para según qué cosas… También puede ser porque cree el ladrón que todos son de su condición y ciertas fotografías que se las traen consiguen despertar mi lado más crítico, y algunas risillas que otras…
Sin embargo, si alguna vez me decidiera a entregar mi imagen a una causa parecida, no lo haría sino en este estudio fotográfico. De los más elegantes que he visto. Lo que suele estar expuesto aquí merece la pena ser visto, esta vez no por criticar, sino por admirar o incluso copiar estilos… Se nota que hay arte y originalidad para plasmar esos momentos que uno desea inmortalizar. Se percibe profesionalidad de la buena.
Para mi boda me pasé a pedir presupuesto y me atendieron muy bien. Si no hubiera sido porque un amigo fotógrafo se prestó a retratarnos, hubiera contratado el servicio en el estudio de Manuel Nieto.

Cuando empiezas a bajar por una de las calles más monárquicas de Sevilla, la Alfonso XII, son muchos los lugares y establecimientos cortados por ese patrón regio. Uno de esos sitios es éste, un estudio de fotografía que en apariencia y desde la distancia parece uno más al uso, donde hacerte una foto rápida de carnet si tienes que renovar el pasaporte en la casi recién estrenada Comisaría de la Alameda.
Si te acercas y con sólo echarle una ojeada en el escaparate te das cuenta de que estás ante algo que va más allá, mucho mas allá. Las fotografías que tienen expuestas en el interior del local sobre una pared empapelada al más estilo inglés de principios de siglo son tan sólo un ejemplo de cómo una foto es mas que una simple foto. Juega muy bien con los filtros y las poses que no parecen tal.
Una amiga se casó hace algo más de año y medio y contrató sus servicios. Había estado ojeando muchos álbumes y ante al de este estudio se rindió. Es verdad que tenía miedo por el lugar en el que se casaba. No es igual de fotogénica la Basílica de la Macarena que la mesa de un despacho en un ayuntamiento de pueblo. Al cabo de los dos meses vi las fotos y parecía que se había casado en un lugar completamente distinto. El juego de luces y la captación de momentos en principio poco fotogénicos le llevó a conseguir un recuerdo fotográfico de primer nivel. Este tío es un artista.