El Caserío

De los sitios en los que entro y digo «esto promete».
Y no lo suelo decir de muchos sitios!!!
Siempre a reventar de gente, no sabría deciros si cuando yo he estado ha habido más gente en la barra y en la mesita que hay en la puerta del bar, o sentada en mesas.
Y es que El Caserío es de los pocos bares que estando en el centro de verdad, puede presumir de tener una comida excepcional y un servicio magnífico.
Si vienes, no te vayas sin pedir los huevos con papas y jamón, por dios santo. Hay una cosa más buena y más exquisita que unos huevos con papas? Pues échale jamón bueno, y ya…
Todo lo que pedimos suele estar más que bueno, buenísimo, brutal y para chuparse los dedos.
Otras tapas/​platos que os recomiendo: las albóndigas en salsa, la cola de toro o el solomillo al whisky. No fallarás.
Una de las cosas que más me gustan es que la cocina cierra tarde, pero sin hora fija. Según me dijeron, está «abierta mientras haya gente» ESTUPENDÍSIMO QUE ME PARECE, OIGA!
Personal amable y atento, encantador.
Chupito de invitación cortesía de la casa.
Beber bien, comer bien, estar bien tratados… Gloria pal Caserío.

Comer en El Caserío ha sido siempre tocar el cielo de la comida casera. ¿Echas de menos los guisos de tu madre o tu abuela? Estás harto de tapeo gourmet y quieres un buen cuchareo y una buena fritura de pescado como dios manda… Pues para eso está El Caserío.
Hace ya más de 10 años trabajaba por la zona y si tenía que quedarme por la tarde en el trabajo, la mejor manera de comer sano y caliente era sin duda acudir a El Caserio. Ahora lo reservo cuando quiero sorprender a alguien con una vuelta a los orígenes. La saturación de gastrobares es tal, que a veces lo que apetece es sentarse en una mesa con mantel de cuadros y cucharear a gusto. Los años han pasado y el lugar se mantiene fiel a su esencia. Es un sitio auténtico de verdad y sus dueños son encantadores. Me encanta su emplazamiento tan escondido en la estrecha calle Acetres fuera de las hordas de turistas y personas del centro.
El hecho de que tenga sólo una reseña en Unilocal me hace sospechar que las nuevas generaciones se están perdiendo este lugar tan maravilloso, imbuidos en la vorágine de apertura de locales nuevos cada mes.
Recomiendo todos sus platos de cuchara, su sopa de ajo es una exquisitez. Y en general todos sus guisos (la carrillada tierna y jugosa al máximo). Y por supuesto, el pescaito frito, sin apenas aceite y en su punto!

No sólo se come bien además sus camareros son encantadores. Verdaderamente te sientes como en casa o mejor que en ella.