Depikofino

Days after I wrote «this is the broke foodie place» they changed the menu and got more expensive, so for this price it is falling into the 4 stars category and salmorejo is not that great anymore.

La visita a este establecimiento me ha parecido óptima, aunque no para darle las 5 estrellas, pues la descoordinación entre los camareros era bastante evidente, aunque pude comprobar que la cocina trabaja bastante bien.
La carta te la presentan en una carcasa de DVD, un toque original, a lo que es importante resaltar, que la carta viene acompañada con sus respectivas descripciones para alérgicos, eso que hoy en día es tan esencial.
Mi pareja y yo nos decidimos, por unos fingers de pollo con salsa BBQ, que estaban bastantes crujientes y la salsa también estaba buena, otra cosa por la cuál nos decidimos fueron por las Gyozas de pollo, que son una especie de empanadillas, que particularmente a mi me resultaron muy buenas. También pedimos bacalao, plato que nos agradó y el color de sus salsas en la presentación en el plato, resultaba bastante atractiva, y como plato estrella de la noche el solomillo de ternera al humo de romero… principalmente su presentación es espectacular, te sirven la carne tapada con una tapadera de vidrio, mientras dentro una pequeña rama de romero arde… os podéis imaginar el olor cuando el camarero destapa aquello… solo decir que el plato esta buenisimo.
De postre pedimos un coulant de chocolate, que también estaba bastante bueno.
Sin más, recomiendo su visita.

Buenisima elección. Trato correcto y rápido tapas abundantes y exquisitas.
La presa momofucu espectacular, cocinada a baja temperatura, jugosa y tierna.
Carta de vinos muy recomendable. En general de lo mejorcito que probé en sevilla.

Me recomendaron este restaurante hace unos dias y ya que tenía algunas cosas que hacer por alli, me decidí a probarlo. Me siento decepcionado. Será que me lo habían pintado muy bien y ensalzado tanto que cuando llegué y lo probé me quedé como con ganas de más.
A priori llegamos un lunes a las 15.30. La hora de comer y el restaurante vacío. Sólo una mesa comiendo. Nos sentaron en una mesa para dos un poco apartada. Nos dieron la carta y las bebidas. Pedimos una ensalada César para compartir. No sé en qué país era esa una ensalada César. Lechuga, salsa (que más parecia mayonesa que César), picatostes y pollo. Hasta ahí bien. Pero ¿y la mostaza? Un chorro «decorativo» que ensuciaba la frescura de la ensalada y golpeaba mis papilas preguntandome por qué…
Además de eso tomamos varias tapas más:
— Arroz thai con verduras y curry. Muy bueno y recomendable.
— Presa ibérica al momofucu. Que no es más que filetes muy finos (ojo, muuuuuy finos) de presa con un aderezo de mantequilla y romero (según nos dijo el camarero). El fallo fue servirlo en plato de pizarra, ya que el jugo de la carne se esparcía ensuciando todo el plato.
— Fingers de pollo con salsa BBQ. Originales. Con rebozado con corn flakes muy crujiente y sabroso.
— Hamburguesa, mejor dicho, mini hamburguesa de buey con pan brioche de tomate. Muy jugosa y el pan muy sabroso pero, mini. Me dejo a medias. Y otro chorro de mostaza…
–Pestiño de gambas y queso. Masa brick empapada en aceite con el relleno un tanto raro. La gamba parecía cruda y el sabor del queso cremoso lo tapaba todo.
En cuanto a la atención: excesiva. El camarero vino en repetidas ocasiones a retirarnos los platos vacíos o los cubiertos. Agobiante. Daba la sensación que quería que te marcharas.
Le doy tres estrellas porque a pesar de todo, salvo dos o tres cosas, la comida no està mal. Pero me lo pensaré otra vez cuando esté por la zona.

Este bar ha sido uno de mis mejores descubrimientos cerca de casa últimamente.
Es cierto que no es que sea un local de reciente apertura pero hasta la fecha no me había llamado la atención y no fue hasta que un compañero de oficina me dijo que a él le gustaba mucho cuando me decidí a probarlo.
En su carta ofrece un surtido bastante amplio de tapas que se completa con algunas más fuera de carta que mezclan platos de distinta procedencia desde México o Marruecos hasta tapas más clásicas. La verdad es que no sabría con que tapa quedarme porque cada vez que voy intento probar cosas nuevas pero me gustó mucho por ejemplo el roast beef con gofre belga, el pestiño de gambón o los fingers con salsa barbacoa (con un rebozado super crujiente).
En general el tamaño de las tapas es adecuado para su precio (la fajita es enorme!!!), la atención de los camareros también y el servicio suele ser bastante rápido incluso en la terraza que es bastante amplia.
Os recomiendo a todos la visita!

Buscando un sitio en agosto y un lunes, dimos con este sitio situado en una zona con mucho auge de restauración como es La Buhaira.
Pero entremos en materia sin más dilación.
1.- El local es bastante amplio con suficientes mesas y una barra que desahoga mucho. Además cuenta con zona de veladores que en este tiempo se agradece.
2.- El servicio tuvo dos partes: el que tuvimos al mediodía y el de la noche. Para mi gusto, el chaval que nos atendió de día fue más atento y supo resolver mejor mis dudas. A pesar de eso, el trato es cordial.
3.- En cuanto a la comida, puedo decir que salí muy satisfecho. Platos generosos, bien preparados y buen precio. Probamos desde un micuit de pato, pasando por arroz negro con ali oli y chipirones, una fajita de pollo (tremenda), y un «casi» serranito que hizo las delicias de los presentes. Se probó también los postres con buena acogida.
Creo que dentro de la oferta tan amplia que hay por la zona, este local hace bien en tener su propia identidad. Volveremos!

Cerquita de mi casa tengo este atípico bar de tapas, por lo que lo he visitado más de una vez.
Su carta está llena de platos que se nutren de lo mejor de la cocina internacional, a veces dándole un toque español, creando una curiosa mezcla nada convencional: arroz negro con tallarines de chipirón o ceviche de corvina.
Otras tapas, como la hamburguesa de buey o el risotto de verduras, llaman menos la atención, pero no obstante son exquisitas. No dejéis de probar el paté con compota de manzana, excelente para compartir y picar antes de la comida.
La calidad es bastante buena y las tapas son grandes. También el precio es mayor que el de una tapa (unos 3’5 € o 4 € de media). Es un bar con un interior muy grande y un servicio de mesas en el exterior, bastante agradable en primavera. También sirven buenos y abundantes desayunos (estos ya dentro del desayuno clásico sevillano)

Llegué a este sitio de la mano de mi hermana y mi cuñado, dos expertos en las artes del buen comer y el buen vivir. Cenamos de tapitas, y la verdad es que aunque la de risoto estaba espectacular, las demás no me parecieron «especialmente especiales». Lo mejor de todo fue la atención de los camareros, que en todo momento nos atendieron de forma impecable y con un buen humor contagioso, algo que desgraciadamente no ocurre en todos los sitios. En cuanto a precio no es barato, pero tampoco se les va la pinza.
En definitiva, un sitio correcto, pero al que le falta un no sé qué.

DepiKofino tiene una carta variada y elaborada de tapas, eso me gusta, sí señor. Aquí no tienes ni las raciones de camarones, chipirones, puntillitas o «canne con papas» ni el camarero con pajarita. Sin embargo, el ambiente modernista está combinado de manera genial con los toques rústicos, incluída la vajilla de La Cartuja.
En las paredes hay un lineal de pizarra donde encontrarás escritas muchas frases de clientes que ya han pasado por el local, incluso en otros idiomas, y algunos muy divertidos.
La carta también está escrita en una megapizarra que está clavada a la pared, y debo decir que todo, absolutamente todo, está superapetecible. Y como pago gimnasio, mi cuerpo prohíbe dejarme llevar por los excesos, así que, para qué os voy a mentir, hice un «pito pito gorgorito» y cayó para empezar la morcilla de arroz. Rica, bien hecha, nada pesada por la grasa. Luego vino el secreto con humus y finalmente (y esto lo recomiendo encarecidamente) el lomo bajo de ternera. Algunos de mis acompañantes pidieron unas gambas rebozadas que venían servidas chulísimas como en un vaso y agrupadas en un pinchito, todo muy original.
¿Y no tiene ninguna pega? Pues sí, qué le vamos a hacer: el precio. No es que yo esté especialmente en crisis (toco madera), pero la cuenta es más elevada de la media. Eso sí, merece la pena.

Pues sí, los españoles llevamos por defecto la cultura de la tapa en las entrañas.
Hicimos gala de tal principio yendo a de Depikofino. Nos pillaba de paso de Nervión al centro durante los paseos con las mascotas, y ésta ve no pudimos retrasar el alto del camino.
Es un sitio nuevo y moderno, además de parecernos un pelín caro. Pero una vez sentados… los precios no nos movieron tanto como para desalojarlo. Por lo que pedimos poca cosa. Una de ellas –lo único que yo pedí– fue «Pan de salmón con cebolla roja». Yo con mis ideas fantásticas –a ver que por ese precio y la buena voluntad de una en romper una lana a su favor… no es tan descabellada la idea– creí que verdaderamente el pan estaba hecho con salmón.qué bestiaja. Era pan con un par de lonchitas muy finitas de salmón y un poquito de cebolla roja. Y a mi chico se le antojó unas corquetas «de la casa»…serán de la casa de Maizena, pues eran un tanto insípidas.
Al resto de grupo no les disgustó, pero me pareció un precio un tanto exagerado.
Para la próxima, mejor una copa. Porque el sitio no está nada mal y particularmente me gusta su situación, sobre todo en verano que llega la brisa fresquita de los jardines de La Buhaira.