Capilla de los Marineros

Estupenda capilla en el corazón mismo de calle Pureza. Capilla con encanto, de blancas paredes y de retablo espectacular. Recientemente renovada con la adhesión de una casa patio Sevillana que vierte luz natural en el corazón mismo de la capilla. La imagen principal en el Altar mayor, es por su puesto, la esperanza de Triana. Virgen de cara guapa a la que le guardan una devoción increíble los sevillanos. Si pasan cerca, no duden en entrar.

Todos tenemos nuestro sitio al que acudimos cuando necesitamos un respiro, cuando nos sentimos mal y necesitamos un remanso de paz. Cuando necesitamos escuchar las voces del silencio más absoluto. Cuando estamos en una situación desesperada y no sabemos a quién acudir para que nos socorra. Mi sitio especial en Sevilla es la Capilla de los Marineros.
No es una iglesia especialmente grande. Tampoco es una iglesia especialmente bonita. Mucho más teniendo en cuenta que en Sevilla hay casi tantas iglesias como panaderías. Pero es aquí donde me siento en completa calma. Cuando estoy saturado, me siento en uno de sus bancos de madera, cierro los ojos y me dejo llevar. Mis problemas se esfuman durante un rato, mucho más teniendo en cuenta que me mira con dulzura la Señora de Triana, la Virgen de la Esperanza, que preside el templo desde el altar. Siempre que entro me inclino ante su cara morena, en señal de respeto, y le rezo. O le cuento mis pesares. O simplemente le doy las gracias por hacer que las cosas marchen bien. Ella todo lo hace posible.
Cuando me levanto del banco, siempre me paso por la capilla del Cristo de las Tres Caídas. ¡Qué solito parece que está en uno de los altares laterales! Pero nunca le faltan personas delante, sentadas en el más profundo de los silencios. O con la cabeza gacha, como yo hago mientras le rezo un Padrenuestro y le cuento mis cosas. Cristo caído por tercera vez no puede levantarse por el peso que lleva a la espalda. El peso de querer ayudar a todo aquel que se acerque a charlar un ratito con él, en su altar lateral de la Capilla de los Marineros.
Cuando acabo y salgo de allí, me siento en completa armonía con el Universo. Aunque mis problemas sigan ahí, parecen un poco más pequeños. O yo un poco más grande, nunca se sabe. Lamentablemente, no me paso a ver a La Esperanza y a su hijo, en su tercera caída, tanto como me gustaría. Pero sé que Ellos me perdonan. Siempre que voy a verlos, María me recibe con una sonrisa en su cara morena. Y así seguirá siendo, hasta el día que yo falte.