Alameda de Hércules

El niño y su pelota, el joven y su litro, el tío y su bellota y el señor con su libro.
El hippie, el pijippie, el sevillano patillero, el artista y su artisteo, su mucho politiqueo y el tío dicharachero.
El homo, la homo, los trans, el hetero. Guarrería y romantiqueo, música y guitarreo y la lacra del putero.
Su sol con sus cervezas y sus dolores de cabeza, la noche con sus macetas y sus resacas sin receta.
Sus chorritos bien fresquitos, sus banquitos repletitos, y en el fondo casi fuera, ese sitio, el Pepe Hito.
Franquiciados acaudalados, emprendedores con esperanzas, no está el asunto para chanzas, que están de manos atados.
Lo que fue ya no lo es, lo que es ya no será, lo que será no se sabrá, pero que la Alameda y su ratito no te lo quiten por na.

La Alameda de Hércules es un espacio emblemático de la ciudad ya sea para tomar un café, salir de cañas o copas, pasear… e incluso asistir a eventos culturales que suelen realizarse de tanto en tanto.
Espacios amplios, locales de todo tipo, un centro cívico justo en pleno centro (no faltan las actividades y exposiciones en la Casa de las Sirenas) hacen de éste uno de los mejores entornos de Sevilla para salir sea en el plan que sea.
La oferta de ocio para todos los gustos y edades es, por tanto, muy amplia y tanto su reforma hace unos años como la presencia de la comisaría de policía añaden un elemento de seguridad a este punto neurálgico de la ciudad.
Si estás de visita, no puedes pasar por alto la oportunidad de conocerla a la hora que sea del día …o de la noche.

Es uno de mis rincones favoritos para pasear, disfrutarlo y permanecer allí durante horas.
Recuerdo que cuando iba a la facultad, solíamos venir aquí porque era el lugar más alternativo de la ciudad, donde se mezclan personas y culturas muy diferentes, pero totalmente adaptadas. Hoy en díà la Alameda es algo imperdible de la ciudad para todos, el sitio ideal para tomar un café y disfrutar del sol de Sevilla.
También tiene una selección de los mejores bares de tapas de la ciudad. Aquí puedes venir a tapear, a pasear, a tomar un café, una copa (en la noche) y además a lo largo del año es escenario de numerosos eventos. Ahora en Navidad han puesto atracciones infantiles y puestecillos navideños para que el paseo sea mucho más completo.
Hace varios años sufrió un cambio y una transformación bastante necesaria, convirtiéndolo así en un lugar acogedor, actual, moderno y reformado. Si visitas la ciudad no te puedes perder la Alameda y dedicarle varias horas para disfrutar de un lugar único y con mucho, mucho encanto.

La Alameda, el eterno debate. Es pensar en la Alameda y a todos nos viene el concepto mental de «transformación». La Alameda ha cambiado como ha cambiado la ciudad. El albero da paso al asfalto y al acerado y eso es ley de vida, pero yo creo que sigue siendo ese lugar que cuando llegas, le notas que tiene ese «algo».
La agenda cultural y de ocio de la Alameda es muy característica. De vez en cuando ponen un mercado ecológico de km-​0 que a mí me encanta. Lo ponían (o lo ponen) un sábado al mes. Hace tiempo que no voy y no sé si seguirá estando, pero me encanta ir y comprar miel, azúcar… También de vez en cuando se pueden visitar exposiciones al aire libre de fotografía y pintura. Además de los típicos zocos, mercadillos medievales, eventos ya algo más comunes y que nos iremos encontrando según la agenda.
Como zona al aire libre, seguimos encontrando a los hippies de antaño (o perroflautas para que me entienda la generación del 95). Es una zona ideal para ir a pasear al perro o para ir en familia a jugar con los niños. Yo a veces voy los días posteriores al día de reyes y ver a todos los niños jugando con sus regalos es un bonito espectáculo.
Respecto a la oferta económica, existe algún pub apañao’, alguna cafetería apañá’… y muchos 100 montaditos, Sureñas, Pomodoros… Repito, la misma evolución que ha tenido Sevilla en general. Inevitable.

_​amo este lugar, para mí es mi espacio imprescindible, mi punto de encuentro y quedada con la mayor parte de mis amigos, mi perímetro de tranquilidad, de seguridad, de felicidad, y es que en la Alameda he pasado muchos momentos inolvidables y otros no tantos, algunos regulares, y otros desapercibidos, risas, debates, borracheras, conversaciones trascendentales, bocadillos en bancos, y un largo etc.
Si me preguntasen, gente que no conoce la ciudad, que les recomendase un lugar, sin duda que los enviaría aquí. Puedes encontrar de todo: buenos bares de tapas, gastrobares, cafeterías, tetería, pubs, cines, teatros, salas de conciertos, librerías, bicicleterías, pizzerías, kebabs, pastelerías, heladerías, desavíos, kioskos, mercadillos itinerantes, y muchas más cosas, e incluso una clínica veterinaria. Por no hablar de la amplia agenda cultural que invade la zona, es raro el día y el momento en el que no puedas encontrar una actividad interesante.
Para mí es de gran valor la mezcla de diferentes tipos de gentes que puedes cruzarte, y donde nadie se encontrará extraño, un ambiente donde puedes ir vestido como quieras, donde las etiquetas se quedan a un lado y donde no te pondrán ningún tipo de impedimento o discriminarán por tu aspecto físico, en definitiva, la máxima representación de la libertad de expresión de la ciudad.
Me encanta sentarme en sus bancos, por la tarde, con un solecito leve que calienta lo suficiente, a comerme un bocata o una lata de Coca-​Cola con la mejor compañía y desde donde arreglamos el mundo con conversaciones trascendentales que al final no llegan a ningún lado, pero de las que puedes aprender en cada frase, o con cada teoría.
Aún recuerdo la antigua Alameda, que tuve la ocasión de vivir casi in-​extremix, y la verdad es que ha cambiado considerablemente, y aunque el proyecto elegido no era de mis preferidos, aún así valoro la transformación tan profunda de la zona y que ha hecho que sus aledaños se revaloralicen considerablemente. Aunque hasta a ellos hayan sido desplazados los antiguos prostíbulos (la mayor parte desaparecidos) que inundaban la antigua Alameda, pero que ahora pasan, en sus calles paralelas, bastante desapercibidos. Solo espero que siga siendo la zona alternativa de la ciudad y que no se transforme en una zona pija y esnob como a veces tememos que ocurra.
Sin duda, tienes que visitar sin prisas, este precioso lugar…

Me encanta está zona de la cuidad, aunque mis años que ya son demasiados, me hacen añorar con nostalgia la antigua Alameda, la que está debajo de los adoquines.
No gritare como hacían los hippies de París en Mayo del ’68, que la playa está bajo los adoquines, pero ganas me dan de levantarlos con mis propias manos para comprobar si queda algo del albero amarillo que la cubría desde que se proyectó originalmente como paseo de esparcimiento allá en el S. XVII.
También echo de menos el mercadillo de la Alameda, que ahora solo es el del jueves, ya que no se instala en este lugar.
Y por último el estado de esta plaza después de su ‘urbanización’, hace menos de una década, nos hacen plantearnos sí realmente era lo mejor que se podía hacer con este espacio, que ahora de una modernidad decadente y trasnochada, no ofrece ninguna de las mejoras que se incluían en el proyecto. Solo dos kioscos, que ya existían en la antigua Alameda, están funcionando, y el resto de quioscos y locales, después de tener varios inquilinos, han sido abandonados por la falta de rentabilidad, algo que nuestros políticos futurólogos locales deberían haber preveído.
No quiero ser fatalista, pero me temo el mismo futuro decadente e incierto para grandes obras faraónicas como las setas :-(

Cada vez que pienso en la Alameda, no puedo evitar pensar en la búsqueda de la identidad (y de la dignidad) perdida.
¿Dónde han quedado muchos de sus bares más míticos? ¿Escondidos a ver el nuevo aspecto de la Alameda? ¡Qué va! Han sido devorados vivos (como en el óleo «Saturno devorando a un hijo», pero de forma mucha mas sangrienta (y sangrante) por algunas grandes cadenas y franquicias, de las que todos/​as nos quejamos, pero a las que no podemos evitar visitar de vez en cuando.
¡Ay Alameda mía! Tú que has sido amig@ de tod@s y amante de muchos! Tú que era lugar de peregrinación y simbolo de todo lo disitino y alternativo, tú que presumias que el tiempo no cambiaría tu esencia…¡y vaya si lo ha hecho! Hoy Alameda mía, cuesta reconocerte.
Aun así, como pirata que soy, siempre ansioso de hayar enormes tesoros, navego en tus embravecidas aguas, buscando algún bar que me siga sorprendiendo y…¡Ay! Resulta que tu sigues siendo la más pirata entre los piratas, y que sigues escondiendo verdaderas joyas, que aun merece la pena descubrir.

Emblemática plaza sevillana, estupenda para tapear, copas, buena musica, parques para niños, conciertos… Un planazo para el fin de semana.

Me debato entre una valoración real y actual, o una más idílica y nostálgica, porque la Alameda significó, significa y seguro que significará mucho en mi vida, aunque no esté pasando por sus mejores momentos.
Y no digo esto a raíz de las reformas que le dieron el aspecto actual, que no me desagrada del todo, sino porque la Alameda ha dejado de ser lo que era para convertirse en un hervidero de franquicias que destrozan el comercio local allá donde se asienta y expande, infectando todo lo que hay a su alrededor.
Montaditos a 1 euro, cerveza amarga y aguada por 40 céntimos, papelones de chacina de baja calidad por apenas un poco de dinero… y mientras, los negocios de la zona, de toda la vida, alternativos, familiares, se van pudriendo porque no pueden competir contra los mastodontes que han hecho de una zona única de Sevilla otro espacio idéntico, donde tomar lo mismo que en otros sitios y a precios de risa, con calidad de risa.
Sin embargo, recuerdo con cariño cuando venía con mi abuelo al mercadillo a buscar joyas escondidas. También siento nostalgia de aquel «círculo de la Alameda», el tapón de lo que hace décadas iba a ser una boca de metro, donde quedábamos para beber y pasar las noches con los amigos.
Todos esos recuerdos se perderán como lágrimas en la lluvia… sácate un cubito de servesa, miarma…

alameda de hercules literally translates to «hercules mall.» this area was actually built in 1574, yep over 400 years ago, as a public garden, and was the oldest public garden in all of spain, and the european continent for that matter. it has undergone much reconstruction, the most recent in 2008, and today, it stands as a public promenade for everyone to enjoy.
this venue does resemble a long, herculean-​length mall, with two tall, statued arches at one end. but aside from that, there are only a few benches and tables scattered throughout, and a fountain in the middle. locals and tourists alike like to walk the length of this mall to get from point a to point b, but there wasn’t much going on when we came, possibly b/​c it was raining on the day we visited. it is very close to the historic macarena neighborhood as well as many popular restaurants and tapas bars.

We found this park while wandering around one afternoon, looking for tapas and ice cold beer. Lots of choices for cafés, and most importantly away from touristy areas — which means on the cheaper end of prices.

Jueves por la mañana, voy al barrio donde tuve mi primera experiencia de emancipación hace ya 10 años, la Alameda. Llego temprano a encontrarme con un amigo y aprovechamos que en Quilombo están ofertando desayunos ingleses. Él se muestra reacio. Yo tiro de postureo: «Iyo, hazme caso que yo acabo de volver de Londres. Esto es un tema». Nos damos una vuelta por el mercadillo de calle Feria y miramos con cuidado, pero esta vez no encontramos nada, aunque nos vamos con la sensación de que algún tesoro se nos ha escapado.
Quiero comprarme una nueva bici, así que voy a Rebicíclate, y me tiro un buen rato dejándome aconsejar por el dueño, Fran, que de esto sabe un rato. Pillamos un par de bicis y vamos a probarlas por la plaza. Algunos perros empiezan a perseguirnos, les seguimos el rollo. Mientras pedaleo perseguido por un Basset Hound, cuyas orejas son el doble de largas que sus patas, y con el viento acariciando mi cara no puedo evitar pensar que aquello es el verdadero pulmón de Sevilla.
Hora de tomarse la primera. Me gusta hacer el circuito abierto de la U: empezar por Central, Eureka, Corto Maltés, Bulebar, Alameda 84, Plan B, parada obligatoria en Buoni porque no solo de frutos secos vive el hombre, cogemos la curva como buenamente podemos y depende de la hora nos tomamos una tapa tardía en Las Columnas o saltamos directamente al República, donde mis amigos (que hemos ido anexionando de bar en bar), insistirán en cambiar la cerveza por el chute de caféína de media tarde que te impone el acercarte a los 30 años.
Es entonces cuando el tiempo se paraliza como en un cuadro de Dalí. Es el momento de recuperar cabeza y estómago con un té helado en El barón rampante antes de la hora de la exposición de un amigo en LAB. Al salir de la dosis cultural del día miramos nuestros relojes, es hora de hablar sobre qué vamos a hacer esta noche. Unos dicen que plan tranqui, cubos en La Sureña y pa casa. Otros prefieren la opción hardcore vieja escuela, botellón de ron y cerrar el Fun Club dándolo todo. No hay acuerdo, da igual, aquí es mejor improvisar. En la Alameda, la montaña viene a Mahoma siempre.
Vamos a cenar a La Gorda y empezamos a reclutar por whatsapp. «Iyo vente pa la Alameda, se está gestando un plan kamikaze». «No puedo, mañana madrugo, estoy ya en pijama». «Tú sabrás, pero la sueca viene pa cá». «Me visto y voy». Ahora toca llamar a la sueca para convencerla de que venga.
Nos tomamos la birra de transición en el Naima escuchando un poquito de jazz. La birra de transición es esa en la que todavía no sabes lo que vais a hacer y te la tomas mientras llegan los que faltan. En la birra de transición es donde se decide todo. Al final la mayoría se decide por plan tieso: comprar unas litros en el Kebab de calle Feria y ocupar el primer banco libre que encontremos. Las lenguas hablan de míticas reuniones de la Generación del 36 en el Café Gijón o los beatnix en el Café Vesubio. Nada que hacer contra una buena reunión de personajes alamederos culo en banco y mano en litro. Cuando la gente empieza a moverse y el aire se queda sin obstáculos es el momento de buscar techo. El elegido es Munich, antiguo Jackson, que no está mal pero no tiene aquel cartel de néón con dibujos a lo Robert Crumb.
El alba acecha, los locales van cerrando y muchos amigos van cayendo en combate, con unos años menos habríamos ido a otro sitio a seguir, pero el tiempo no perdona para nadie. Quedamos solo tres. Eso sí, no es fin de noche sin la visita obligada al Kebab de frente al Badulaque. Con un poco de suerte te atenderá Najim, que en su país era doctor el muy crack. Por tres eurillos te ventilas un quitahambre que no quieres saber qué lleva y del que te acordarás a la mañana siguiente.
Y ahí, en la soledad fría de un pivote de la obra del 2006, es cuando ves a un tipo trepando por el balcón de una casa. Le gritamos. El tipo nos responde que esa es su casa, que ha perdido las llaves. «El coño tu hermana!» le suelta uno que pasa por allí. Entonces le digo a un amigo que vive en la calle de detrás «¿Te acuerdas cuando entraron a robar en tu casa y estábamos nosotros dentro?». «Claro, además eso fue el mismo finde que unos canis pararon el coche en mitad de la Alameda y nos entregaron una tortuga gigante». «¿Alguno tenéis el vídeo de la gorda aquella que se puso en pelota picada en medio de la Alameda y empezó a guarrear con todo kiski?». «Jaja, no, pero el Gali me dijo el otro día que en su ordenador encontró la foto de cuando tú robaste un Buda de cera en los Corralones y te paseaste por toda la Alameda en plan Hare Krishna gritando ¿Quienfumaraaaa Quienfumaraaaa?».
¿Y por qué he puesto todo este tocho? Porque esta es la mejor definición que se dar sobre lo que es la Alameda de Hércules. La Alameda es aire libre, deporte, música, cultura, gastronomía, gente buena y gente no tan buena pero siempre gente interesante, es calle y calle es Sevilla, y por eso es el alma de esta ciudad. Pero, sobre todo, lo que es la Alameda son historias.

Es uno de los corazones verdes de Sevilla. Antes el albero podía manchar las suelas de tus zapatos sin embargo desde la remodelación hay adoquines, fuentes, sitios donde amarrar las bicicletas,… En un principio nos reuníamos allí los de estilo alternativo pero ahora ha diversificado más su abanico de estilos.
Las columnas de Hércules son lugar común como punto de encuentro, los bares de alrededor… también (el Piola, Las columnas, Eureka,…). Puedes pasear, jugar a la pelota, sentarte en un banquito y pasar un rato comiendo pipas, ir a un bar/​tetería/​sala… ¡Por variedad no será! ;)

Sitio alternativo por excelencia en Sevilla, un lugar amplio lleno de locales en los que vas a encontrar una oferta de todo tipo cafés, pubs, restaurantes, museos, ferias al aire libre, lugares de ambiente, gente haciendo botellón al aire libre.
El publico es de todo tipo papas con sus niños, gente joven que se salta las clases… Si no sabes donde ir posiblemente acabes en la alameda por inercia y porque esta abierta a cualquier tipo de plan.

Si bien es cierto que la Alameda ha cambiado mucho en los últimos años, yo creo que en el fondo sigue manteniendo la esencia, esa de «sitio alternativo» de Sevilla.
He de decir que me encanta la Alameda, y ya no sólo sus sitios (bares, pubs, cine, librería, heladerías, …) sino el ambiente que hay, siempre animado, vayas cuando vayas, vas a encontrar gente allí.
A los sevillanos por regla general nos gusta estar en la calle, y eso lo podemos ver reflejado aquí. Lo que más me gusta es que puedes encontrar de todo, gente paseando a sus perros, parejas con niños, personas más mayores, chavales,… Y eso siempre hace que te sientas a gusto, sin estar fuera de lugar.
Por supuesto, que sea como una gran plaza peatonal le da muchos puntos de cara a la tranquilidad con la que se puede estar allí.
Para saber de lo que hablo, sólo hay que acercarse, pasear, sentarse en alguna terraza, tomarse una caña y mirar a tu alrededor. Para mí, tiene «magia».

I had the luck to live just next to Alameda during my stay in Sevilla, and I’m just in love with this place. That’s where everyone hangs out — and I guess because it’s a perfect place to be whether you just wanna have a nice tortilla for breakfast, a lunch with your friends, a stroll around with your dog or super spanish style — buy a bucket of beer in La Sureña and sit around for some botellón. All the cafes and pubs there are incredibly cheap — people still don’t believe me when I tell them about 50c beer.

Uno de los sitios que más me gustan de Sevilla; por eso, probablemente, he acabado viviendo aquí.
La Alameda de Hércules es uno de los espacios que ha experimentado una transformación más espectacular en toda Sevilla en los últimos años. No es difícil escuchar historias que narran las aventuras de la Alameda cuando no se había llevado a cabo su reurbanización.
La rehabilitación de multitud de edificios casi en ruinas de la zona ha desembocado en la construcción de pisos y apartamentos modernos, así como de docenas de bares, restaurantes, «gastrobares» y locales de todo tipo que han plagado sus aceras y atraído a parejas y familias jóvenes que buscan ese toque entre bohemio y chic tan característico del barrio.
Es una lástima haber asistido al cierre de algunos locales que le daban mucho sabor a la zona, sustituidos por franquicias de esas que te dan cervezas por menos de un euro, y no falta quien opina que con tantas moderneces la zona ha perdido parte de su autenticidad, pero a mí me sigue pareciendo un lugar inmejorable para vivir, y espero seguir aquí durante muchos años ;)

Es ahora cuando la echo tanto de menos por lo que me decido a escribir sobre el lugar que más frecuento en Sevilla, mi querida Alameda de Hércules. Yo no voy a hablar de su pasado ni su historia, sino de su presente en constante cambio acorde con el movimiento de sus calles.
¿Por qué soy asidua a la Alameda? Pues además de porque se encuentra en en centro de la ciudad y está relativamente cerca de mi casa, allí encuentro todo lo que necesito para pasar un rato agradable. Tanto en los locales que llevan muchos años como en los nuevos que van surgiendo habitualmente.
Tomarme un helado del Freskura, un bitter kas en el Café Sonoro, cenar en el Paladar, hojear los libros de La Extravagante, ver una peli en el cine Alameda o simplemente sentarme en alguno de los banquitos de la plaza a charlar con mis amigos.
Aquí lo difícil es no encontrar un lugar donde te apetezca estar, es prácticamente imposible ser sevillano y no haber estado nunca por aquí y como es obvio lo recomiendo a cualquiera que visite nuestra ciudad.

Da igual si vas de día o de noche, la Alameda de Hércules es un lugar para disfrutarlo a todas horas. Probablemente sea la zona más alternativa de Sevilla, donde encontrarás desde bares y restaurantes a locales de copas, establecimientos de comida rápida (pizza, kebab, máquinas expendedoras…) cafeterías, pastelerías, teterías, heladerías y hasta una mítica sala de conciertos: el Fun Club.
Y no sólo eso: alrededor de la Alameda tienes también hoteles y hostales, cines, un centro cívico (en el histórico edificio Las Sirenas) y otros establecimientos comerciales. Y no te digo nada si andas dos pasos y entras por la calle Feria. Todo un barrio lleno de vida y en el que encontrarás de todo en pleno centro de Sevilla.
La Alameda de Hércules se ha ganado a pulso su fama, que le viene bien de lejos, ya que por lo que tengo entendido es uno de los jardines públicos más antiguos de España y Europa. ¡Casi nada! En su enorme plaza y alrededor de sus bares y espacios de ocio se reúnen a diario y a diferentes horas gentes de todo tipo. Y es que ése es uno de los encantos de la Alameda: su multiculturalidad y su mestizaje, que generan un ambiente de constante buen rollo y en el que da gusto mezclarse.
¿Vienes a Sevilla por primera vez? Ni se te ocurra irte de la ciudad sin dar un paseo a media tarde por aquí, comer en sus bares (Casa Paco, Diablito, Nikkei…) o tomarte una copa en alguno de los muchos locales que encontrarás abiertos hasta bien entrada la madrugada (Café Central, Repúblika Café, Eureka…). ¡A disfrutar de la Alameda! ;)

La Alameda es el sitio, así a lo loco. Al menos yo puedo pasarme todo el día allí. Del Central al Habanilla y de allí al Avanti.
Con hambre pa las Columnas y una copa en La Caja Negra y así vamos tirando.
Últimamente hay demasiado moderneo pero la cosa va por rachas. En otros momentos no se podía pasear de noche. Así mejor.

Mucho ha cambiado la Alameda y, como siempre, la pátina de la nostalgia hace que veamos que cualquier tiempo pasado fue mejor. La verdad es que yo echo de menos el mercadillo que había los domingos, entre porquerioso y con encanto, o aquella época del círculo de la Alameda cuando podía salir solo y encontrarte allí con mil conocidos. Entonces, la Alameda tenía un punto canalla que ha perdido después de las obras y su apertura hacia otros públicos. Sin embargo hay que ver el lado bueno que supone la cantidad de negocios nuevos que han abierto, y es que en esta amplia plaza puedes echar el día entero si quieres, desde el desayuno a las copas nocturnas pasando por la cerveza de mediodía, la comida, el café, la merienda y la cena. La plaza, además, tiene muchas terrazas y es más que recomendable para el sol de los días frescos y las noches de verano.
Lo bueno de la Alameda es que, aunque se haya abierto a nuevos públicos, sigue conservando parte del antiguo y es mentira que se haya vuelto completamente mainstream. La que tuvo, retuvo y en la Alameda siguen quedando conversaciones interesantes, cervezas apetecibles, buenas tapas y noches más que divertidas.

Es de obligada visita para quien esté recién llegado a la ciudad y desee un ir más allá de la imagen que pueda tener de los sevillanos. Aquí hay algo más que chico de polo y patilla larga. Esta zona ha sido la de mayor variedad sociocutural en Sevilla durante mucho tiempo. Ahora lo sigue siendo pero no tanto desde que fue reconstruida.
Hace ya unos años que la Alameda de Hércules cambió radicalente por dos cosas. La primera por la ordenanza municipal «antibotellón» y la segunda por su completa remodelación. La primera no vamos a criticarla ya que es de sentido común que a la larga es buena, pero de la segunda me esperaba mucho más. No me ha gustado nada como ha quedado.
Las obras la propulsaron con la idea de hacer esta parte histórica de Sevilla un lugar de encuentro entre todos, ya que decían que en los últimos años se había convertido en foco de mala imagen y malas costumbres –o no de sevillanas maneras-​.
Aún recuerdo cuando copa en mano te sentabas en el suelo cual hippie a escuchar como alguien tocaba alguna guitarra. Entiendo que para los vecinos no debe ser muy cómodo pero esos momentos ya no se repitirán. Una auténtica pena.

El origen y razón de ser de la Alameda no se entiende sin su relación directa con el agua y el río. Esta zona de la ciudad estuvo despoblada hasta época almohade (siglo XII) momento en el cual la ciudad se expande hacia el norte. La retirada progresiva del rió hacia el oeste dejo libre esta zona que quedaría marcada por las inundaciones a lo largo de toda su historia (muy cercano al cauce del río y con un nivel freático muy próximo). En el siglo XVI se hicieron obras para drenar el agua, construir una alameda y acondicionarla con árboles, fuentes y estatuas.
Existen crónicas del siglo XVI en las que se cuenta que hubo momentos de inundaciones tan grandes que hasta se navegaba por ella con barcas, hecho absolutamente creíble visto la que se lía a día de hoy en la Alameda cada vez que caen dos gotas.
Ha sufrido dos grandes reformas, la primera en el siglo XVIII y la segunda la finalizada en el 2008.
Durante la segunda mitad del siglo XX esta zona pasó a convertirse en uno de los lugares marginales de la ciudad, el deterioro, la dejadez y la suciedad se apoderaron de esta plaza. Por esta época se celebraba semanalmente un mercadillo de antigüedades, animales, y objetos de todo tipo, que gozaba de muchísima fama en la ciudad y que más tarde pasó al Charco de la Pava.
Una vez se acometieron las últimas obras la Alameda dio un paso de gigantes cambiando totalmente su aspecto. Ahora es sin lugar a dudas el lugar más animado de la ciudad. Por la tarde está llena de niños correteando, padres desesperados persiguiendo a sus hijos, señores paseando, perros dándose una vuelta, y jóvenes tomando café. Por las noche el ambiente cambia, se llenan los bares hasta reventar, tapeo y copas. Hace unos años era absolutamente impensable ver a extranjeros por aquí y desde hace relativamente poco se ha convertido en un foto de atracción para los guiris que están en la ciudad.
Llevo ya unos años viviendo aquí y he de decir que cuando comenté que me mudaba a esta zona levante ciertas reticencias en mi familia, pese a que mi madre en su día también fue vecina de la Alameda. Ellos habían conocido la alameda más canalla, la de la droga y la prostitución, la marginal y peligrosa.
Yo la conocí todavía con albero y he visto cuál ha sido su evolución en estos últimos 8 años, y aunque cada día pase menos tiempo en la plaza (antes vivía más abajo que en casa) sigo encantada con mi barrio.

La Alameda de Hércules es probablemente el lugar más emblemático de la ciudad. Una extensa plaza peatonal franqueada por los mejores pub y bares de Sevilla. Es mucho más que la zona alternativa de la ciudad, es un corazón lleno de vida, buen ambiente y buen rollo.
Esta plaza tiene además un valor muy cultural, casi todos los fines de semana organizan algo: teatro de calle, conciertos, poesía, danza, acrobacia, exposiciones, etcétera. Es un lugar para entretenerse y dejarse llevar. En muchos sentido funciona como una red, te atrapa y no te deja marchar. Es una plaza enorme, muy extensa, te lleva casi diez minutos recorrerla de un extremo a otro a paso rápido y siempre está llena de personajes.
Para mi gusto es el mejor lugar para salir en la ciudad, tanto de día como de noche. He estado en muchas ciudades y hay pocos lugares como éste, con tanta vitalidad y tanto ambiente. Además el buen tiempo del que gozamos en Sevilla permite que podamos disfrutar de los encantos de la Alameda todo el año.
Me cuesta hablar de este lugar sin recurrir, con nostalgia, al antiguo círculo, un redondel de cemento que antes de las obras ocupaba el lugar central en la Alameda, y donde mucha gente se congregaba cuando se podía beber en la calle… ¡Qué años!

En origen la Alameda de Hércules fue un jardín público, hasta la fecha está catalogado como el jardín público más antiguo de España y de Europa, aunque sea mentira, pues lamentablemente el Paseo del Prado de Madrid es cuatro años anterior a este. Y aunque el Paseo del Prado lo destrozaron con la reforma de Carlos III de 1781, la Alameda la han exterminado con la reciente rehabilitación de 2008 (no se ni como definir el disparate que han hecho en ella).
Lo que hoy conocemos como la Alameda, antes de su construcción fue un terreno encharcable por la existencia un brazo del Guadalquivir en las cercanías que fue drenado. Si no recuerdo mal fue el Conde de Barajas el que le dio el aspecto monumental que hoy ya no tiene. Trajo las columnas del templo romano, puso estatuas, fuentes y árboles. Después se pusieron las esculturas de las dos columnas, una es Hércules y el otro es Julio Cesar.
En el siglo XVIII se volvió a reformar la plaza, se pusieron las otras dos columnas en el extremo opuesto coronadas por leones y posteriormente se instaló en la Alameda la fuente de la Pila del Pato y digamos que fue a partir de la guerra civil que este espacio monumental comenzó a degradarse. Dicen, y no se si será cierto, que se llegaron a contar 40 prostíbulos en la Alameda.
En el 2008 se terminó la terrible reforma que ha alterado toda la configuración del jardín histórico (yo creo que solo quedan las columnas), han restringido el tráfico, han eliminado el verjas que protegían las columnas, han quitado el albero, etc.
Hoy en díà la Alameda se ha convertido en un lugar multicultural de ocio, lleno de cafeterías, pubs y restaurantes, algunas de ellas de ambiente, donde se juntan todo tipo de personas. Aun tras el despropósito de la reforma sigue siendo un lugar único en la ciudad.