Como bien indica su propio nombre, es un gasropub donde puedes disfrutar del gran ambiente, la comida y una buena variedad de bebidas. Aunque su domicilio es la calle Orense, se accede a la entrada por la de Rosario Pino. Nada más llegar sorprende el aspecto y el espacio tan originales(ver las fotos), es como si estuvieras en el Caribe o algún sitio tropical. Una noche fui invitada al local gracias a una amiga que trabaja allí. Me podía permitir el lujo de llevar a unos amigos — ¡¡¡¡qué generosidad!!! —, así que al final los 5 gozamos de la oportunidad de conocer el sitio. Junto a la entrada hay una terraza muy bien ambientada con mesas grandes. Era una noche fría, pero debido a un estupendo sistema de calefacción, no hacía nada de frío, creando un espacio único, agradable y acogedor. De hecho observé a unos grupos en la terraza sin percatare del frío que hacía. Me dije… ¡un día me sentaré aquí! Una vez dentro di mi nombre a un camarero para que nos guiaran a la mesa asignada, y al mismo tiempo eché una rápida ojeada al interior. Tanto la barra como el local entero están genial. Reina el toque de madera y tiene una luz tenue. Cuentan con bastantes mesas de varios tamaños para adaptarse a cualquier número de comensales. También varían tipos de asientos… de puf, con espaldas, sin espaldas, tipo sillón de años 80 … Esta vez por ser una invitación, no tuvimos la ocasión de echar un vistazo a la carta ni elegir platos, sino probamos un menú de degustación con un vino blanco de Rueda. El menú empezó con dos bandejas de makizushi(sushi enrollado en algas). Son abundantes y tienen sabores interesantes. Digo«interesantes» porque no son sushi auténtico japonés sino más bien tirando al americano, es decir, al estilo california roll. Son distintos pero bien ricos. Animados por el ambiente y buen humor, los dos bandejas desaparecieron sin rastro en un abrir y cerrar de ojos! Sólo una cosilla, que me habría gustado que la salsa no fuera dulce sino de syoyu(de soja) convencional. A continuación trajeron unas bandejas de croquetas de varios sabores, y todas resultan riquísimas. La que más me llamó la atención y me gustó fue la de tinta de calamar. Sencillamente espectacular. Y se curran hasta con las salsas, aparte de la de mahonesa, hay otra de sabor a kimuchi y da un toque sumamente original. Tanto la presentación como el sabor, son dignos a un 9 — 10. Ahora bien, curiosamente el plato que más nos agradó, por la que luchamos y devoramos fue una ensalada. Lo siento, no me acuerdo de los ingredientes, pero llevaba un queso exquisito entre otras verduras, y eso que no soy de queso. Y lo mejor de los mejores era su salsa, cuyo sabor era increíble y pegaba genial al queso. Para terminar nos tocaron dos pasteles a cada uno. Uno era de chocolate y otro de zanahoria(igual me equivoco). No suelo comer postre hecho de chocolate, pero gustosamente me la acabé. Por último nos encantaron nuestros respectivos gin-tonics, las cuales se sirvieron de manera espectacular. Y de esto sí, sé el precio, que ronda unos 7 — 14 euros dependiendo de la ginebra. En general todos los platos tienen una estética sofisticada y buena calidad. La única pega que pondría es el volumen de música a mi juicio, sobre todo si uno quiere disfrutar de conversación, aunque es algo muy propio de los locales de esta índole.
Fer A.
Classificação do local: 4 Madrid
En una zona de oficinistas y a la sombra, cobijo e inciativa de los afterworks Cube, y KLMT(antes también Kerala) surge está en teoría cervecería. La teoría es que es una cervecería con cervezas del mundo. En realidad está más orientada al after work que se estila actualmente. Gin tonics y combinados de whiskey de Escocia. La combinación en cartera es más parecida a sobre 10 – 15 € consumición que a una cervecería tradicional. No obstante, está decorado con el gusto y estilo de los locales niu-ibicencos. Tanto la bonita terraza como su interior con hamacas, sofas balineses, mesitas individuales, abigarramiento de detalles de madera desgastada artificialmente, cojines y música chill out a todo trapo(con poquita e irritante variedad). Pese a todas las pegas iniciales… y al ser una cerveceria del mundo, aquí hay cervezas. Más que en el resto de los de su clase precitados. Aquí deguste La Socarrada una delicia de cerveza con miel y romero, mucho cuerpo, con regusto en boca y sin demasiado efluvio alcoholico. Ganadora de algún concurso. También he probado la isleña de Ibiza, menos cuerpo, una pilsner suave con menos fuerza. Además de todo ello, el casting de camareras predomina la belleza que en este caso no está reñida con la simpatía. Aún andan en rodaje del nuevo equipo ultra moderno de pads para pedir y pinganillos. El ambiente de momento es bastante pijo y para lo que suelo estilar, pero para tomar una cerveza cerca del curro y volver andando a casa es una alternativa satisfactoria.