Vinoteca Moratín

Vinoteca Moratin was a place that I had wanted to try for a long time. And finally I called them to make a reservation for the weekend. They said the earliest available date was towards the end of the following month and I accepted it. Finally we got to the restaurant. It’s a very small restaurant with just a few tables. The place is dimly lit and the walls are covered with images of animals that are consumed as food.
The bar is located somewhere in the middle and is connected to the kitchen.
We choose the table next to the bar. As soon as we were seated a waiter came to ask what we wanted to drink. My friend asked for a beer, and I decided to wait and order some wine with my dinner.
To begin, they offered us some light appetizers and then the chef came along with the menu. He patiently explained all the items in full detail and finally we decided on artichokes and leek for starter. The chef recommended a half-​portion dish because the complete dish would be too big. He was right. And we both loved our starters, especially the sauce that accompanied the leek.
I also asked for his recommendation on the wine. Since the place is a vinoteca (wine collection), they had 25 different kinds of wine that they offered by glass. Interestingly, the chef — who’s also a wine expert — offered me different wines to try and when I said «this one’s OK, I can go with it», he’d say: «No, that’s not enough. I want you to find the wine that you love.» This was another pleasant surprise. Finally I ended up drinking four glasses of wine instead of one, which was my original intention. But I did enjoy them all.
For the main dish, as he had suggested I ordered the salmon dish which I should say probably was the best salmon I’ve ever tried. And my friend went with the mackerel that he loved.
And finally it was time for dessert. I usually do not eat dessert, but that night decided to try their apple pie with Greek yogurt, and I wasn’t disappointed.
Everything that we ate here was absolutely delicious. But the best thing about Moratin isn’t their food, but the service. All the waiters are super attentive and friendly, and the chef is the star of the show.
We can’t wait to go back.

Dies ist eine etwas bizarre Bewertung, weil wir leider nicht in den Genuss kamen, dort zu essen, es war fully booked.
Der Inhaber erklärte uns die Situation allerdings dermaßen charmant, das Restaurant wirkte auf uns sehr, sehr schön und die Speisekarte las sich so gut, dass ich jetzt einfach mal 4 Sterne vergebe und hoffe, beim nächsten Besuch Madrids dort ein Plätzchen zu finden.

Sensacional. Probablemente sea el mejor restaurante en el que he estado hasta ahora. Es bastante complicado coincidir un mediodía con tiempo libre con mi pareja y aprovechamos que este sábado al mediodía lo teníamos para comer en algún restaurante. Tras hacer una cuidada selección terminamos decidiendo probar la vinoteca Moratín, no solo por las increíbles críticas que tenía sino también porque nos pillaba bastante cerca de casa y del plan que teníamos anteriormente. Llamamos el viernes al mediodía y nos dijeron que justo les quedaba una mesa para dos así que reservamos. Le dijimos una hora porque aún no sabíamos que al reservar una mesa ya la tienes para toda la comida, pudiendo llegar cuando quieras, cosa que nos contaron al llegar. No hay muchas mesas –creo que conté unas 9−10− y hay tres personas atendiendo, entre ellas el chef que te cuenta muy detalladamente todos los detalles de la carta. Todo se juega en la búsqueda de la calidad y de dar la mejor atención posible, cosa que se nota en pequeños detalles como lo de que te guarden la mesa y no tengas esa presión que muchas veces te dan en muchos restaurantes para que te vayas. También la atmósfera está muy conseguida, la iluminación es tenue, la música de fondo tiene un volumen bastante bajo para que acompañe pero no moleste y cuadros, botellas y vigas de madera crean un entorno bastante sorprendente. Es todo un acierto.
La atención, como decía, fue, sencillamente perfecta aunque he de decir que no estamos acostumbrados a tanta amabilidad. Es la primera vez en mi vida, por ejemplo, que me cogen la chaqueta en un restaurante y se la llevan. Nos dejaron elegir mesa y pudimos sentarnos junto a la gran cristalera a la calle Moratín, en mi opinión el mejor lugar.
Y ahora voy con la comida. La carta es bastante escasa, son doce platos más un par de platos del día y el plato de cuchara, que según escuchamos al chef era ya siempre su famosa sopa de tomate porque todo el mundo iba allí a comerla más alguna otra opción y unos tres postres fuera de carta.
Tras pedirnos las bebidas nos pusieron un entrante de patatas asadas con aceite de oliva y pimentón que estaba de muerte. Mi pareja se pidió media ración de la famosa sopa de tomate, que era bastante barata (4 €) y que le pareció lo más rico de todo lo que comimos. Yo odio el tomate en todas sus formas así que no puedo corroborarlo, pero si vais y os gusta el tomate su precio (y su increíble supuesto sabor según los comensales) hace que merezca la pena pedirlo. Junto a la sopa nos pusieron el salmón marinado con vinagreta de encurtidos que estaba increíble.
El salmón era muy fresco y la vinagreta le daba un toque sensacional. A mí la verdad es que no me sonó demasiado bien la combinación cuando nos habló de los ingredientes que llevaba, pero el chef nos la recomendó tan encarecidamente que decidimos hacerle caso y, sin duda, fue lo mejor que pude hacer. Mi plato favorito de la comida, estaba realmente riquísima y puede entrar en mi top de platos más buenos que he comido nunca.
A continuación nos pusieron el pulpo de Santoña con aceite de pimentón y cilantro sobre parmentier de patata y también estaba muy rico, especialmente el pulpo. Estoy tan acostumbrado a comer rejo que cuando como un pulpo de calidad casi se me saltan las lágrimas y este se notaba en su sabor. He comido pulpo da feira en pueblos perdidos de menos de cien habitantes gallegos y el sabor estaba totalmente a la altura. El parmentier también estaba bueno pero tampoco era excepcional, correcto. La combinación del cilantro con las elaboraciones era estupenda.
Finalmente, y también siguiendo la recomendación del chef, terminamos con un steak tartar, la gran especialidad del local. Nos puso de picante al gusto –le pedimos lo menos posible– y la verdad es que es el mejor steak tartar que he comido aunque tampoco es que lo haya comido en muchas ocasiones ni en lugares a 16 € el plato como en esta ocasión. Pero estaba bastante bueno y el chef le dio el punto justo para adaptarlo a nuestro paladar. Aún así me quedé con las ganas de haber pedido los canelones de carrillada y pienso que me habrían gustado más. Probablemente vuelva cuando tenga dinero para darme otra vez el capricho. Algo que no he comentado y que me parece reseñable en esa búsqueda del servicio de calidad que tiene este lugar es que no te cobran el pan y te lo rellenan cuando se te acaba. A la hora del steak tartar nos lo sustituyeron por bastantes tostas. En ese sentido genial.
Acabamos pidiendo postre. Yo pedí una crema quemada y mi pareja un tatín de manzana. Fue lo que menos nos gustó y nos pareció algo caro (6 € la crema y 7 € el tatín). La crema estaba rica pero no dejaba de ser una natilla ligera. Con un refresco, una botella de agua y una copa de vino nos salió por 71 €. Si no hubiéramos tomado postre habríamos salido satisfechos al 100% también con la cuenta. Probablemente volveremos.

La Vinoteca es, desde ya, el mejor sitio donde he comido en Madrid. Esto, por supuesto, tiene un precio, y no en sentido metafórico. Pagamos más de 35 € por cabeza aunque, para ser el mejor (repito) sitio en el que he comido de aquí, no me parece tan caro.
Para empezar, el detalle de que cada mesa sólo se ocupe una vez por turno y así puedan prestarte mucha más atención me parece una maravilla. Es el propio chef el que dedica un minuto a presentarte su pequeña carta, explicarte cómo cocina sus platos y sugerirte aquello que tiene más éxito entre el resto de clientes.
La atención de todo el personal es excelente en su justa medida. No te atosigan, no te preguntan nada que no sea necesario pero están pendientes de ti en todo momento (en la lejanía y discretamente, como debe ser). Un detalle que me ha gustado mucho es que te renuevan la cesta del pan todo el tiempo sin mayor coste, cambiando el tipo de pan según la comida que acompañe.
En cuanto a los platos, yo tomé la sopa del día. Era la mejor sopa de tomate que he probado jamás. Según le escuché comentar al chef a otros comensales, van a tenerla todo el año en carta porque es muy demandada, y con razón. Su intenso sabor, acompañado por unas hojitas de albahaca y unos picatostes me provocaron el éxtasis.
También probé el entrante de mi acompañante: un salmón marinado con vinagreta de encurtidos que se deshacía en la boca. Excelente. Cenaría eso cada noche.
Como segundos compartimos dos platos. Por un lado, un pulpo a la gallega sobre puré de patata. No sé qué tipo de pimentón utilizan (también lo llevaban las patatas que nos regalaron de aperitivo), pero le daba un sabor fantástico a la receta. La cremosidad del puré me pareció de 10. Por otro, un steak tartar en el que pudimos elegir el punto de picante también excelente.
Aunque un poco llenos, quisimos probar sus postres –que van variando según la época (eché de menos el helado de violetas que le vi a otro Unilocaler) — y nos decidimos por una crema flambeada (muy similar a las natillas) y un tatín de manzana que no me encantó demasiado (culpa mía, no sabía que era caliente).
La decoración, la iluminación, la música, los vinos (su carta es muy atractiva, yo opté por un albariño muy bueno), el trato y, por supuesto, la comida, hacen que mi primer 10 en Unilocal se lo lleve la Vinoteca Moratín. Volveré seguro.

This place was excellent. The owner was very friendly and presented the menu to each table. We had an artichoke starter as well as a leek based starter, both were excellent. I had the hake entrée and my wife had their cannelloni. They have a great wine list and both the wine and food pricing was completely reasonable.

Pequeño local en el que su gastronomía hace grande.
Unos camareros súper atentos ofreciéndote con todo detalle cada uno de sus platos estrella, que por cierto no son pocos. Lo que me sedujo mucho es un vino blanco Alemán que nos recomendaron y como no, su salsa picante de ají.Una pasada.

What a wonderful find and we were fortunate to get reservation on Saturday due to previous cancelation. The place is small and charming. The sole of this place is service with owner and chef taking charge and fresh ingredients prepared to perfection. Every dish was delicious. It is a gem

Food, service, value, ambience: 4.5÷5
Repeat: Yes
There is a reason why this was favourably reviewed by the Guardian. Marcos, the proprietor, is friendly and helpful, and so are his staff. The wine list is also great, and so are the house wines. Marcos selects the produce from Mercado Anton Martin, next door, everyday.
Would definitely repeat. This seems to attract a number of the Madrid society types, but there is no pretence or air about it. Almost everyone was local, and those without reservation were turned away even for lunch on a week day. So highly recommend a reservations ell in advance.

What a gem! The food was wonderful and the service was even better. We’ve eaten well during our two weeks traveling to many cities in Spain, but this experience was easily the most rewarding.

I have just finished one of the best meals I’ve ever had. Steak tartare: beautifully prepared and very delicious. The tomato soup I had for starters was even better, an extraordinary experience. The wine was also superb – the waiter’s recommendation was spot on. Add to this prompt services, a lovely, cozy décor, and cordial, expert staff who are professional without being at all stuffy, and you have a dining experience you will not soon forget. Reservations are essential – we just got lucky by arriving just as they opened in the afternoon.
Do not hesitate!

Hacía mucho tiempo que un restaurante no me gustaba tanto. Si hubiese una categoría especial 5+ aquí iría sin duda éste. Vine a cenar el miércoles por la noche con dos personas y salimos absolutamente encantados. El servicio, el ambiente, la comida, los precios… todo fue impecable.
El sitio tiene una decoración realmente agradable, casi todo en madera, con una estantería llena de libros y botellas de vino, bonitos cojines y lámparas… Es muy acogedor y a la vez elegante. De fondo tenían puesta una música de jazz que creaba el ambiente perfecto. Aunque había varios grupos de 4 personas y nosotros mismos éramos 3, creo que este sitio podría ser una buena opción romántica para una pareja.
El servicio es alucinante, de tan bueno que sorprende. El que parece ser más encargado, que creo que es el propio chef, porque habló con nosotros al principio y luego ya no estuvo por allí, nos describió toda la carta por encima. Hizo que todos los platos sonaran genial, nada más por el cariño, conocimiento y entusiasmo con el que hablaba de ellos. El resto de la velada una chica se encargó de servir todo, y me pareció la camarera más profesional que me he encontrado desde DiverXo. Era absolutamente encantadora, atenta, súper eficiente, pero sin agobiar en ningún momento… vamos, increíble.
Tienen muchísimos vinos que puedes pedir por copas. Según lo que pidas para comer y tus gustos te aconsejan y te abren la botella sólo para tu copa si es necesario. Si no te gusta además lo puedes cambiar sin problemas. En nuestro caso acertaron de lleno, no entendemos nada de vinos pero según lo que le explicamos sobre nuestro gusto nos trajeron un Caliza, D.O. Dominio de Valdepusa (tinto crianza con cuerpo), que nos encantó.
Para comer tomamos 4 platos para compartir entre 3: la sopa de tomate (de temporada, la mejor que he probado creo, la preparan asando los tomates durante 4h, pelándolos y quitándoles las pepitas), los puerros confitados con romesco, el pulpo con parmentier de patata y el plato estrella con el que yo llevaba soñando desde que hice la reserva: el steak tartar. Éste último plato es sin exagerar, el mejor steak tartar que he probado en mi vida. Le corrigen el picante a tu gusto pero a nosotros nos pareció perfecto desde el principio y lo sirven con unas tostaditas de pan. Los puerros estaban muy buenos y también el pulpo, aunque quizá éste fue el plato que menos destacó para mí porque los he comido mejores, y se suponía que llevaba cilantro pero no se le notaba. Aparte, con la comida te ponen todo el pan que necesites, muy bueno, estilo El Horno del Pan Gallego, y no te lo cobran aparte.
En total, con los 4 platos, 2 cervezas Warsteiner sin alcohol, 1 botella de agua y 2 copas de vino, la cuenta salió a 63.80 €. La verdad es que no podíamos creerlo, nos esperábamos bastante más teniendo en cuenta el nivelazo que tenía todo. A tener muy en cuenta que no cobran extra por pan y servicio, que la cerveza costaba 2 € y las copas de vino 3.5 € cada una, precios que a mí me parecen baratos para la calidad y la localización del sitio.
Vamos, que si no ha quedado claro, lo recomiendo mucho. Eso sí, para cenas es casi imprescindible reservar, para comidas no lo sé pero yo también reservaría por si acaso. Nosotros vinimos un miércoles por la noche y estaba completamente lleno sólo con las reservas. Después de haberlo probado, no me sorprende nada :)

Había oído hablar tan bien de este sitio que tenía muchas ganas de visitarlo. Finalmente disfruté aquí de una comida y no me defraudó.
Al ser una vinoteca, merece la pena probar alguno de sus vinos, preferiblemente siguiendo el consejo de los encargados. Nosotros es lo que hicimos nada más llegar y, con el hambre habitual que despiertan este tipo de ocasiones, nos lanzamos sobre la carta para elegir las ya famosas alcachofas, unos puerros con romescu como homenaje al calçot tarraconensis y tres platos principales, uno por barba, que fueron: bacalao con verduras, steak tartar (no es lo mío pero dijeron que estaba bueno) y un pulpo a la brasa durmiendo sobre el mejor puré de patata con queso que he probado en mucho tiempo. Dada la calidad de la comida, había que probar los postres, que casi estaban mejor que todo lo anterior junto.
El local es muy bonito, con cierto ambiente de salón familiar con vigas en nogal sobre el blanco de las paredes. Lo cierto es que el Madrid más antiguo es buena base para diseñar un local interesante, prueba de ello es este restaurante. Además nos pusieron en la mesa de la ventana, con lo que no podía ser mejor.
Lo recomiendo mucho.

Yo le pongo 4 estrellas aunque mi acompañante seguramente le hubiera puesto 3, el sitio es muy tranquilo y tiene una decoración muy chula muy cálida y acogedora me gusta un montón.
La atención también muy buena, te atienden sin prisa y te explican muy bien y con mucho detalle los platos.
Comimos de entrante unas alcachofas que se deshacían en la boca, muy muy bien de textura aunque les faltaba un poco de sabor y un pulpo con puré de patata muy rico, muy en su punto, de segundo yo tenía dudas entre el bacalao y el steak tartar pero me dijeron que no durara que el steak tartar era el plato estrella y era por algo, así que no dudé y quedé encantanda con mi elección porque estaba muy muy rico, me preguntaron como de picante y me lo trajeron en su punto yo le dije que picara poco pero que no fuera soso, y así fué para alguien que no está muy acostumbrado al picante, captaron la esencia… mi acompañante pidió el cochinillo, y salió un poco decepcionado porque el cochinillo es mejor al estilo tradicional y la envoltura no le emocionó mucho, yo lo probé y la verdad que el chochinillo está mejor con su piel crujiente y su grasita, no soy muy fan de reinventar este tipo de plato.
Tomamos una botella de vino tinto que nos recomendaron y que estaba muy bueno en total pagamos 94 euros, barato no es. Pero el steak tartar… sueño con él…

Este pequeño local, situado, como dice su nombre, en la calle Moratín, es una de las mejores opciones para comer o cenar en el centro de Madrid a un precio razonable.
Se trata de un lugar pequeño y acogedor, con pocas mesas pero repartidas para dar una sensación de amplitud.
Está regentado por la persona que hace las labores de chef, ayudado en la sala por otra persona, encantadores en el trato ambos.
Su carta es pequeña pero a la vez variada y como buena vinoteca dispone de una buena variedad de vinos para todos los gustos.
Tras sentarte y pedir una cervecita o un aperitivo, el propietario y chef se nos acerca para comentarnos las sugerencias, dejaos aconsejar por las especialidades del día.
Como entrantes las alcachofas fritas, los puerros confitados con salsa romesco o el salmón marinado son buenas opciones. En cuanto a los segundos, el steak tartar es la especialidad de la casa y está muy bueno. Los canelones de carrilleras también es una gran opción.
Eso sí, reservad con antelación, sobre todo en fin de semana, disponen de pocas mesas y de mucha demanda, cosa que no es de extrañar cuando uno lo ha probado.

Great food, wonderful and friendly staff. Have us a choice of two wines by tasting each one. Relaxed atmosphere. Chicken salad was a delight and far from what you get in North America.

Sin duda es uno de los mejores sitios experimentados por mí.
El local es acogedor y dispone pocas mesas. Por lo que se recomienda reservar con tiempo sobre todo si se trata de los fines de semana, pues lo hicimos con 2 semanas de antelación.
La atención al cliente es excelente e inmejorable. Vi sólo dos personales en aquel local, pero ambos saben muchísimo tanto sobre platos como sobre los vinos, y te atienden con discreción y simpatía.
La carta de platos no es muy extensa, si no me equivoco cabe en una hoja.
Sin embargo disponen de gran variedad de vinos. Si no sabes de vinos, no te preocupes, puedes decirles qué sabor te gusta, o simplemente les dices qué platos quieres te indicarán los vinos más idóneos.
Empezamos por «salmón marinado en casa con vinagreta de encurtidos» y «alcachofas con sal de cecina». El salmón está bien vetada y pega genial con una salsa verde haciendo un contraste de colores.
Y las alcachofas están espectaculares! Están tan tiernas que se deshacen en la boca dejando un toque de cecina.
Estos platos se convierten en los sublimes maridajes de un cava brut.
De segundo pedimos «steak tartar» y «canelones rellenos de carrillada de ternera».
Para mi mayor sorpresa «steak tartar» sabía a atún fresco, como si se tratara de un plato japonés «tataki de atún» — tan fresco, suave y delicioso!!! Es un deleite total. Según el chef esta textura y sabor se consiguen usando carnes frescas y sacándolas de cadera, una parte muy difícil de trabajar. Puedes pedirlo un poco o bastante picante. En fin lástima que no fuera mi plato porque si fuera así lo devoraba.
Los canelones se hacen con carne de ternera desmenuzada y con abundante queso ligeramente tostada al horno, cuyo aroma extiende al darle un mordisco.
Para acompañar estos exquisiteces, elegimos un Toro «Prima» y ha sido un gran acierto. Nada más abrir sabe a madera, y con el tiempo se oxida y va potenciándose. Acaba como un caldo carnoso y vigoroso, con olor a tierra mojada.
De postre optamos por un bizcocho al ron con mermelada, una crema quemada y tarta de chocolate. El que más me gustó fue la segunda por su fineza en el paladar.
Por los tres pagamos unos 120 euros. Excelente servicio.

Excelente la comida, el local, el ambiente tranquilo y la atención.
Recomendado el tartar, las alcachofas y el pulpo.
Un lugar ideal, comimos 2 personas por unos 70 euros, dos primeros, dos principales vino y postres. Todo buenísimo.

Día de año nuevo pasado por agua en Madrid. Buscando un sitio para comer por el barrio de Las Letras nos encontramos con la inmensa mayoría de los locales cerrados, y finalmente recalamos en MORATÍN, en la calle del mismo nombre. Se trata de una pequeña «vinoteca-​bistrot», como ellos mismos se definen, con unas 8 mesas, ambiente acogedor y una decoración moderna y acogedora (vigas vistas, tonos grises, pavimento de cemento pulido, etc.). Nos presentamos sin llamar y encontramos mesa de casualidad, porque tenían casi todo reservado. 2 personas, nos tomó nota Marcos, el propietario-​chef, y en vista de lo simpático que es y lo bien que nos explicó las recomendaciones del día, nos pusimos en sus manos. Todo a compartir comimos alcachofas con sal de cecina: corazones de alcachofa tiernos y suaves, extraordinarios; salmón ligeramente marinado: lomos presentados con una suave salsa de mostaza que realzaba el sabor del pescado, desgrasado gracias a la técnica del marinado, resultó un plato riquísimo, para repetir; por último, un espectacular steak tartar: de carne de cadera, picado a cuchillo con cariño (parece que no pero se nota), jugoso y con el punto justo de picante. De postre, una crema quemada, receta de la madre del cocinero según nos explicó, ligera y nada empalagosa, un final perfecto para el ágape. Como vinoteca que es, tiene una carta de vinos de 6 páginas con unas 100 referencias, con vinos curiosos de muchas denominaciones y precios moderados. Por indicación de Marcos pedimos un vino de San Martín de Valdeiglesias, «30.000 Maravedíes», de garnacha y syrah un con un puntillo ácido que maridó perfectamente con los platos, especialmente con el steak tartar. Servicio atentísimo, Marcos, el chef, pasando constantemente por las mesas supervisando el servicio y explicando los platos. Vajilla correcta, servilletas de tela y cambio de plato y cubiertos con cada ración. Con un café con hielo, pagamos 58,60 euros. Volveremos a probar más cosas. Un sitio para repetir y recomendar.

Pequeño espacio, gran cocina y espléndida bodega. Se llama vinoteca porque ése era el proyecto inicial, que fue creciendo hasta convertirse en un restaurante ‘de producto’ con una firme apuesta por el maridaje: con vinos tranquilos para sus platos salados, y dulces, para los postres. Marcos Gil, su responsable, te asesorará siempre en la elección. Da gusto encontrar anfitriones así de amables. Dará que hablar.

New bistro in Huertas. Mix of traditional Spanish ingredients with nouvelle cuisine. Fantastic food and good wines, very reasonably priced (main dishes between € 10 and € 13). Good service and cosy ambiance. Perfect for a lunch or dinner after the museums!