Un restaurante indio al lado de Lavapiés, pero fuera de la vorágine bollywoodiense y las continuas llamadas de sus relaciones públicas para que entres en el restaurante de todos. Ocupa el local de un antiguo restaurante chino y han reciclado parte de la decoración, como los dragones del techo; ahora bien, es más bonito y está mejor decorado que los demás de la zona. La persona que nos atendió era muy simpática, cosa siempre importante, aunque la comida no me gustó tanto como en otros: las samosas estaban bastante secas y, en general, las raciones son más pequeñas que las del resto de indios de la ciudad. Supongo que compensa cuando sabes que en algunos portales ofertan un 50% de descuento en carta, pero si vas a pelo te quedas con hambre. Su mayor ventaja es que es mucho más tranquilo y bonito que los de Lavapiés, pero si no te importa el precio y quieres comer más cantidad, quizá debas barajar diferentes opciones.