El panorama de los restaurantes madrileños en agosto es un poco desolador cuando tienes la osadía de no tener reserva o hacerla y esperar una confirmación que nunca llega… Así que, caminando sin rumbo fijo por el barrio de las Letras, con ganas de cenar con unos amigos de San Francisco que querían carnaza, dimos con este restaurante con muy buena pinta por fuera y por dentro. No estaba lleno, apenas un par de mesas ocupadas, y es de agradecer que, siendo cuatro, nos dieran una gran mesa de madera muy chula que, aunque podían comer allí seis, estaba preparada para cuatro, con una vajilla muy bonita. Me gustó mucho la decoración y el detalle de las cabezas de toros de plástico gigantes, muy divertido. El servicio fue simpático pero hay detalles que hay que mejorar, como enseñar a los camareros a servir el vino sin tocar las copas. Otro detalle que creo que habría que mejorar es tener al menos un tipo más de pan, porque el pan con pasas no tiene por qué gustarte. Al menos tener uno ‘tradicional’, sin nada. Y digo esto no porque sea extremadamente tiquismiquis, sino porque Parrilla del Mago es un restaurante cuyos precios permiten, de sobra, exigir ese tipo de detalles. Al menos dos o tres tipos de pan, que se sepa servir el vino(y si el camarero no sabe, que lo haga directamente la jefa de sala), que el camarero no deje la botella de agua sobre la mesa cuando había cubitera para mantenerla fría o que se interrumpa una conversación para preguntar qué tal estaban los entrantes, en vez de esperar un segundo al lado de la mesa. No me gustan los restaurantes en los que la carta aparece con los precios sin el IVA. Me parece que es un intento de engaño al cliente y evita sorpresas innecesarias al pedir la cuenta. Quizás el dueño de este establecimiento sepa sumar de cabeza el porcentaje que toque en ese momento, pero no todo el mundo sabe hacerlo. Con respecto a la comida, he de decir que nos encantó a todos cada uno de los platos. La carne a la parrilla estaba deliciosa, tanto el solomillo como la brocheta. Fallaron un poco con la ensalada de tomate, que no era un tomate de calidad, sino más bien de los que no saben a nada, pero con las piparras, la cebolla y un buen aliño se disimulaba. Las mollejas, en cambio, exquisitas, de las mejores que he probado. No entiendo que los acompañamientos de la carne se cobren(IVA incluido) a casi 6 €(patatas fritas o pimientos, por muy buenos que sean, es excesivo; y las raciones no eran tan grandes). No sé cómo hicieron mi cappucino, pero ni en Italia lo he tomado tan rico. Y el detalle de darnos unos bizcochitos con los cafés estuvo muy bien. Resumiendo, un restaurante bueno pero excesivamente caro en algunas cosas, con detalles que pulir en el servicio, aunque simpáticos. Ambiente agradable, buena localización y carne de calidad, que es lo que esperas en una parrilla.