Una librería-kiosko-papelería perteneciente a las que yo denomino«de la resistencia» es decir, librerías papelerías kioskos de barrio que aún contra viento y marea siguen en pié seleccionando revistas y cromos, bolis y cuadernos para los vecinos, estudiantes de instituto o sea quien fuere que necesite material. Me gusta el estilo abarrotado, el horror vacui que se desprende de la necesidad de tener de casi todo disponible. Yo vine a recoger un paquete, si, a recoger un paquete porque además es un punto de recogida UPS. El chico que me atendió era amabilísimo, con sonrisa, librero, kioskero, de los que quizá en los 80 hubiese leído tras el mostrador, de reojo, alguna novela de Estefanía y el Oeste.