Una de las cafeterías con más solera de la zona. Lástima que en la actualidad parezca que haya algo de dejadez en la ambientación y la experiencia sea menos agradable que como recordaba en épocas anteriores. Un salón de estilo clásico/rancio con una división de pasamano, una tele plana de grandes dimensiones, los barriles ocupando el final de la barra dan la impresión de conformismo y no agrade la visual junto a la fachada principal. Recibe el nombre por el lateral con vidrios tintados en un lateral del local, que dejan pasar la luz a la espalda de la gran barra que ocupa medio local. A pesar de que tienen una terraza exterior preparada para este clima, en varias veces que pasé por delante esta semana no la vi montada. El personal muy atareado por la alta rotación de clientes que allí se dan cita, transmiten una sensación ambigua de querer acabar pronto para dejar de oír el bullicio en hora punta. Tienen menú del día que ronda los 10’50 €, en cuanto a los desayunos opté por pedir una tostada de barrita con tomate y aceite(por suerte era una pieza de pan muy similar a la tostada del sur, aunque puesta a la plancha y no en tostador) que con el café Novell me costó 2’50 €. Me llama la atención que como en algunos locales de la zona, todo el personal son hispanoamericanos. Resumiendo, un local clásico, correcto en precio y calidad de sus productos.