Lacaña

Comenzando por la terraza, que no tiene nada de especial ni es particularmente bonita, pero por sentarte allí pagarás un recargo del 10%. El interior lo tienen más cuidado y con una decoración estilosa.
La camarera se comporta de manera maleducada y poco profesional, con demasiada confianza, como si en lugar de clientes estuviese tratando con sus colegas. Además, en lugar de concentrado en trabajar, el personal más bien parece que estuviera pasando el rato. Muy cutre.
En cuanto a los zumos de frutas, sí que están muy ricos. No he probado allí la comida ni el alcohol. Los cafés los sirven fríos.
Resumiendo: Tenlo en cuenta como última opción si no vas con tiempo de buscar otro sitio; pero sin duda Madrid cuenta con establecimientos mucho mejores.

Bar del que se salvan los zumos y batidos (que es por lo único que hemos vuelto, ya que vivimos al lado).
Para desayunar o tomar unas cervezas y tapeo deja mucho que desear en cuanto a relación calidad-​precio.
Dentro, la decoración tiene su encanto y la música de fondo puede ser un pro o un contra, en función de tus gustos y de lo que les haya dado por poner ese día.
Opción válida si quieres tomar algo literalmente al lado del Reina Sofía, pero quieres evitar el «impuesto del guiri» de los bares mejor ubicados que lo rodean en la plaza.

Mi comentario será sencillo: llamarte La Caña y ofrecer de grifo cerveza de baja calidad (estella Damm), es publicidad engañosa. Yo no comí aquí, vine a tomarme unos vinos. Yo tomo tinto pero olía tan bien el Godello, queme tomé uno. Espectacular de olor, aunque limitado de sabor. El precio es alto para lo que es local.

Entramos de casualidad, explorando nuevos sitios, tenía terraza y el bar era agradable… hasta ahí todo perfecto… lo demás fueron un cúmulo de sucesos algunos muy desagradables y maquiavélicos:
1º No nos ponen aperitivo, esto evidentemente se puede disculpar, porque a la demás gente si se los pusieron… pero un ovido lo tienen cualquiera.
2º Entra un chico que estaba en la terraza a pedir cutro cañas, el camarero le dice que se las lleva, que no se preocupe, hasta ahí bien… el problema viene de su compañera, que cuando se va el chico se le hincha la vena y dices que son unos pesados impacientes, que les tiraría un plato en la cara, en dos palabras FLI-​PO.
3º Vienen una pareja de turistas extranjeros y se sientan a cenar, piden dos copas de cava, y la susodicha comenta: -«Este cava no tiene ni burbuja ni ná!» a lo que dice el compañero «–Pues fuera! Tíralo!» a lo que nuestra «amiga» responde «–Espera que a lo mejor les vale ;-) ;-)», y así, con toda su caradura se lo sirve… en dos palabras IM-​PRESIONANTE.
4º Y por último, las tapas (dos bolitas rebozadas) de los incautos turistas con todo su morro, va y dice nuestra «prima», «-esta tapa es para nosotros» y así con menos vergüenza que miedo se la zampan… en una palabra BOCHORNOSO
Yo aquí no vuelvo más, por maleducados, por engañar a la gente y por desagradables.
Otro punto en contra es que es caro, el vino mas barato vale 2,60 € y la caña 1,50 € (y sin aperitivo :-()

Yo no voy a volver. Pedimos un par de cañas con la intención de si nos gusta, cenamos. Pero no nos gustó. Nos sentamos en la barra para disfrutar de esas dos cañas que costaron 1,5 € y no traían ni una triste tapa, ni os vayáis a pensar que eran dobles. Eso sí, salieron dos tapas y la camarera dijo: éstas son para nosotros, refiriéndose a ella y el otro camarero.
Como tenían un poco de descontrol y mucha gente en la terraza, debían de tardar en salir a atender y la gente, para facilitarles el trabajo, entraba a pedir. Pues la chica maja de la barra, no les trataba muy cordialmente que se diga y luego refunfuñaba con su compañero que daba gusto (yo no voy a ningún sitio para oír como se ofende a la gente). Y ya lo del cava… Eso es de vergüenza. Una pareja de turistas pide cava. La susodicha coge la botella. Su compañero le advierte que lleva tiempo abierta, que lo mire y si no lo ve, lo tire. Pues ella va y dice: voy a probar, si les sirve y no sé dan cuenta… Y, ni corta, ni perezosa sirvió un cava sin espuma. Imaginad qué rosario tenía!

Llegamos a Lacaña gracias a Unilocal,ya que buscábamos un lugar cerquita de Atocha en el que tomar algo antes de que saliera el Ave. Los comentarios que leí y su terracita a la sombra nos gustaron, así que allí que nos sentamos.
Pedimos cinco cañas, muy ricas y fresquitas (3 euros cada una, ya pueden estarlo), y un par de tapas para compartir: lacón a la gallega y croquetas. Según la carta, el lacón era una ración (entiendo que más grande que una tapa) y las croquetas eran una tapa que costaba 2,20 €. Y aunque es cierto que todo estaba muy rico, el lacón era algo pobre para lo que cabría esperar por su precio (alrededor de los 10 euros) y las croquetas ya acabaron de matarnos. Es cierto que su tamaño (el de cada una) era el doble que el de una croqueta normal, sin embargo, su precio es algo desmesurado (por ser fina y educada).
Como os he dicho, en la carta ponía que la tapa de croquetas costaba 2,20 €, y el camarero muy amablemente nos explicó que en cada tapa venían 6 croquetas, así que pedimos 10 para tocar al menos a dos cada uno. Lo que no pone tan claramente y tampoco nadie se esforzó en explicarnos es que ese precio que aparece en la carta es de CADA CROQUETA, es decir, que la broma de las bolitas de bechamel nos costó 22 euros sin darnos cuenta.
No voy a decir que estuvieran malas, pero me parece de coña pagar 2,20 por una croqueta. Llamadme loca.
Un ratito en una terraza que en total nos costó 51 euros y que dejó un mensaje claro en todos nosotros: lo siento, pero nunca más.

Está al lado del Museo de la Reina Sofía y es donde me sirven vinos en condiciones en mi barrio.
El pequeño problema es que no se renueva la carta de vinos por copa. Ojalá la cambien o amplíen.
Pero sí, siempre te ponen aperitivos muy majos y de buena calidad, y los vino se sirven en una copa grande. Admito la gracia que tiene un chato, pero me gustan copas y copones.
Su menú del día también tiene mucho encanto, pues, se come realmente bien.
Depende del día cambia el número de platos a elegir tanto de primeros como de segundos aunque no suele haber muchas opciones.
Sin embargo debo reconocer que los platos están muy bien elaborados y te agradan el paladar y la vista. De hecho el local se llena rápido.
Si quieres comer a la carta, se habrá que probar el delicioso salmorejo.

Estupendo bar para quedar con alguien y charlar cómodamente. Una copita de vino o una caña junto con una rica tapa.
El otro día estuve ahí y la verdad que se está muy bien. La música no es que sea mi preferida, es un poco chill out, pero perfecta para crear ambiente y poder charlar sin gritar. La decoración no es que me chifle pero las mesas son cómodas y se está tranquilo.
Yo me pedí un albariño, que la copa sale a 3,50 euros (un poco más cara de lo normal) pero estaba muy rico y junto a las copas pues unas tapitas que estaban muy ricas y son originales.
Tiene para tomar raciones, comer, desayunar, merendar y cenar. Además el domingo creo que hacen una única comida que es árabe.

#juevesdereseña
Caía un sol de justicia en Madrid, y unos cuantos avezados terminábamos La Carrera de Madrid (también conocida como la carrera Norte vs. Sur) después de 10 kilómetros de sufrimiento, un calor de tres pares de narices y una falta preocupante de hidratación.
Como ninguno habíamos desayunado (más allá del típico café, el típico plátano y la barrita energética para mantener la compostura sin desfallecer) no veíamos el momento de hincarle el diente a lo primero que pilláramos. Sin embargo, nos alejamos un poco de la zona de finalización, para poder sentarnos en alguna terraza convenientemente (tampoco era plan de entrar a ningún local a atufar al personal después de habernos pegado la gran sudada…)
Total, que mi amigo Hugo nos llevó a esta terracita de la Calle de Santa Isabel, que es una de mis favoritas en Madrid, y nos sentamos en la terraza. El desayuno cuesta poco más de dos euros y te sacan un surtido de panes para que escojas el que quieras. Multicereales, alemán, blanco… ¡tienen de todo! Y encima todos riquísimos.
El tipo fue de lo más simpático y desayunamos como auténticos campeones, su tostadita de tomate y aceite y un buen café con leche. Desayunamos tan bien que nos dieron ganas de hacernos diez kilómetros otra vez.

Lo he descubierto hace poco, y aunque tenga poquitas mesas en la terraza (ahora en primavera, que es cuando todo mola mucho más) me paso algún domingo que otro. Abren desde el desayuno hasta las primeras copas, todos los días, aunque el horario de cocina es de 13.30 a 16.30 y de 20.00 a 00.00 (todos los días).
Bien de menú (barato y rico), bien de carta (¡carrillada al tomillo!), buenos cocktails, buenos zumos. ¿Se le puede pedir más a la vida?

Este es un bar que no está mal en la tranquila y grandísima calle de Santa Isabel, hace esquina con Doctor Fourquet. Tiene dos o tres mesitas fuera siempre y dentro se está muy bien también, se ve la calle y está abierto. Es un bar bonito, con un toque algo pijo, no diría yo que es barato precisamente, pero está bien para tomar unas cervezas o vinos.
Te ponen tapas pequeñitas, pero muy ricas y generalmente de algo que han cocinado así original.
Se está muy bien, el público es gente no tan joven, quizás por los precios, por el ambiente cultural del barrio, por lo que sea.