La Brújula

Buena cristalera en esta pequeña calle te recibe. Iluminado y moderno local. Llama la atención cuando recorres la calle, llena de bares «más de barrio» y con más años. Paras en la puerta y echas un vistazo al menú. No tiene mala pinta. Tienen un menú nacional (dos platos a elegir) y un menú internacional (con un solo primero y un segundo). Menú nacional 13,50 € y menú internacional 14 €. Entramos.
La parte de la cristalera tiene unas mesas altas y unas bajas, quizá más para un café o un cóctel que para comer. Dentro, tienen un pequeño salón con mesas de tamaño adecuado para comer. No había mucha gente cuando entramos.
Al pasar al saloncito pasas por la cocina y puedes verla (esto siempre es un plus, el ver los entresijos…). Las camareras muy atentas y simpáticas.
A parte del menú, tienen carta de tapas, pintxos y una carta muy extensa de vinos. Si elijes un vino de la carta no entra en el menú. Ponen jarra de agua, en vez de colarte una botellita cada vez que quieres agua.
Mi amiga pidió el menú internacional: eran como unos rollitos de primavera que dijo que estaban buenísimos. Eran 4 en la ración, acompañados de una salsa que debía ser como agridulce. De segundo, ternera salteada. Este plato no triunfó demasiado, la ternera estaba bastante seca. Venia acompañada con verduras al wok, crujientitas. Éstas si estaban ricas, ricas. :)
Yo pedí, una ensalada que llevaba, lechuga, tomatitos cherry, cebolla, tiras de bacon y huevo. Estaba muy rica, algo salada en su aliño (podían darla sin aliñar), pero entró en mi estómago de maravilla. De segundo, solomillos ibéricos con salsa balsámica. Muy, muy rico. Eran 4 rodajitas de carne, acompañadas de un puré de patata muy, muy bueno (si no era casero, lo parecía totalmente. No sabía al puré de maggi, ya me entendéis).
De postre, aunque había postres que hacían saltar las alarmas (tarta de queso, flan…) pedimos fruta de temporada: plátano y naranja. ¡La traen ya cortada y servida en un plato! ¡¡Muy buen detalle! Y en la ración de plátano, yo creo que ponen un plátano y medio o dos… Y la naranja tenía buen tamaño, también!
Cafetito también, incluido en el menú. En el salón solo se incorporaron un grupo que parecía de trabajadores de la zona y nuestra mesa (tampoco caben muchos más), pero estuvimos muy a gusto, sin demasiado ruido. Igual si el salón se llena, puede resultar algo incómodo por las conversaciones cercanas entre las mesas.
Muy buenas sensaciones de este lugar que debe haber abierto hace poco. ¡Se merece una visita!