Originalmente íbamos a otro sitio que resultó estar hasta la bandera, así que terminamos recalando en este porque tenía una mesa grande vacía y el ambiente parecía tranquilo(somos personas muy mayores). La mesa estaba colocada nada más entrar a la puerta y la barra está nada más entrar a la derecha; la consecuencia es que el pasillo que queda entre ambas es estrecho y si alguien tiene que sentarse ahí le soban el lomo continuamente con las entradas de nueva gente y las idas y venidas del fumeteo. La culpa de todo es del Gobierno. De las bebidas no puedo hablar ni bueno ni malo, nadie se quejó ni tuvo alabanzas; en cuanto a las raciones: probamos los huevos rotos con pisto y foie, que estaban bien pero me resultaron escasos; el rabo de toro, que estaba bueno y bien de tamaño; unos pimientos rellenos de los que no puedo hablar porque es una de esas cosas que yo no cataré jamás; y unos filetes de pollo con una salsa de los que solo albergo el recuerdo de que eran algo sositos. El sitio está decorado de forma austera pero personalizada, así que tiene algo de encanto, y el personal es agradable y nos preguntaron si nos parecía bien el nivel de luz que teníamos porque podía subirse si queríamos; ahora bien, se quitan las ganas de dejar propina porque, cada vez que alguien lo hace, golpean una campana y gritan«¡Boteee!» y me pegaron un par de sustos que casi terminan con mi vida.
Maricarmen G.
Classificação do local: 3 Madrid
Un sitio relativamente nuevo en Lavapies, para tomar unos vinos, cañas o café. Precios un poco caros para el barrio(raciones a 8 € para arriba, tartas a 5 €). Decoración rústica con madera y elementos de construcción a la vista, muy acogedor. Su personal es muy cercano. En el último tapapíes, su tapa ganó el premio que daba cervezas Damm al mejor maridaje con su cerveza! !