Esta panadería-pastelería-cafetería forma parte de una cadena catalana de franquicias. Aunque lleva abierta al lado de casa de mis padres bastante tiempo sólo he entrado en un par de ocasiones. La primera en Año Nuevo porque este tipo de establecimientos te salvan la vida en estas ocasiones, hay que reconocerlo. Y la segunda fui a comprar un montón de bollería para llevar de merienda a casa de mis padres porque ya eran las 7 y pico de la tarde y nuestra pastelería favorita no tenía sus deliciosas palmeras(se me hace la boca agua…). Compramos una napolitana, 2 palmeras, 3 donuts y 3 croissants. Podéis ver algunos de los precios de panes y bollería en las fotos para que os hagáis una idea. En general no me pareció nada del otro mundo. La palmera tenía demasiada masa para mi gusto y muy blanda y el chocolate estaba demasiado dulce; la napolitana sólo tenía un hilito de chocolate dentro y en cuanto mi madre vio los croissants dijo: «Ayyyy, no son de esos ricos que están pegajosos por fuera». Me parto con mi madre… Pero vamos, que nos lo comimos todo ¡¡todo todo! Seguro que volveré a alguno de estos locales a comprar alguna urgencia, pero si no elegiré otras panaderías y pastelerías del barrio.