Gaspar 33

Hay páginas que lo ponen como restaurante o bar para picar algo, nunca mas lejos de la realidad y la camarera que te atiende es muy desagradable. Un local poco recomendable.

Justo llegando a Dos de Mayo está este bar anteriormente conocido como Pobre Gaspar y ahora Gaspar 33.
Hacía mucho tiempo que no iba hasta que justo el otro día acompañé a un amigo a ver un piso en ese mismo edificio. Tras verlo nos metimos allí y empezamos a desvariar (primero con café para luego pasar al gin tonic) sobre todos los planes que vamos a hacer en esa terraza… poco a poco se nos calentó la boca y empezamos a hablar con el camarero y todo. Vamos que cuando viva allí el dueño ya está invitado y nosotros ya tenemos un bar acojedor y agradable donde pasar las horas.

Cuando estudiaba en el centro, este lugar era la cafetería de mi escuela. Todos, casi sin excepción, nos acercábamos hasta aquí para tomar el café de la mañana o en su defecto una infusioncilla.
Ahora, ha cambiado un poco, ya no tiene cojines en el sueño como antaño y le han dado un toque algo más actual y cuidado. Incluso ha cambiado de nombre; ya no es el Pobre Gaspar, sino el Gaspar 33.
Aun así, sigue conservando el espíritu y la calma característica que hace a los clientes encontrarse copmo en casa y querar pasar toda la tarde (o la mañana) sentado en alguna de sus mesas arreglando el mundo con alguna amiga.
Ya no voy a diario, como antes, pero si estoy en el barrio es siempre la primera opción, por algo será.

Con tanto local moderno y bares de pocas a veces se echa de menos esa típica cafetería sin más aspiración que dar cobijo a aquellos que quieren tener una larga charla delante de un té o un café.
Por eso Pobre Gaspar me gusta, me hace sentirme como en casa, y siempre que quedo con alguna amiga para ponernos al día y no nos apetece irnos de cañas (aunque también las sirven) nos vamos al Gaspar. Muy buen trato, no muy grande, pero acogedor.