Me encanta la fruta. Pero me encanta también que la fruta sepa a fruta, no a pepino. Por eso no la suelo comprar en grandes supermercados, sino que intento buscar fruterías de barrio donde le pongan un poco más de cariño al tema. Entré en la frutería Palomar por consejo de un compañero que ya había estado antes. Da gusto entrar en fruterías así: gran variedad de frutas todas bien colocaditas, todo limpito y ordenado, dependientes que te saludan y te atienden con una sonrisa. Ninguna pega. Compré unas manzanas rojas que tenían muy buena pinta, tipo la de Blancanieves pero sin veneno, y estaban muy ricas. La única pega que puedo encontrar son los precios, algo más altos de lo normal pero, por lo menos a mí, no me importa gastar un poco más de dinero en fruta si con ello voy a poder disfrutarla de verdad.