Estoril

Yo lo llamo el bar fusión de mi barrio. Es el reflejo de que los asiáticos y los españolitos estamos empezando a interaccionar, a entablar una conversación más allá de «me das una barra», «cincuenta céntimos», «Hasta luego», «alaluego».
Desde hace un año, los nuevos propietarios del bar son chinos. Tres chavales jóvenes, hablan español, y tienen gracias los jodíos.
Charlan con los vecinos del barrio, bromean con los abueletes y, además, tienen unos precios muy competitivos: Rioja, licor 43, ron negrita y pacharán, 1 euro. Cañas en la terraza a 1,10 euros. Dos torrijas, 1,50 euros.
Me gusta sentarme en su terraza porque la experiencia de la tapa es como el Yin y el Yang, o como diría Forrest, Forrest Gummmp, como una caja de bombones, nunca sabes cuál te va a tocar.
A veces unos tristes kikos, a continuación una tapa de salchichas con tomate, la siguiente unas rebanadas de pan con algo que no reconozco, de repente, salen y te obsequian con unas patatas fritas. Una de cal, otra de arena. Dar cera, pulir cera.
El Circular tiene una parada justo delante del bar. Atrévete. Si eres futbolero te pondrán el partido de tu equipo.