El Racó

Era uno de mis sitios habituales cuando vivía en el barrio y, aunque me he mudado, intento pasarme de vez en cuando para saludar a los parroquianos que conozco. Lo que me ha enamorado de este local es tanto la inspiración de taberna catalana con los diferentes elementos de hierro forjado que lo adornan y su toque rústico como la excepcional atención de Alex (el encargado).
Además, es uno de los pocos sitios que tienen VollDamm, una de mis rubias cervezas favoritas y la suelen acompañar de tapas que suelen tener tras una vitrina, incluso puedes escoger lo que te apetezca de lo que te puedan ofrecer.
Además, tienen una carta muy variada tanto de montados/​pinchos como de hamburguesas, sepia, etc., suficiente variedad si vas con un grupo de amigos, con la pareja o sólo a tomarte algo.
En verano y cuando hace bueno, suelen tener la terraza preparada al otro lado de la calle, donde da gusto estar porque da la sombra de los árboles y como es una zona donde corre el aire se está más fresco que en otras terrazas.

Cuando en un sitio hay niños y familias, a mi me da buen rollo. Es como estar en Segovia, de nuevo. Este ambiente es el que se respira en este lugar.
Un bar «familiar». Está bien. Cañas y tapas a buen precio. No hay mucho más que destacar, la verdad, pero bueno. Que hay que probarlo, vaya.

Tienen buena fama y eso ya es una buena señal.
Conocía su taberna en la Calle de Alcalá por las ingentes raciones que te ponían con unas cañas muy bien tiradas y me decidí a conocer este hermano pequeño.
Lo cierto es que el día elegido no debió de ser el mejor, era domingo, el local estaba lleno de familias y niños y el pobre camarero no daba a basto.
Consciente de su desatención vino en un par de ocasiones a recordarnos que no olvidaba nuestra presencia y que nos faltaba una tapa. Tapa que al final no llegó, pero que no nos importó por que de momento aún tenemos corazón y entendemos cuando una persona está liadilla.
No he vuelto a ir, pero estoy segura de que lo que sucedió ese día fue excepcional, a juzgar por el trato y la fama que les precede.

Cerca del Parque de la Quinta de los Molinos, encontramos este pequeño pero acogedor restaurante. Apenas 10 mesas para degustar excelentes arroces y carnes a la parrilla. Alimentos de calidad y de temporada entre los que puedo destacra y recomendar el Arroz de bogavante y alcachofas y LA Tosta Carmencita (Bacalao).De postre no podeis iros sin probar su ‘Crema peruana’.Destacar tambien su excelente bodega, con existencias de todos los paises. (dejese aconsejar).Dispone de un menu diario por cerca de 12 euros que permite hacerse una idea de lo deleitosa que es su cocina. Servicio encantador, te hacen sentirte como en casa y es un lugar seguro de repetir.