El Perla

Seamos sinceros, El bar en si no tiene nada de nada, si no fuese porque es un lugar de encuentro gay los domingo es el típico bar en el cual no entraría ni loco a tomarme un refrigelio. La gracia de este bar como los otros de la zona es la ubicación y la tradición de los gays de frecuentar los bares de la calle Calatrava los domingos una vez que cae el sol.

Un amigo acertó una vez a definir El Perla como «un pan sin sal». Y no encuentro mejor definición para este lugar. Pero primero, os pongo en situación: domingo, alrededor de las siete de la tarde. Estás aburrido en casa, y no sabes qué demonios hacer. Pegas un telefonazo y, como ya te imaginabas, tus amigos proponen ir «al Triángulo» a echar la tarde-​noche, con ese espíritu tan madrileño de «mañana hay que trabajar, así que el que venga detrás que arree».
Sin tú comerlo ni beberlo, en lugar de ir al cine, a dar una vuelta por el centro o dedicarte a cualquier plan más tranquilo, te plantas en el Triángulo con tu cara de «llevo-​todo-​el-​finde-​que-​no-​paro» y «yo-​en-​realidad-​estaba-​pensando-​en-​irme». Y te encuentras con tus amigos.
De las tres opciones del Triángulo, que comprende El Perla, La Sixta (
) y El Atril (
), lo ideal es empezar siempre por El Perla. Suele ser el que tiene mejor ambiente desde bien prontito, quizá gracias a sus cristaleras o quizá porque tiene menos pinta de ser tipo discoteca, por lo que da menos reparo entrar cuando el Sol todavía brilla encima de tu cabeza.
Y a partir de aquí, la vorágine. ¿Qué tienen los domingos en La Latina? ¿Por qué todo el mundo se habla? ¿Por qué siempre que emprendes el camino de vuelta hacia tu casa te vas tan feliz? ¿Cómo es posible que vayas con intención de marcharte pronto y termines volviéndote a tu casa a las tres de la mañana? Será que la Ruta Latinera, siempre tan recomendable, nos gusta más de lo que nos pensamos. Y El Perla es el único local que se queda un poco trastabillado: no tiene la falta de pretensiones de El Atril (ni las pipas, claro está) y tampoco tiene el barroquismo de la Sixta. Así que, entre estos dos, grandes exponentes del dominguerismo en La Latina, se queda un poco pobre. Ahora, que si eres de los que llega a primera hora, este es tu sitio.

La Perla es uno de los locales favoritos de los petardos de mis amigos, sobre todo para las tardes de domingo tras el rastro. A mi no es que me guste en exceso, la música que pone me pone malo, y normalmente me agobia, pero reconozco que se pone hasta arriba y es un local bastante idóneo para establecer relaciones sociales.
No es la primera vez que hemos ido y no hemos podido entrar. La gente tiene la jodia manía de apalancarse al comienzo de la barra (donde es mas estrecho el bar) y no pasar al fondo. Tampoco es la primera vez que nos hemos dejado casi 100 euros en copas.
Los camareros/​as son muy majetes.

Miguel, el dueño de El Perla, ha sabido transmitir su lado más hedonista al local. En mi opinión, uno de los bares de la pequeña Chueca más divertido y con más chicos y chicas guapas por metro cuadrado.
El Perla ofrece la posibilidad de matar el gusanillo con tapas de empanadas, albóndigas y tortilla, pero no te engañes, aquí se viene de copeteo, a escuchar música de baile, a mostrar tus mejores coreografías y a ligar. Dice la leyenda que una noche alguien se fue sin interactuar.
Mi amigo el Mata, un depredador de la noche, lo tiene entre sus top ten. Las chicas guapas que acompañan a los grupos más numerosos de chicos son su target.
Los rastreadores de corales estáis avisados