El Malandrín

A mi me gusta ir, se esta como en el bar de tu barrio. He ido bastante e incluso cite a mis amigos en mi ultimo cumpleaños. Las hamburguesas pequeñitas, están super buenas. Los precios están muy bien, no se pasan como en el otro lado de la Latina. Y normalmente la tapa esta rica. Es un poco imprevisible; un día vas y esta lleno y otro día vas y puedes elegir sitio.

No diría que soy «admiradora», pero desde luego es un sitio al que volver para llevar a tus colegas a probar las… ¡¡croquetas de chocolate! o_​O Sí, amigos, croquetas de chocolate, quién lo iba a decir, con su rebozado y todo, y rematadas con un revolcón en azúcar y canela (puntuar que son de chocolate negro) = una bomba de sabor y calorías. Pero merece la pena ir a probarlas. Cuestan 1,5 € la unidad y 8 € la ración de 6. Eso sí, los «cafeses» traían la leche fría…
Sobre el menú, lo he visto variado y no muy caro. También tienen cócteles (incluso mojito sin alcohol, para aquellos a los que se les resistan los grados). El camarero, muy majete.
El local está bien, pero la música… muy (muy –pero que muy-​) ecléctica, lo cual puede resultar hasta gracioso. Para que os hagáis una idea, en el rato que he estado allí han sonado: Platero y tú, Chimo Bayo, Peret, Offspring o Maldita Nerea (esto lo sé porque lo ha dicho una amiga, yo no uso de eso), entre otros.
Un lugar curioso.

Ayer descubrí el Malandrín buscando un sitio para ver el Barcelona jugar la final de la Champions. Lo primero que me impactó fueron sus grandes ventanales abiertos a la calle i que estaba distribuido en mesas altas de color rojo pasión.
El menú está especializado en tostas, muy ricas por cierto, como la de foie con jamón de pato, la de salmón con queso azul… una delicia vamos.
También os recomiendo el arroz al curry, delicioso, aunque a mi chico no le gustó porque no es muy fan de las especias exóticas.
Lo mejor, que casi todo el bar era culé y eso se agradece encontrarlo en el «País del merengue y el colchón». Desde luego que me lo apunto para próximos partidos de mi Barça.

Paso a menudo por este sitio y, por extraño que parezca, no se ha convertido en uno de mis habituales. Tienen comida rica, el ambiente es muy agradable y el trato muy cordial, pero no sé, me parece bien para un ratejo, pero no como bar habitual.
El caso es que siempre hay gente en la puerta, es por suesto por el tema de la ley anti-​tabaco, pero también porque conserva la tradición de antes de la ley anti-​alcohol de disfrutar de la caña al solete teniendo una charla agradable.
Además de todo esto, los días de fútbol se monta un ambiente muy cañero, todo el mundo gritando, bebiendo, mordiéndose las uñas. Me acuerdo de que el día del mundial la gente se abrazaba sin conocerse, se comían cosas ricas y se estaba como en casa, aunque creo que no es un buen ejemplo, porque los partidos del mundial todo el mundo quería a todo el mundo.

Buscando y buscando llegue a un bar llamado «Malandrin»
Atraído por su ambiente acogedor y bien decorado me deje llevar por una carta donde me ofrecían raciones (Pero donde esta mis tapaaaaas!!!) y «panes»
Como echaba de menos el salmorejo de mi madre decidí probar suerte con el y con unas papas bravas
El salmorejo estaba de escándalo, picanton como a mi me gusta y muy bien servido en su cazuelita de barro.
Y con las patatas bravas quede fascinado a la vez que desconcertado. Por que por una parte aquella salsa de brava tenia poco, pero la servían junto con perejil aparte y la mezcla entre los dos sabores era explosiva.
de los panes pedí varios de la carta que eran:
— Roquefort con nueces y miel
— Roquefort con salmón ahumado
— Queso de cabra con cebolla caramelizada
— foie con jamón de pato
Y para rematar la faena el postre: croquetas!!!
¿Croquetas de postre? si, unas deliciosas CROQUETAS DE CHOCOLATE
Así que finalmente aunque no encontrase un buen sitio para tapear, salí del establecimiento con una sonrisa en la cara, una piruleta que te regalan cuando te dan la cuenta y con un estomago mas que satisfecho