El 31

Con un ambiente elegante, un equipo de cocina fabuloso, un ambiente personalizados y amable hacen de este restaurante un lugar diferente para pasar una generosa velada. En mi caso solicitamos un plato personalizados (con antelación) como fue, unos Profiteroles con helado y chocolate fudge! Nunca me imagine que me los iban a prepar exactamente como yo quería! Por otro lado solicitamos platos de la sugerencia como Espárragos de Navarra, una delicia y un rodaballo al horno con pudín de calabacín exquisito. Sin duda alguna recomiendo este Restaurant por su ambiente, limpieza, atención personalizada y amable. Me encanto el toque de elegancia. El precio? Cuando visitas El 31 no deberás pensar en eso.

No puedo decir que sea un restaurante más alla de «normal».
El restaurante es un claro ejemplo de local clásico con código de etiqueta, donde prima un ambiente de elegancia, pero con poca imaginación.
El servicio es impecable, correcto, y con una atención a la altura de lo que te esperas.
La comida es de cocina clásica, muy bien preparada, y materia prima de primera, tal vez algún plato se antoja excesivamente escaso, sobre todo considerando los precios.
Como en muchos sitios de este estilo, te sientes que pagas mucho… perdón MUCHISIMO más por el sitio que por la comida.
Si buscas un sitio elegante, intimo y romántico es ideal, pero no esperes ninguna sorpresa excepto cuando llegue la cuenta.

Que conste que me invitaron, pero como tengo mucha confianza con quien invitó, puedo emitir mi opinión. Normal es poco y muy bueno, quizás mucho. Si tuviera un restaurante de lujo, a nivel estético, probablemente sería mi sitio.
Puesta en escena clásica, elegante, que eleva las expectativas nada más entrar. Servicio correcto, agradable, pero flojo para un restaurante como éste. Informaciones escasas, servicio algo atropellado saltando por encima de la mesa (están muy juntas), equivocaciones simpáticas como aciete de «raza» picual. Como dirían los franceses, le falta finura o como diría mi madre, es un «siesnoesconlaspatascoloradas». La carta, basada en producto, no sorprende, no arriega, pero si el producto es excepcional, no es necesario. El producto no e es excepcional, es correcto y bien ejecutado sin más. Poner un flan de postre en un restaurante como éste, es ser un valiente, porque debe ser de 10, máxime a 9,00 € el flan. El flan estaba bueno, pero hay mil flanes mejores en cualquier repostería portuguesa.
Siempre digo que España está plagada de excelentes restaurantes por menos de 40,00 € el cubierto, algunos con estrellas etc. Por encima de 40,00 € y en la franja de los 70,00 € no admito medias tintas. Todo tiene que ser perfecto y algunas cosas, tienen que ser «guau» y no hubo nada «guau» más allá de la decoración.

Restaurante distinguido entre los más distinguidos, y es que tanto su cocina como su gran ambiente hace de un sitio distinto.
Un ambiente muy íntimo y acogedor, con luces tenues que hacen que aquello sea muy cálido y romántico.
La comida está exquisita, recomiendo las alcachofas al cava dulce. No podia olvidarme de nombrar su distinguida bodega.
El personal muy atento y educado.
El precio está sobre los 80 – 100 euros pero la calidad es extrema.