Boho Bar

Este restaurante me enamoró. Fuimos a Madrid y queríamos quedar con unos amigos que viven en el centro para tomar algo o cenar. Hasta aquí todo normal. La complicación fue que estábamos de viaje con nuestro perrito, Curry, y que el restaurante, por tanto, debía aceptar mascotas.
Después de mucho investigar dimos con este restaurante que pintaba muy bien. Estaban ya llenos porque era la época de las fiesta de empresa (Navidad) pero nos dijeron que si aceptábamos cenar temprano, nos hacían hueco. Y lo mejor es que nuestro perro era más que bienvenido.
El dueño vino a saludarnos durante la cena y a conocer a Curry. Un encanto de persona y muy cariñoso con los perretes.
Si a esto le añadimos que el local estaba decorado de forma impecable y que la comida estaba deliciosa, tenemos una perfecta combinación para pasar un rato agradable con nuestros amigos humanos y perrunos.
No hubo ni un plato que nos decepcionara. Los platos que más nos gustaron fueron el ceviche de corvina, el tartar de atún y el pulpo a la parrilla. Aunque la hamburguesa y el salmón teriyaki no se quedaban atrás. La verdad es que estaba todo para chuparse los dedos. ¡En breve subo fotos!

Última comida en Madrid y mi hermano nos trajo hasta acá.
Me encantó el lugar, el ambiente es muy relajado con una onda playera, muy bello. Algunas mesas en lugar de sillas tenían hamacas!
Es bastante amplio y cómodo, aprovecharon muy bien el espacio al ubicar las mesas.
Las opciones en la carta varían desde tapas, pizzas, pastas, ensaladas y mucho más.
Yo obviamente fui por las tapas y pedí unas croquetas y unas patatas bravas. Las croquetas deliciosas, la porción era abundante, y las papas también muy ricas pero bravas de verdad. Si no te gusta tanto lo picante mejor no las pidas jaja.
Después pedimos café y estaba muy bueno, me gustó, me parece útil destacarlo ya que para mí por lo menos es importante.
La atención fue muy buena, el mozo siempre estuvo atento preguntándonos si todo estaba bien, hizo muy bien su trabajo.
Realmente es un lugar lindo y acogedor, yo volvería sin dudas.

Esta calle tiene muchos restaurantes súper bonitos algunos más caros que otros. Salimos sin saber si encontraríamos lugar porque era la hora pico de la cena en Madrid.
Me encanto desde que lo vi desde afuera, el lugar tiene un aire como playero, ecléctico, acogedor y mágico. Parece que estuvieras como en un oasis en pleno centro. Encuentras en la parte principal una barra con un bar y después muchas mesas alrededor, es muy grande y cómodo. Nos acomodaron fácilmente en una mesa sin reserva y yo feliz porque las sillas eran columpios. Queríamos tomarnos algún cóctel y picar algo entre todos.
La carta es de cocina meditarranea y cuida cada detalle de los platos. Pedimos tres cócteles, unas patata bravas, unos pinchos morunos, rollitos de verduras y al final una cocca pizza de trufas y setas.
Lo único malo de este lugar porque me encanto y lo recomendaría a cualquiera fue que se demoraron mucho en traernos 3 cócteles y llegaron después de los pasantes y el lugar no tenía tanta gente.
De resto todo perfecto exquisito! Para
Pasar un rato en grupo o alguna celebración.

Por esquivar las masas de gente que hoy en día se mueven por Gran Vía y Sol me metí por las calles de Chueca y encontré este bar al que ahora volví a cenar.
Llegamos a eso de las 10 sin reserva (life on the edge) pero encontramos sitio sin problemas. Nos ubicaron súper rápido en una mesa que de un lado los asientos eran un columpio (o especie de), mi amiga encantada.
Elegimos unos cocteles mientras pensábamos en qué ordenar. Decidimos compartir unas patatas bravas, unos pinchos de pollo (exquisitos) y unos spring rolls. Resultó que llegaron las patatas bravas antes que las bebidas, KE?! Y así esperamos unos minutos más hasta que llegaran para empezar a comer. Mala coordinación entre la barra y la cocina.
Luego arribaron los demás platos. Todos y cada uno de ellos estaban muy ricos y los disfrutamos mucho. También pedimos una pizza con trufa luego para terminar. Muy buena también.
El lugar es hermoso la verdad, tiene más pinta de un bar playero o de verano, así que cuando haga más calor seguro se completa la experiencia, pero es muy bonito igual. La atención bien, aunque ese pequeño desliz de las bebidas tendría que haber sido tenido en cuenta y no haber sucedido.
A nivel precios uno piensa que tal vez es inalcanzable, pero por lo que bebimos (sumamos dos botellas de agua) y comimos terminamos pagando 22 € por cabeza. Nada mal a mi parecer porque la calidad estaba a la altura o más.
Plus: tiene mucho lugar, y en una sección todas las mesas son contiguas por lo que seguro pueden armarte una mesa para un grupo grande con vistas a la calle sin problemas por si tienes algún evento o cumpleaños.

Como parte de nuestro periplo por la zona sur de Chueca los lunes por la noche, esta semana probamos el Boho Bar.
Como entrantes probamos el jamón serrano con tomate sobre pan de cristal, un acierto. El jamón muy rico, el tomate rayado fresquito y ambos ingredientes en gran cantidad. La verdad es que el resto de entrantes tenía también muy buena pinta y los de la mesa de al lado comieron exclusivamente de entrantes, así que probablemente sea muy buena opción. También eran considerablemente más baratos que los platos principales.
Mi chico pidió el wok de tallarines y yo pedí el tartar de atún. Ambos platos estaban muy ricos y en gran cantidad.
De postre probamos el brownie, que en mi opinión fue el plato más espectacular de todos. No tenía nueces sino pipas y estaba como desmenuzado sobre el helado de vainilla, esponjoso, con un sabor espectacular a chocolate… ¡Estaba delicioso! ¡Totalmente recomendado!