Bodegas Rosell

Super cool! its very good, very good service!

Es un bar de aspecto clásico, con muchísima gente, pero si esperas un poco enseguida consigues sitio en la barra, en los barriles o en alguna de las mesas. La terraza con el buen tiempo suele llenarse en seguida.
El trato de los camareros es muy bueno, y viendo lo que la gente recomendaba por aquí, probamos las berenjenas con salmorejo, las croquetas variadas, de queso cabrales, jamón y bacalao, y de extra, una tapa de guacamole con gambas. No sabría con cuál quedarme, todo estaba riquísimo, acompañado por cerveza fresquita y un ambiente muy agradable.
Los espárragos gratinados con salmón o las setas empanadas también merecen la pena.
Creo que es de los pocos sitios en los que no he encontrado ninguna ración que sea fritanga.
La variedad de tostas, tapas y raciones es enorme.
No tardan mucho más en servir por el hecho de que esté hasta arriba, ya que hay bastantes camareros. Los precios son adecuados a la calidad del producto servido. Con dos bebidas por persona, se puede cenar por 13 – 17 € por cabeza.

Bodega castiza adecuada para los aficionados al vino y a la comida tradicional.
Frecuento este lugar de Pascuas a Ramos, porque tengo una amiga que vive cerca y la terraza de las bodegas nos viene muy bien. No he comido jamás en el interior del local, tengo que confesarlo, pero siempre he acabado bastante satisfecha. El salmorejo, las croquetas (jamón y boletus), las berenjenas y los solomillitos con cebolla caramelizada son un verdadero escándalo, los huevos estrellados no tanto y, como decía al principio, pues hay bastantes vinos. El precio un poco por encima de lo esperado, pero tampoco como para llevarse las manos a la cabeza.
El principal problema que tiene, como dicen otros Unilocalers, es que siempre está lleno, por lo que el servicio se retrasa un poco. Existe, eso sí, un camarero bastante borde al que conocí el otro día; alguien que te mira como de lado y que refunfuña sin cesar sin escuchar lo que dices, pero a excepción de éste que menciono, los otros dos habituales siempre me han tratado de maravilla. Fueron especialmente simpáticos con mi amiga, que tiene un hijo de año y medio (amigos con hijos, un capítulo aparte), y atendieron a sus necesidades con alegría y familiaridad. Esta amabilidad la valoro mucho y me hace querer volver, esto es así.

El local es acogedor y siempre hasta la bandera. La calidad de los productos es buena y carta variada. Muy buena carta de vinos. El inconveniente es que las raciones son muy escasas para el precio que tienen.

Comida de tapeo en BODEGAS ROSELL, mítica taberna que lleva abierta desde que tengo uso de razón al principio de General Lacy, al lado de Atocha. Decoración típica de bodega centenaria de Madrid, barra de niquel, azulejos, mesas de mármol, etc. Tienen una zona de mesitas para tapeo en la barra, dentro un comedor más formal con unas veinte mesas, y si hace buen tiempo, terracita. Ojo, porque aunque es grande siempre está lleno, por lo que conviene ir entre diario.
Ofrecen una selección de platos bastante amplia que combina raciones y tostas con platos de cuchara de toda la vida. Pero lo más destacable es su carta de vinos, auténticamente enciclopédica, que habla de la pasión por el vino de su dueño Manuel, subcampeón y varias veces finalista del certamen Nariz de oro.
2 personas, de aperitivo de la casa nos ponen unos de lomitos de sardina con patatas chips muy ricos. Pedimos: una de bacalao rossel, bacalao desalado y desmigado en aceite de oliva con una pizca de cayena. Las tiras de bacalao en su punto de sal, con un aceite de oliva de calidad en el que acabamos mojando pan, un plato redondo que es un clásico de la casa. Continuamos con unas berenjenas empanadas con salmorejo: la berenjena tierna con un rebozado grueso pero sabroso, y muy acertada la combinación de la verdura con un suave salmorejo. Finalizamos con media ración (pues una entera hubiera sido demasiado) de patatas de la abuela, que consiste en unas patatas revueltas con huevo y cebolla, un plato sencillo pero perfectamente ejecutado y con unos ingredientes de calidad que resultó delicioso. Finalizamos con una tartita de queso con arandanos casera.
Para beber, una botella de uno de los vinos recomendados de la casa, «30.000 maravedíes», un tinto de San Martín de Valdeiglesias goloso y con cuerpo que entraba tan bien que nos supo a poco. Servicio profesional y atento, pagamos 43 euros por todo. Muy buena relación calidad precio. A pesar de los años que lleva abierto sigue en plena forma. No pasará mucho tiempo sin que volvamos por aquí.

No soy yo muy amigo de este tipo de sitios, pero parece ser que es bastante típico por la zona y, a falta de otro sitio atractivo, nos acercamos a empezar a beber vino de buena mañana porque es jornada de trabajo y esto es lo que hacemos (suerte que no trabajo en nada peligroso).
La decoración es bastante castiza, aunque se agradece la ausencia de cabezas de gamba en el suelo; esto, por otra parte, se debe a que los aperitivos están ya todos preparados en sus platitos y solo vienen en 2 sabores: patatas fritas con mejillones o aceitunas. No es la primera bodega de este estilo en la que veo esto y debo decir que, aparte de que no me gusten esas cosas, el que me pongan un aperitivo que no sé cuándo han preparado… Que no hay obligación, pero las cosas bien hechas bien parecen.
Por otra parte, el servicio es un poco malo, al menos en la barra. No saben si te han cobrado o no y se te quedan mirando como si quisieras engañarles, tardan un buen rato en atenderte en el momento que hay cuatro personas más, y ni siquiera nos sirvieron bien a la primera lo que habíamos pedido, que solo eran dos consumiciones diferentes estando solos en el sitio.
Sin parecerme mal del todo, creo que les haría falta repensar un poco si quieren ser simplemente una trampa para turistas (casi todo lo que vi eran grupos organizados de extranjeros) o dar un buen servicio a todo el mundo.

As we stayed in AC Hotel Atocha by Marriott (100 meters) we ended up in this «Warm Bath» called Rosell. The waiter who noticed our struggle to find a place to stand or sit immediately offered us white wine and a stand with high seat. Now we were comfortable. Within minutes we got some delicious tapa’s to kill the time whilst waiting for a table.
I can’t call it waiting though. We were enjoying the evening from the very first minute we arrived in Bodegas Rosell.
Then the food, the wine, el camarero… el perfeccionismo!
There cannot be a reason to eat in the hotel. Even if you’re not really in the mood to go out…

Comida excelente y bodega variada. El único pero que se le podría poner es que, dependiendo de lo lleno que esté (se llena casi todos los días), puede que pase bastante tiempo antes de que algún camarero se de cuenta de que existes, sobre todo si estas de pie en el salón. Lo mejor es hablar con el encargado y coger mesa.
Por lo demás, es de esperar que te hagan la habitual venta sugestiva del bar madrileño («¿le ponemos otra?»), con simpatía, así que cuidado si vamos de vinos porque las copas están entre 2,20 € y 3 €. Lo mejor, si sois varias personas, es pedir botella, que sale bien.
La comida hay que reconocer que es excelente. Mención especial para sus croquetas de bacalao y las de cabrales pero tienen carta variada.

Fantástica bodega donde comer. Servicio rápido y comida buenísima. Buen precio. Nada caro y está a tocar de lá estación de Atocha. Prové una ensalada de tomate y atún; un revuelto de tortilla… todo espectacular. La cereza perfectamente tirada. No hay que desmerecer lo que una buena cerveza bien tirada puede hacer por tí en un dia caluroso. Un buen sitio para volver y disfrutar.

Por lo que leo por aquí en los últimos años los dueños se han venido arriba con los precios, y el salmorejo de costar 2,6 ha pasado a valer 4,5. Supongo que el resto de la carta ha sufrido el mismo destino.
He ido hoy, y qué decir, el salmorejo impresionante, muy, muy rico, y la berenjena rebozada muy rica también, y el precio queda dentro de lo razonable teniendo en cuenta la calidad.
Ahora bien, han tardado casi media hora en servirme, y 15 minutos más en traerme la cuenta. En lo que han tardado han bajado las temperaturas una barbaridad y casi se pone a llover.
No sé si el camarero era nuevo, torpe o qué, pero me ha fastidiado la cena y no me he quedado con ninguna gana de volver, a pesar de la calidad de la comida.

Une vraie bodega madrilèné!
Les tapas sont excellentes et que dire ce vin rioja de 2008!
À deux pas de la gare atocha.

Excelente carta de vinos y una buena selección de tapas. Comida de buena calidad y precios ajustados a la calidad de la comida.
Buen servicio y ambiente. Cuando llegamos sobre las 19:30 el local estaba medio vacío y todas las mesas reservadas. Pudimos sentarnos en una aunque el camarero nos dijo que sólo hasta las 21h. Al final estuvimos sentados hasta pasadas las 22:30, por lo que no me quedó muy claro como llevan las reservas.

Our hotel said this joint was «famous.» I don’t know about famous, but it sure was popular for lunch. The service was great. The atmosphere is cozy and fun. The tapas was awesome.

Durante un par de años viví muy cerca de estas bodegas, en la Calle del General «Lazy», que era como lo llamábamos mi compañero de piso y yo. Un día, que me tocaba invitar a alguien especial a cenar, me recomendaron este sitio, y aunque es un poco caro, me fascinó.
La realidad es que desde entonces, vuelvo a menudo, aunque también he de reconocer que se me olvida que está ahí. Quizá porque, craso error, últimamente ya no voy tanto por aquel barrio, que a pesar de estar cerquísima de todo (mi casa, en particular, frente a la estación de Atocha) da como pereza tener que bajar por una de esas calles. Y es un error, como digo, porque el barrio no está nada mal.
Lo más impresionante de Bodegas Rosell son los azulejos de la entrada. Me encantan, me flipan. Y lo segundo mejor es que tienen un conocimiento exquisito del vino, pero además no tienes que preocuparte por cuánto pides y consumes: para cenar, puedes pedir que te abran la botella y, cuando acabes, el camarero te dice a ojo de buen cubero cuánto has consumido, rollo «media botella» o «tres cuartos». Cuando lleguéis a un acuerdo, te da el precio a través de una sencilla regla de tres.
La comida y el ambiente, espectaculares. Así pasa, que tiene un exitazo que alucinas por la zona, así que a veces está difícil encontrar el sitio.

Un placer tomarse un vino en esta antigua bodega. Buenas raciones.

De vez en cuando me pasó por aquí, sobre todo si estoy por la zona y voy con tiempo y acompañada de alguien,(ya que subir a posta no merece la pena, no es tan bueno como parece por fuera) pero reconozco que está bien y que para tomarte un vinito, o probar uno nuevo, es un buen lugar.
Normalmente no suele haber mucha gente, por lo que se suele estar tranquilo, sobre todo entre semana, ya que el fin de se pone más hasta arriba, pero os recomiendo un vinito con una ración de jamón y queso, la que tienen en la carta de raciones está bastante aceptable, y la verdad es que el corto está rico, y la ración de jamón también.
Por no beber siempre cerveza y probar otros sabores distintos…

Si eres un chiflado como yo (qué duro lo nuestro, ehh) que anda buscando un buen salmorejo para tomar cuando estás fuera de casa, acércate a Rosell. No es como el de mi padre… pero casi, casi. Está güeno, güeno. Y sobre todo, no sabe a tomate de lata, que me da mucha rabia. La ración cuesta 2,6 y me lo suelo pedir acompañado de una de verdura asada con bacalao (3,9 €). Eso más la cañita de rigor, y me doy por cenado. Pero tienen una carta super amplia, y da gusto, porque puedes realizar un montón de combinaciones.
Otro servicio a destacar es que hacen comidas por encargo. Y si les llamas, te pueden tener listo para la hora que pidas un cocido madrileño, un arroz caldoso con langostinos o unas gachas manchegas (probé estas últimas en casa de una amiga que vive cerca, y lo recomiendo!!).

Es cierto que el vino no es mi debilidad, pero si tienes una bodega cerca de casa y tus amigos se empeñan en ir… no voy a ser yo la que diga que no. Así fue como acabé en Bodegas Rosell. Ya me había fijado en este local porque, además de pasar todos los días por delante, las imágenes y estética de su fachada llaman bastante la atención. Tiene aspecto de antigua taberna madrileña y eso la hace todavía más acogedora.
Como os iba contando… terminamos comiendo y bebiendo buen vino en Rosell. Mis amigos se volvieron locos entre tanta variedad y yo me limitaba a probar con sorbitos pequeños los que ellos pedían. La verdad es que tanto la comida, como el trato nos agradaron. Y el ambiente, también nos enganchó ya que es propicio para pasar un rato con los colegas charlando.
Si vas por la zona de Atocha, tienes que hacer una parada obligada en Bodegas Rosell, ese local de puertas azules e imágenes en las paredes.