La calidad de la comida esta bien, la sangría estupenda(aunque me sabe mucho a Don Simon) y la paella decente. Las vistas estupendas. El servicio sin embargo no es muy atento, aunque éramos sólo 3 mesas con dos camareros. Tuvimos que buscar el aceite en otra mesa, y cuando se cayeron cosas en la mesa no se percataron en traer servilletas ni nada. El menú está a 14,95, sin bebidas incluidas. La gran ventaja: no cierran en invierno!