Nos encontramos ante una de las iglesias más bellas de Córdoba, refugiada en uno de los barrios más castizos y antiguos de la ciudad y que merece una visita sin pretexto si visitas la ciudad. Merece la pena pasar por aquí, además siempre puedes parar antes o después en algunas de las cafeterías(La Crema) bares o tabernas(Las Beatillas, Gamboa, La Faena) que se hallan a su alrededor. Situada en la plaza de San Agustín, se comienza a construir en 1328, existiendo datos de la construcción de la capilla mayor en 1335. Los frailes agustinos, ya presentes en la ciudad desde la reconquista, se trasladaron a este lugar después de haber ocupado diversos emplazamientos. El aspecto actual de la iglesia es del primer tercio del siglo XVII. Para los que os guste la arquitectura: presenta una planta rectangular de tres naves con crucero, cubriéndose con bóvedas de cruceríà la triple cabecera. Los pilares empleados en la cabecera y en el crucero son codillados; los capiteles, poco trabajados, tiene adornos de hojas y de aves. La torre con dos cuerpos de campanas, se construyó en el siglo XVI. Fue en el siglo XVII cuando sufre grandes transformaciones, que se pueden apreciar en la portada principal barroca, que se superpone a la primitiva gótica del siglo XVI. Las portadas de las naves laterales y la reforma interior también datan del XVII. Presenta una impresionante y fastuosa decoración de yeserías en su interior, que enmarca importantes pinturas de Juan Luis Zambrano y Cristóbal Vela Cobo, terminada en 1633. La iglesia sufre importantes deterioros, a causa de la invasión francesa, durante el siglo XIX, siglo en que se exclaustran los agustinos, siendo posteriormente restaurada en diversas ocasiones, pero nunca en profundidad hasta la situación actual en la que ha perdido gran parte de las pinturas murales, que están siendo restauradas, así como numerosas obras de arte que han tenido que ser reubicadas en otros templos de la ciudad. Si uno visita el templo podrá admirar todas estas maravillas decorativas, muy bien restauradas, con la salvedad de que la humedad está empezando a hacer estragos en los frescos de los paredes y pilares de las naves laterales, una pena ya que se ha invertido mucho dinero y tiempo para echar a perder de nuevo estas obras de arte. También es muy de destacar la impresionante obra escultórica de La Virgen de las Angustias, obra insigne en el arte sacro cordobés, toda una joya cofrade, que ha regresado a la capilla de su templo original este año tras unos 50 años de permanecer en la Iglesia de San Pablo, debido al cierre de San Agustín por la amenaza de derrumbe y posteriormente a las profusas obras de restauración. Seas o no creyente, te guste o no visitar monumentos, hay que pasar por esta iglesia medieval si visitas Córdoba, es un ejemplo de joyas escondidas de las que las guías poco hablan.