Había escuchado que habían reabierto este bar restaurante después de un tiempo, con nuevo gerente nueva marca nuevo nombre y nuevo concepto. Así que en una lluviosa noche de fin de semana un grupo de amigos nos armamos de ganas y hambre para comprobar si las bondades que ya habíamos escuchado del nuevo local eran ciertas. Pues bien, el concepto es bueno, sin duda. Una decoración elaborada con fotos en blanco y negro y paredes armonizadas en tonos de grises dan una atmósfera acogedora. En la misma entrada se encuentra, como era de esperar, la barra donde esperar mesa con una cervecita en mano. Allí vi al gerente y me alegré, porque es el mismo que regenta otros negocios exitosos en mi ciudad como es La Fábrica. Y en breve nos condujeron al interior donde ya nos habían preparado la mesa. La carta la verdad es variada y prometedora del festín de sabores que depara. Entrantes, verduras, pescados, carnes, menús para niños, postres… Y no es cara para lo que se ve en otros lugares. Y aunque en esencia estaba muy bien(hacen gala de cocina casera donde destacan sobre todo las croquetas variadas), hay que poner un par de peros. Imagino que pudo ser consecuencia del enorme aluvión de gente que estaba cenando esa noche, pero sacaron los platos rápidamente… pero fríos, y digo frío de no haber recalentado bien tras descongelar; y yo prefiero que tarden dos minutos más y que pongan el plato en condiciones. Y el segundo punto, también secundario a la cantidad de gente en el recinto, y la propia arquitectura y acústica del lugar, es que es terriblemente ruidoso. Que teníamos que gritarnos en la mesa para enterarnos de lo que queríamos departir. Salvo esos dos detalles, creo que solventables, la verdad ha mejorado mucho este negocio con respecto a lo que había antes. Y espero que se consolide en el barrio que hacen falta negocios de calidad en la zona!