Soho

Owner run place, serving an inexpensive 5 € Moroccan dish with a choice of chicken or falafel, hummus and salad.
Friendly but reminiscent a bit of an old garage.

Supongo que es una estrategia de mercado bastante sencillita: en un contexto en el que hay exceso de oferta, bocadillos, menús y comida de todo tipo, mejor centrarse en una sola cosa y hacerla como mejor se sabe. Aquí, en el Xhiwat, o Soho como pone en el rótulo, llevan al extremo este principio y se limitan a preparar pitas de una forma particular, más cerca de la empanada que del shawarma habitual. De pollo, ternera o vegetales, con algo de condimento, zanahoria y queso, las planchan antes de servir de modo que quedan crujientes y fáciles de comer; y ricas, muy ricas, estupendas. Una de éstas y un té nos sale por tres eurillos de nada, ya me dirás, de modo que a pobretones como un servidor nos resulta un opción tranquilizadora cuando trabajamos por el centro. Quizá nos quedamos con hambre, pero la pita está deliciosa.
Y a pesar de la calidad, el local está vacío. No hay aglomeraciones. Será porque ni la puerta ni la entrada llaman a probar su oferta. En realidad puedo entender que tanta simplicidad, con la comida oculta entre plafones de madera, escame un pelín al candidato a cliente; de hecho yo mismo era reticente a entrar. Una vez dentro, en la sala contigua, el ambiente es relajado, parece que al matrimonio le gusta el jazz, y aunque las mesas sean de estas bajitas con cojines, es un sitio muy cómodo y un buen lugar para hacer un parón de mediodía. Un parón espartano.

¿Quieres sentirte especial, guay, en contacto con otras culturas? Bien, pues después de vestir con pantalones de lino del Natura, vete a tomar un té y a comerte una pita fraudulenta al Soho.
Odio este tipo de locales tan «posers», hace poco hasta carecían de mobiliario y te obligaban (una vez fui y no más) a sentarte en el suelo entre cojines. Lo más incómodo del mundo, pero ¿quien dijo que aparentar no fuese algo duro?
El precio demasiado alto para lo que ofrecen: NADA.

Llámale Soho o «el sitio de los tes», o simplemente no lo llames por ningún nombre. Después de años frecuentando este lugar nunca me había fijado en como se llamaba y, realmente, el nombre enmascara bastante lo que se puede encontrar dentro.
Este local de dos plantas te transporta, tanto por la música como por la decoración, al típico bar que puede encontrarse paseando por cualquier calle del Oriente Medio. No dispone de una gran variedad de tes ni de platos (té verde o rojo y un par de pitas) y el precio es un poco excesivo, pero es uno de esos lugares más que recomendables en invierno.
Antes servían muchos más platos y tenías que sentarte en el suelo, pero, por lo que se ve, se han vuelto mucho más cómodos con el paso del tiempo.