Rabat

Es de las joyerías que siempre admiras desde fuera pero que nunca entras. Con esa elegancia y discreción que te hace picar la curiosidad de ver todo lo que tienen, aunque pienses que tu bolsillo no va a poder acceder a nada o que te van a mirar por encima del hombre. Pues no. Es mentira. Entré con un amigo mío, que ha sido cliente otras veces, a comprar un regalo de Navidad y fueron súper amables desde el principio. Sin saber qué querías o quien podrías ser. Eso no importaba.
Lo que era primordial era hacerte sentir a gusto desde el principio. Que si un cafetito, que si una copa de cava. Pero la guinda la puso el dependiente. Ya conocía a mi amigo y lo trató no como un cliente, conectando como un amigo a quien le aconseja la mejor opción. Uno le iba enseñando relojes y el otro más emocionado todavía por cada nuevo descubrimiento que le traía a la mesa. Yo no dejé de reír y de comentar la jugada, y salí encantada del lugar. Así que quitaros la idea de lugar distante y pijo, y disfrutar de Rabat, porque te hacen vivir una agradable experiencia.

Como dice un amigo mío: aquí todo es «brilli-​brilli». Y añadiría: «oju, niña, que lujerío»
Exacto. Lujerío. Bonito «palabro» que define Rabat a la perfección. Dos veces he estado y las dos han sido… de lujo.
Te tratan como una reina (o un rey, claro). Todo es exquisito. Bonito. Amable. Educado. Son simpáticos. Sonríen siempre y por bobo que sea lo que les preguntas, responden sin un deje de cansancio en la voz y como si fueras el mismísimo Einstein preguntando.
Aunque ya dejes claro de antemano que no comprarás (ese día, en el futuro, quien sabe), te enseñan lo que sea cortésmente. Y si compras, ya, despliegan ante ti todo el poder de las buenas costumbres y te sientes formando parte de la élite, vamos!
Una vez compré un llavero y no dejaron nada en el tintero de las buenas formas: guantes blancos para tocar las joyas, explicaciones precisas y hasta champagne me trajeron.
A pesar de que a las cabañas bajé y a los palacios subí, no puedo dejar de sorprenderse ante el «brilli-​brilli» y el «lujerío».

Hace muchos años que sigo a esta joyería, que empezó con una pequeña tiendecita situada en el extraradio de Barcelona, concretamente en Badalona, y a fuerza de trabajo y buenos precios, ha llegado a disponer de hasta 7 tiendas, situadas en las mejores zonas de Barcelona y Madrid.
¿Su secreto?, el propietario, Esteve Rabat y sus encantadoras mujer y hermana, han tratado a todo el mundo con exquisita educación y cercanía, ofreciendo un buenísimo servicio al precio más competitivo.
Mientras, las otras joyerías de renombre en Barcelona, mantenían precios y alto standing, Rabat supo encontrar su fórmula mágica para evnder más que nadie y así le ha ido.
Ya lo sabes, si quieres arreglar o comprar un reloj o una joya, ve a pedir presupuesto a Rabat, seguro que te ofrecerá un abanico de posibilidades, ideas y precios muy competitivos.