Klavier

My favorite hangout in Barca. Basically a piano bar. Juan starts doing his magic behind the piano around midnight. Most of the crowd is older Spanish folk, some of whom have had proffessional careers. Fair slection of old romantic American and British songs to choose from. Right down my alley. $$

Celebramos el cumpleaños de una amiga en el piso de arriba. Desde su barandilla puedes ver la barra y el piano. Fuero tan amables de dejarnos traer nuestras pastitas dulces y saladas para acompañar sus buenos cócteles. Charlamos animados haciendo corrillo entre los sofás y los sillones, con las mesitas en el centro. Antes de que empezaran a cantar. Fue muy bonito. Le regalamos un álbum de fotos en el que aparecían fotos suyas de una década entera, con familia, con amigos, sola, pimplando, riendo…

Una noche a las tantas, ginebra en ristre y proclamándome filósofo, me dio por pensar por qué la gente de distintas edades no coincide en las mismas discotecas, con lo bonito que sería encontrarse uno con su padre recién divorciado. El Klavier, ves, nos reta a romper con estos compartimentos estancos generacionales y nos invita a cantar tengamos la edad que tengamos. Mientras que los karaokes son lugares cada vez más colonizados por grupos de gente joven, el piano-​bar parecería restringido a personas de la edad de Jordi Tardà. Y sin embargo al Klavier hay que ir, aunque tenga uno veintidós años.
Joan Miró, antiguo guitarrista de Lone Star y de Peret, se sienta hoy al piano y acompaña a los valientes cantarines, que en realidad lo tienen fácil porque el tipo se adapta a los gallos y los tempos, y además no hay escenario que intimide. El cantante se pone sencillamente junto al piano, como Michelle Pfeiffer en Los Fabulosos Baker Boys, y actúa para los clientes más fieles que, canten o no, se recuestan con su gin-​tonic sobre el instrumento. Las copas no son baratas. A cambio el Klavier nos ofrece un ambiente amistoso, familiar, de tíos y cuñados borrachuzos en el banquete de boda.
Me temo, no obstante, que si personas juveniles como ustedes empiezan a acudir en masa al piano-​bar, las especies que han habitado allí hasta ahora, cambiarán de costumbres y descubrirán que Razzmatazz es un filón por estrenar.

Das Klavier, o el Piano, es el elemento central alrededor del cual gira toda la vida de esta sala de Calle Aragón.
El Klavier no es un karaōke al uso. Aquí no es normal ver a un grupo de jóvenes borrachos arrancándose a cantar cuando el alcohol empieza a hacer efecto; aquí lo normal es encontrar a cantantes profesionales, a famosillos y a gente de clase acomodada que saben lo que se hacen. Aquí se viene a disfrutar cantando, pero, lo más importante, a que los demás disfruten escuchándote.
A diferencia de los karaokes y salas musicales inspiradas en el modelo japonés, aquí el cantante no es el que tiene que seguir y adaptarse al ritmo de la canción; Joan Miró, pianista y guitarrista, acompaña al cantante en directo, haciendo, así, que cada interpretación sea única y personal.