Hay una esquina en el Eixample derecho, que sorprende por su terraza apañada, sus setos que preservan vidas privadas y sus sillas metálicas(de esas que te hierven el culo en verano). ¡Pues resulta que esa terraza tiene bar! Lo que pasa es que es tan pequeño que si vas despistado eres capaz de no verlo. Además hace esquina y en su interior apenas caben tres taburetes frente a la barra. Un zulo-bar, ¡vamos! Pero ojo, no menospreciemos el poder de las cosas pequeñas, porque el Bar Alberts es el típico«meeting point» de trabajadores matutinos que se aprietan un bollo y un café la mar de ricos. Los precios son competitivos y el tal Albert ya te sirve un bocadillo de jamón y un zumo natural, como unas aceitunas rellenas y un vermú de la casa. «El Albert», así lo llaman sus clientes, es un bar de punto y seguido en tu ruta hacia el trabajo o la cita al médico. Un sitio donde no vas a quedarte medio día haciendo el vago, pero sí el rato suficiente como para que te dé el sol y puedas desayunar por poco dinero y con un servicio inusualmente amable en Barcelona. El humorista Eugenio tenía un chiste sobre«el bar que hase esquina» y no es para menos. Los bares esquineros deberían ser patrimonio de la humanidad desde el mismo momento en que te sirven un café y una sonrisa de buena mañana.