Llevant

Ich war mehrere Male im Llevant zum Kaffee trinken oder für ein kleines Bier am Nachmittag — und zwar in Ermangelung sonstiger Alternativen, weil Feiertag war oder weil nahe gelegene Cafés bis zum Anschlag mit Touristen gefüllt waren.
Jedes Mal war das Wetter wunderschön, was uns auf die große Terrasse gelockt hat.
Diese Terrasse mit Blick auf Palmen, auf der man nach einem schönen Spaziergang am Strand auch im Winter die Sonne genießen kann, ist meiner Meinung nach das größte Plus dieses Lokals.
Der Service war stets eher langsam und nicht besonders aufmerksam oder gar freundlich, unabhängig davon, ob wir nur zu zweit einen Kaffee trinken oder mit einer großen Gruppe eine Erfrischung zu uns nehmen wollten.
Das Essen habe ich nicht getestet, weil ich von vielen Freunden gewarnt wurde, dass die Bar eher eine Touristenfalle ist.
Daher lautet mein Urteil:
Naja, gerade so OK, wenn man bei einem Kaffee eine Weile in der Sonne sitzen will und nichts anderes geöffnet hat.

No, lo siento, no hay excusa. Por muy bien situado que se encuentre un local, en primera línea de playa, no se puede cobrar por un chupito lo que en otros locales es cortesía de la casa. Me parece tomadura de pelo.
Y que conste, el producto es bueno y los camareros simpáticos, pero en cuanto se llenan las mesas, se acabó la eficacia y llega la tardanza. Cuando empezamos la cena, apenas con dos mesas llenas, todo iba como la seda, rapidez y simpatía. Las mesas se fueron llenando y los platos cada vez tardaban más en salir.
Vale que en las terrazas se aproveche la luz de las farolas, pero en este caso o en este lado de la playa, casi son inexistentes, así que cenas más bien a oscuras, intuyendo lo que comes. Creo que acercar las mesas a las farolas o poner alguna de cosecha propia nunca está de más, sobre todo cuando el producto servido es bueno y no se debe ocultar. Más bien se debería poder presumir de ello.
Y si con las horas se vuelven lentos, el lenguaje estandarizado «cortesía de la casa», aquí no se lleva. ¿Por qué? Pedimos unos chupitos. Siendo 4 adultos lo normal sería traer uno por adulto. Aquí no, solo traen a los dos hombres, los que los habían pedido mientras las mujeres estábamos de charreta. Está claro que no hablamos el mismo lenguaje.
Pero el colmo de la noche fue ver cómo en la cuenta nos habían cobrado esos dos chupitos que pedimos. ¡Y menos mal que solo nos trajeron dos! Así que una noche que había empezado bien, conforme fueron pasando las horas se volvió negra como la ausencia de luz en la terraza.
El poner 3 estrellas es porque la calidad del producto no tiene la culpa de nada.

Típico, típico, típico.
Un sábado de fin de verano planeamos una cena de picoteo con unos buenos amigos. Que mejor sitio que en una terraza en la playa de la Patacona, ya que ellos tenían el apartamento allí. Reservaron mesa, por supuesto, en la terraza.
Allí que nos fuimos las dos familias dispuestas a contarnos nuestras respectivas vacaciones y disfrutar de una agradable cena. El local ni lo vimos ya que nos sentamos directamente en la mesa exterior. No me gusto que ni siquiera tuvieran luz propia. No, aprovechaban la luz de las farolas de la calle. Quien me ha leído más de una vez sabe de la manía que tengo de comer «a oscuras». No me gusta nada.
La carta es muy clásica, las típicas tapas de toda la vida: puntillas, bravas, tellinas, calamar, sepia, pescadito frito, poco más. Luego tiene arroces, que de noche se lo dejo para los «guiris», con todo mi amor, que yo también soy guiri cuando salgo. Y de segundos la verdad que poca variedad, bocadillos, también muy típicos. La calidad es buena, no excelente, pero si buena. Las tapas y los bocadillos estaban buenos, sin sobresalir.
El servicio fue rápido al inicio. Conforme se llenaron las mesas fue decayendo, mucho. No daban abasto, y eso que el camarero que nos atendió no paraba.
Y ahí está todo. Nada que destacar, típico restaurante de primera línea de playa. Todo normal excepto el precio. Al final nos salió por unos 77 € (2 adultos y 2 niños). Francamente para cenar 4 tapas y un par de bocadillos me parece excesivo. Hay opciones mucho más económicas y con una calidad muy superior. Últimamente siempre que vamos a este tipo de locales sales un poco «escaldado».
Le hubiera puesto 3 estrellas, pero el precio excesivo para la calidad de los platos (y lo típicos) me empuja a bajarle una estrella.