Wonder Bar

Nadie sabe exactamente cuántos años tiene este boliche, pero se cree que supera los 100 años. Lo caché porque salió en un reportaje de una revista de lugares tradicionales de Santiago para visitar y con otro «Scouter», nos lanzamos a conocerlo.
El lugar tiene ese aire de «viejo chicha» y es visitado por todo tipo de público durante la semana, en especial, los vendedores de La Vega y los comerciantes ambulantes, pero los fines de semana llega el «lolerío» que busca nuevos sitios donde tomar.
La promesa del local es que tiene chicha todo el año traída directamente de Malloa cada semana y otros brebajes chilensis (como la chupilca y la malta con harina tostada), sin embargo caí en la tentación del Terremoto y su güena empanada frita con generoso queso.
Todo el local es polvoriento y con adornos que te hablan de otro Santiago, uno más simple y bohemio. No dude en visitarlo.

El espacio es mucho más amplio de lo que referencia su estructura exterior, pero para quizá mucho menos acogedor si es que su tamaño fuera más constreñido.
Abundan en las paredes los mensajes que los parroquianos dejan como huella de sus visitas (de hecho me tocó encontrarme con algunos conocidos).
En cuanto a precio, puedo decir que una cerveza de medio y una empanada de pino (contundente, «caldua»), puede costarnos en total $ 2.400.
Como verán, no es de lo más barato, pero por contraste uno puede quebrarse con la lola huachaca de turno y respirar un poco de historia bebestible de nuestro Santiago central.

Excelente lugar, para mi considerado como una picada, con opciones de comida chilena y terremotos.

El Wonder lo conocí por 2 razones: Cuando recién empecé a ir a tocatas y a buscar info de las bandas que me gustaban, había habido hace poco una tocata de la Banda Conmoción en el local (estoy hablando de entre 7 y 8 años atrás). Y como buena curiosa, busqué donde era y la respuesta era obvia: queda casi casi frente a Balmaceda 1215, por lo que la gente que es asidua a ese lugar, suele conocer bien esta picada. Luego una amiga nos invitó a un grupo de amigos a celebrar una bienvenida o despedida. Luego fui yo misma la que celebré mi cumpleaños ahí, en una suerte de «Salón VIP» (con unos sillones roñosos, maravillosos para lo que yo buscaba).
Un bar como los de antaño, antiguo. Donde las papas fritas son de verdad, los terremotos de verdad te dejan fuera de circulación y donde lo mejor es el arreglado con chirimoya, que de sólo acordarme me da sed.
Buenos recuerdos y la alternativa fija cuando por ejemplo, la Piojera (que queda a la vuelta) está llena.

El Wonder Bar es un lugar con tradición, lo que no significa que sea fome, al contrario, el Wonder tiene una historia y anécdotas de años sumado a un ambiente relajado y popular que se ubica cerca del metro Cal y Canto, a unos pasos del Mercado Central, los locales nocturnos de Bandera y el conocido la Piojera.
El Wonder hace unos años estaba ubicado al frente de su ubicación habitual y además de los parroquianos, el copete barato y los garzones buena tela, lo recuerdo como uno de los lugares donde he comido de las más rica Plateada en Santiago (de esa que se corta con tenedor de lo blandita). Años después cambio su ubicación sin perder la magia ni los platos típicos, el bar surtido y barato lo que convierte a este lugar una auténtica picada.
Hace poco fuimos por humitas (la magia de la cocina actual, contar con platos de verano en esta temporada) y además de ser barato, las humitas con chilena estaban realmente deliciosas, mientras veíamos las noticias de la hora de almuerzo. El Wonder es una de las buenas picadas que no pierde su escencia original en pleno centro de Santiago.