Confitería El Quita Pena

«Esto está hecho casi por los vecinos», me cuenta doña María Salomé. Hace 5 años que se lanzó con su confitería. En un comienzo sólo eran unos pocos dulces, pero la insistencia de sus vecinos fue tanta que terminó trayendo bebidas, y luego cigarros, y artículos de aseo, etc.
Antes de todo esto, el lugar había sido una ferretería, pero cerró abruptamente. Ante la inminencia de que al lado de El Quita Pena le instalaran a doña María, un toples (miedo a lo que los lugares nocturnos dejas, más bien), buscaron el medio de que el arrendador le facilitara el local a un verdulero. Pero el remedio fue peor: el verdulero terminó vendiendo algo que no era precisamente orégano y unas bolsitas que de ninguna forma lograron pasar como bicarbonato.
Así decidió ella misma arrendar este rincón (dueño es el mismo que les arrienda el terreno de El Quita Pena), y desde hace 5 años más se ha convertido en la confitería más variada y completa del barrio (dulces, galletas, chicles, bebidas, lácteos, etc.).