Empanadería La Alameda

Paredes que hablan… que te cuentan historias de amor, de amistad, algun que otro desengaño, pasiones futboleras y musicales, o historias de viajes y encuentros.
Sentarse ahi. con una cervecita e imaginar quien escribió cada papelito o tratar de encontrar uno de los tantos que yo escribí alguna vez, es una de las cosas que me gusta hacer de vez en vez.
En mis épocas de estudiante, cuando escaseaba la plata y las ganas de salir sobraban, La Alameda era la opción mas elegida. Es un clásico de la peatonal cordobesa.
Lugares como este o como Infernales tienen ese ambiente particular una atmósfera popular que amás u odiás. Yo amo.
Los precios son económicos y las empanadas están buenas, no son las mejores empanadas del universo pero son caseras y ricas.
Eso si… los baños apestan… siempre. Y eso para mi es un puntazo en contra.
En resumidas cuentas este es uno de esos lugares a los que tenés que ir al menos una vez y obvio, dejar tu aporte a las paredes de papel.

El lugar tranqui… La casa es chica pero el corazón es grande. Mesas empanadas vino y cerveza. Como corresponde. Barato y sobre todo la salsa picante para las empanadas son geniales.

Así es la Alameda, la querés o la odias. Es una mezcla de lo que representa la argentinidad y la hippeada, aunque cada cosa por su lado. Ideal para ir con amigos y sentarse muchas horas a discutir sobre ideales, las leyes y nuestros sueños rotos, entre otros temas, obviamente mientras un señor de la peatonal te toca Cambalache de Gardel. Bueno, volviendo al lugar, los precios son buenos, la comida que hacen es rica y el mozo atento, lo único malo es que si estás afuera pasa mucha gente y niños a venderte cosas o pedirte plata.

Lugar anti-​higienico, llenode papeles pegados sucios, paredes que no se pueden limpiar, hasta una araña jugaba a las escondidas–
Empanadas incomibles .
Hace tiempo que no como empanadas tan deslucidas como estas friasy sin sabor a nada, hasta la masa me parecio agria–
La atencion (adentro) me parecio muy de cuarta, no se si sera el dueño el que atendió pero estaba vestido mas parecido a un mecanico que a un camarero–
Horrible experiencia

Comidas típicas de ARG. Empanadas y locro entre otras cosas. Muy bien. El lugar es tranquilo y lo copado es dejar un cartelito en las paredes registrando la visita. Pedimos fernet y nos lo ofrecieron con Pepsi por falta de Coca. #fail.

No quería escribir una reseña de La Alameda porque es tan fuerte la manera en que representa todo lo que me hace mal de la vida, que me deja medio catatónico traer a la conciencia mis impresiones para escribirlas.
Claramente no quiero ser hater, pero me es imposible evitarlo, la alameda es un lugar por el que pasaría Silvio Rodriguez en su época de mayor esplendor y les gritaría «CÓRTENSE EL PELO HIPPIES!»
La comida sí, es barata, las empanadas serán todo lo caseras que vos quieras, pero si yo estoy cenando y alguien en otra mesa saca una guitarra o UN BOMBO de algún lado y se pone a cantar una canción de Pablo Milanés, me da una embolia cerebral en ese mismo segundo.
En resumen, es un lugar para gente que, supongo tiene esa personalidad, le gusta dejar notitas con mensajes esperanzadores o citas de Galeano o de Mafalda pegadas en las paredes mientras toman vino en jarra y charlan sobre la nueva trova cubana.
Da para 6 minutos de consumo irónico antes de que se te empiecen a formar rastas.

Este espacio queda de paso por la peatonal de Obispo Trejo, cerca de la manzana Jesuítica. Es un lugar que se destaca porque es un clásico de la ciudad, donde mas de una vez me he cruzado con extranjeros que me han dicho que les encantan las empanadas de ahí.
A mi particularmente me encanta la onda simple y tradicional que tiene. Siempre he ido con grupos de amigos y el lugar te llama la atención por la cantidad de papeles que la gente deja en las paredes. Cualquiera que va puede escribir algo y colgarlo de las paredes. Y además los dueños tienen instrumentos musicales como guitarra, bommbo, siku, etc que te los prestan y mas de una vez escuchas música por gente de las mesas. Esto también hace que la gente de las mesas interactúen entre sí, terminan siendo todos amigos je.
Con respecto a la atención, es hecha por los propios dueños, muy buena y amable.
La comida es común con un rango de precios tirando a barato. Por lo que no lo recomiendo por sus elaboraciones pero si 10 puntos a la onda que tiene.
La limpieza no es muy buena, lo digo por el baño.

Un clásico para ir a comer algo cuando salís de una presentación en el Centro Cultural España Córdoba y no tenés dinero para ir a algo más caro. La pizza y las empanadas son muy buenas, de buen tamaño, sustanciosas. Cerveza hay dos o tres marcas, lo más común. La variedad de comida es lo que ya se dijo antes: pizza y empanadas y ya. A veces, humita, un lomo, pero nada más. ¿Dónde reside el secreto de su permanencia a lo largo de más de una década y contando? En primer lugar, los precios son super accesibles para cualquier estudiante o trabajador que necesite llegar a fin de mes y que quiera comer y tomar algo afuera sin que le salga un ojo de la cara. En segundo lugar, tiene un espacio piola, en plena peatonal (de hecho, está a menos de media cuadra de la Iglesia de la Compañía de Jesús, en la manzana histórica de la ciudad). Por otro lado, la atención es veloz y siempre acomodan todo para que haya espacio y nadie se quede sin lugar. Una característica del local es que tiene las paredes atestadas de notas, servilletas anotadas, dibujos, mensajitos y demás testimonios del paso de una nutrida clientela a lo largo del tiempo. Todos hemos pasado por ahí en algún momento y hemos dejado una huella.

Con sus paredes cargadas de mensajes y anécdotas que ha dejado la gente que ha ido a sentarse allí, La Alameda es una empanadería tradicional de Córdoba.
Está ubicada en la peatonal, a media cuadra de la facultad de Derecho y cerca de colegios, lo que hace que siempre haya jóvenes sentados tomándose una cerveza y conversando.
Cuenta con un ambiente cerrado y además despliegan algunas mesas sobre la peatonal cordobesa, para aquellos que prefieran el aire libre y fumar.
Siendo fanática del lomito, considero que si bien los hacen muy ricos no me vuelven loca, en cambio las pizzas suman punto; pero la próxima vez prometo probar las típicas empanadas del lugar.

Estar estudiando lejos de casa significa estar lejos de la comida casera de papá. Encontré este lugar y me recuerda demasiado a lo que es eso, cada plato que probé es ese recuerdo. Es desde la atención que tenes hasta como es el lugar por dentro. Es imposible no sentarte adentro y leer todos los papeles que están pegados. Paredes llenas de historias, de personajes o dibujos que fueron pasando por este pintoresco lugar. Sentís la «obligación» de por lo menos una vez dejar un presente de que estuviste ahí.
Las empandas son el fuerte de La Alameda, así también como el locro. Personalmente me gusta ir comerme un buen plato de ravioles caseros (una de mis comidas favoritas).
Los tiempos de espera son un poco largos pero valen la pena. Las mesas de afuera casi siempre están ocupadas por los que se quedan tomando una cerveza mientras charlan. Se observa muchos extranjeros como así también familias. El ambiente que hay es muy familiar y te dan ganas de quedarte charlando por horas.

La Alameda
Situada en la pintoresca peatonal de la Ciudad de Córdoba, La Alameda reúné comida autóctona con un espíritu popular. Las pizzas son muy ricas pero el fuerte son las empanadas recontra caseras. También se puede pedir algunos platos típicos de la cocina argentina como locro (muy rico) o humita. El lujo y la opulencia no son el fuerte del lugar, en su lugar se puede encontrar una simpática decoración de paredes llenas de papeles con mensajes, dibujos, saludos, canciones que van dejando los clientes, no se puede venir al menos una vez y no dejar una nota pegada en la pared. Tienen mesas afuera, sobre la peatonal, dando la posibilidad de sentarse en la vereda y escuchar a algún cantante callejero o los mismos visitantes que llevan sus guitarras. La población que concurre va desde artesanos, estudiantes, hasta familias enteras. Es para tener en cuenta que el lugar se llena desde temprano entonces las mesas de afuera se ocupan rápidamente por los habitués. La Alameda es un clásico de la peatonal cordobesa.

Tuve la oportunidad de conocer La Alameda hace muy poco, un par de meses nomas, a pesar de estar a la vuelta de mi casa. Me gustó mucho el ambiente del lugar y la disposición del local.
Cuenta con algunas mesas afuera en la peatonal en la que se encuentra para disfrutar de un almuerzo, una merienda o una cerveza los días de sol. Hay movimiento constantemente por ahí ya que es una parte de la peatonal muy transitada.
Los precios son bastante accesibles y la pizza es muy buena. El bar por dentro está decorado con distintos cuadros referentes a figuras de la cultura nacional. Algunos dibujos son un tanto tétricos hay que decirlo también, je.
La atención es muy buena y rápida y la gente del lugar muy simpática también, en la oportunidad que fui gente de otra mesa se puso a charlar con nosotros muy amablemente. Tengo muy buenas referencias de las empanadas del lugar así que en breve iré a verificar que tal.
Recomiendo La Alameda, un clima muy hogareño y una atención muy cálida.

Quien no dejó aún su cartelito pegado en la pared de La Alameda, que corra a hacerlo!
Y es que es un clásico. En este pequeño bar, no se ve la pintura en las paredes, ni se puede pintar el local. La razón es que sus muros están cubiertos por mensajes, dibujos, frases de amor, aliento a equipos de fútbol, canciones, poemas, y quien sabe que más.
Ubicado en pleno centro, este bar se encuentra sobre una calle peatonal, lo que ya lo hace distinto. No es muy grande, las mesas dentro son tablones, y las sillas también. Hay mesas ya más estándares de bar, para sentarse en la entrada del local, al aire libre, pudiendo tomar aire y también fumar.
¿Qué tiene de característico este lugar?
La Alameda es comunidad. La energía que recorre cada rincón es de unidad.
Y es que toda persona que va, está invitada a llevar su instrumento musical, y a tocarlo, y a compartir.
Recuero la primera vez que fui, con mi grupo de la adolescencia. Ninguno había llevado guitarra, pero de repente uno de mis amigos tuvo una en sus manos, y comenzó a tocar. Empezamos a cantar en nuestra mesa, «El Témpano», de Baglietto. Y de repente nos quedamos todos callados. Silencio. Más silencio. Pero desde la última mesa se empezó a escuchar una voz, a seguir nuestra canción, a unirse a nosotros. Mi piel se puso de gallina.
Esa primera vez también, tapizamos las paredes, con mensajes adolescentes esperanzadores. Cada vez que voy intento encontrarlos, pero ya han sido tapados. No importa, son parte de esa capa de historias y vivencias tan únicas en este bar.
Ah! Empanadas árabes con vino tinto. No te lo pierdas.

Uno de los centros principales del folclore, las empanadas y las guitarreadas en la ciudad, es la Empanadería La Alameda. Cercana a la facultad de abogacía, al colegio Montserrat y la Compañía de Jesús, La Alameda parece absorber y conservar de manera fiel las tradiciones de Córdoba.
Allí, además de disfrutar de las típicas comidas argentinas, uno puede escuchar la música tradicional grabada o en vivo. Ello, con motivo de que no son pocas las veces que la empanadería es visitada por guitarristas y estudiantes entusiastas: cuando comienza a caer la noche, de manera espontánea, elevan sus cantos y arman sin querer una peña inolvidable. Las zambas, el gato y la chacarera, invitan a quienes concurren a zapatear al menos por debajo de las mesas.
Lugar rústico por excelencia, uno de sus grandes atractivos son sus paredes cubiertas de papeles donde los visitantes han dejado mensajes, cartas, canciones, poesías y toda clase de escritos. Cuadros en los que Evita y Maradona se hacen presentes, tampoco faltan en este lugar.
Y cuando por fin se asoma el calorcito en Córdoba, un clásico es sentarse en la vereda que rodea a esta empanadería para disfrutar de todas sus costumbres, comidas, buenos vinos y tradición.

«Vamos al bar de los papeles!» Siempre mi frase cuando era chiquita para que me lleven a este lugar que, para mi, nunca perdió la magia. Todos mis cumpleaños los pasaba ahí; era muy lindo todo el rito; comer en familia, dibujar muchísimas cosas y pegarlas ahí muy rápido al grito de «Dale, que se van a acabar los lugares!»
El lugar es bastante simple y tranquilo, cero lujos; se asemeja a esos bares de ruta o de campo. Para comer hay comida criolla como humita y empanadas, criollas y árabes, también hay pizzas y pastas y los precios son buenos.
Con el tiempo el lugar fue decayendo, yo sigo queriendo mucho este bar y sigo yendo, pero no es lo que solía ser ya que en cuestiones de infraestructura se dejaron estar un poco.
Pero igual, cabe resaltar la buena onda de los que atienden y la sensación de hogar que da el lugar.
Además esta este hecho interesante de que después de comer, en la sobre mesa, si sos de dibujar servilletas, dejar mensajitos, o simplemente dejar una marca tuya por dónde vas; ahi podes pegarlos en la pared, si encontrás un lugar, porque las paredes están repletas de dibujos y mensajes de gente que pasó por el lugar.
Es un buen lugar para ir a comer algo simple, como una pizza o tomar una cerveza, dejando lo especial no en el lugar sino en la simpleza de compartir algo con gente que querés y que perdure en el tiempo.