Enfundá la Mandolina

Lembra a casa da vovó, só que ao quadrado. Cheio de antiguidades e bugigangas, incrível! A comida é boa e muito bem servida. Preço justo. Vale a pena :)
*O vinho branco com especiarias é amor*

Me gusta por muchos motivos. La ambientación, la comida super rica, lo barato que es por la calidad que te brindan… En fin, tengan presente este lugar porque siempre salva.
Reservo siempre por las dudas, se llena.
La última vez que fui pedimos matambrito a la pizza con papas fritas, milanesa napolitana con puré, vino, agua y un gin tonic y con el descuento del Club La Nación (20% sobre el total de la facturas todos los días) salió $ 400 (2÷2÷16).
La ambientación para los que nos gustan las antigüedades o somos nostálgicos de los objetos que veíamos en nuestras casas o la de nuestros abuelos de chicos estamos de parabienes!
Recomendable para salida de grupo a comer.

Comida tradicional argentina y algunas cosas mas gourmet, servidas en platos con azulejos debajo. Para arrancar en invierno te invitan una copita de vino dulce tibio que es una p**a delicia. Lo que mas me gusto fue el osobuco cocinado por seis horas. Se te deshace en la boca. Tmb habia yacaré y albondigas gourmet. Muy muy rico todo y tienen descuentos si se entra a su facebook o se usa club la nacion.

Lugar original. Se come muy rico. Tiene descuento con Club La Nación.

Vintage, kischt, casero.
Resumen de la experiencia:
Horario: Cena
Capacidad: Amplia. Tuvimos que esperar, la espera fue corta (aunque fresca, en la calle, 20 minutos)
Atención: Agradable.
Productos: Comida: Excelente Bebida: Excelente.
Formas de Pago: SÓLO EFECTIVO
Precio: Excelentísima relación precio calidad. Con entrada, plato principal y bebida doble por persona y propina: $ 170 cada uno (septiembre 2015)
Ambiente: Buena decoración. Entraba chiflete de la puerta, las opciones de mesa sin reserva eran o cerca de la puerta o cerca del baño. (Eso no me gustó)
Descripción:
Visité por primera vez este lugar después de muchas recomendaciones.
ATENCIÓN: Llegamos 20 minutos antes de que abran, el dueño nos vio, y a pesar de que nos juntamos varios afuera, no nos dejó entrar ni siquiera al recibidor pese al frío. Entendible si estaba «acomodando» pero la verdad, hubiera sumado un puntito extra. El mozo muy atento.
MENÚ: La panera está bien (aunque no cumplen lo requerido para que te cobren el cubierto que sí, te lo cobran $ 15) traen panes caseritos, trigo burgol muy ricos, y un vinito casero que no probé.
Recibimos la carta, tiene platos variados, desde clásicos hasta combinaciones exóticas. Entrada: riñoncitos al verdeo, carnosos, un mix de texturas que incluían la rayadura de limón (delicia) Principal: Yo probé pastas rellenas con salsa. Cumple con lo que promete: masa casera, relleno abundante, salsa fresca. (Muy sabroso) Limonada natural en su punto justo. Con menta, como me gusta a mí.
Esperamos un poco para recibir el plato principal. No demasiado pero sí, se notó la espera.
Descuento con Club La Nación 20%.
No aceptan débito, como ya lo dije es algo que todos los locales deben incorporar y la verdad es que por la magnitud de éste local, debería aceptar.
Baños: grandes y limpios. Lo que no me gustó fue el tipo de tablas que tienen. Siempre me fijo en eso. El plástico es mala calidad y mala elección. Junta mucha mugre ni les digo bacterias. Igual, limpio y con papel. Puntito a favor.
Extra: Una pareja entró con nosotros, se sentó al lado y recién cuando nosotros nos estábamos yendo recibieron sus platos de comida. Les trajeron unas pizzitas de «cortesía», pero 2 horas esperando un plato es inaceptable. Ojalá no les hayan cobrado. El dueño no se acercó a ellos, sólo el mozo y no tenía muchas excusas que digamos. Habían pedido canelones y fideos.
¿Volvería? Y no sé. Leí otras críticas que no puedo escribir acá pero que sinceramente, me sugestionaron y no sé si iría de nuevo.

Enfundá la Mandolina es mi restaurant favorito en todo Buenos Aires. SÍ.
¿Por dónde empiezo? Apenas entras te recibe un clima hogareño hermoso, siempre está sonando nuestro bello tango y podés disfrutar de una decoración increíble: paredes decoradas con recortes de revistas vintage, vinilos, utensilios de cocina antiguos y estantes llenos de revistas de hace cincuenta años y juguetes de la misma época.
Es un lugar muy amplio, ideal para ir con grupos grandes de amigos, y tiene sillones comodísimos; el anfitrión es un muchacho divino, y los meseros son todos unos copados (a nosotros ya nos reconocen).
Ahora, hablemos de lo importante: la comida. Cuando dije que el clima es hogareño, me refería a que la comida también es como si fuera hecha en tu propia casa. Primero y principal, apenas llegás te sirven un shot de un vino riquísimo de la casa, hecho con un almíbar delicioso y canela. Para la entrada recomiendo los bastoncitos de muzzarella y la mandioca frita, uno mejor que el otro; mi plato favorito es el pernil de cerdo, que básicamente se deshace en tu boca y la salsa parece sudor de Dios (sí, para tanto); respecto a los postres, la típica chocotorta es una bomba.
De todas maneras, hemos ido tantas veces que de a poco vamos probando todos los platos que tienen y cada uno es más rico que otro. Las pastas también son muy recomendables (combinadlas con la salsa con panceta!).
Respecto a los precios, son excelentes. No sólo es un lugar barato, sino que te hacen descuento por hasta respirar casi (¿?). No, hablando en serio, tienen descuento con Club La Nación y si haces reserva telefónica también. Lo único malo es que no aceptan tarjetas.
En fin, si quieren ir a cenar a un restaurant bien nuestro, barato y –encima– hermoso, Enfundá La Mandolina es el lugar ideal :)

Refugio en pleno Palermo. Somos prácticamente clientes habitué del lugar y cada vez que entramos nos reconocen. Te reciben con un vasito de vino con canela y pimienta. La panera es LA panera. Mucha variedad y la rellenan cuantas veces quieras. Viene acompañada con trigo burgol con especias. La carta es particular: estilo bodegón pero con una vuelta de tuerca que hacen que los platos sean únicos.
Para ser franca, los platos tardan bastante en venir, pero supongo que es porque los hacen en el momento. Los tragos son muy ricos.
El lugar es muy barato, casi todos los días hay descuentos y también los hay por hacer reserva telefónica o por tener Club La Nación.
Ideal para probar algo diferente.

Hermoso lugar, te dan ganas de ir siempre. Ya apenas te sentas te traen un vinito riquísimo, los platos son abundantes y bien caseros. Solo una vez llegue a comer postre y era muy rico. Los tragos son baratos y ricos. Si reservas te hacen descuento y tienen Club La Nación. Lo único «malo» por así decirlo es que solo aceptan efectivo pero entre los descuentos que hacen siempre terminas pagando no mas de $ 150 por persona.

Es uno de mis restaurantes favoritos. Sirven unos muy buenos platos de comida casera, abundantes y acompañados de una atención cálida, con mozos que hasta te cuentan como se hace cada plato.
He comido carne de vaca y de cerdo, pastas rellenas, y tomado varios tragos, y no hay nada que salga mal.
Además, algo que me llamo la atención: El locro, que es riquisimo (y algún otro plato), los sirven en frasco.

Menú:
Variado. Desde clásicos como un guiso de lentejas o una suprema fugazzeta hasta exóticos como yacaré (sí, tienen un plato con yacaré, pero no me animo a probarlo porque sería casi como comer un dinosaurio).
El pancito (dato imprescindible) es riquísimo.
Punto fuerte:
El gustito a comida casera y la buena atención. Les recomiendo que vayan los miércoles, tienen (por algún motivo aún desconocido) la mejor predisposición de la semana.

Me gustó mucho el lugar y la comida es muy rica. Los precios son muy accesibles y si tenes Club La Nación siempre tienen 20% de descuento.
Por ahí, los mozos y mozas se podrían poner un poco más las pilas con la atención. Tardaron mucho en atendernos y casi ni nos dieron bolilla.

Muy linda la ambientación, la comida es riquísima. Sólo aceptan efectivo pero tienen promos tipo Club LN

Es un ambiente muy lindo, bien decorado, hasta divertido diría yo. Excelente atención de parte del personal.
Nos recibieron con pancitos tiernos y salsa, acompañado de vino blanco, tibio, espaciado con canela y pimienta. Delicioso.
Yo pedí «Pastel de calabaza, choclo, queso y algunas semillas» estuvo bien, no me voló la cabeza, sin embargo era rico. Hubiera preferido que estuviera más caliente y no tibio. Es una porción considerable que no la pude terminar, pues estaba satisfecha.
Enfunda la mandolina tiene un menú muy amplio que incluye carnes, pollo, pescados y platos vegetarianos (excelente). Los precios están muy bien, no es caro y las porciones son buenas. Sólo efectivo. Al traernos la cuenta, nos ofrecieron lemoncello. Un detalle bonito entre tantos otros. Volveré para seguir probando otros platos, en mi caso, los que son vegetarianos.-

Solo puedo resumirlo con una palabra. HORRIBLE.
Cazuela de vegetales, hipercocinados muy muy muy acidos (con rodajas de limon entre los vegetales vaya a saber uno co que finalidad) y un gratinado de queso de muy mala calidad. El otro comensal pidio un cordero especiado que al igual que los vegetales estaba hipercocinado y que estuvo al otro dia «repitiendolo» y sientiendose muy mal del estomago. De postre torta de manzana con helado, Helado Feo y torta de manzana neutra o sea ni rica ni fea, nada. Un desastre

C and I come here every time we’re in BA (i.e. 2 times per year). I love the osso bucco, which comes swimming in a rich gravy. It used to come with mashed potatoes, but this time it was accompanied by a salad that I didn’t like (essentially shredded cabbage with a vinaigrette). But a side order of mashed potatoes solved that and it was spectacular.
Food: 4 stars
Service: 3.5 stars
Ambiance: 3 stars, but they have seating outside, which we prefer. It can get rather loud inside.

Fuimos anoche después de un tiempo de querer ir a conocer este restó. Debo decir que la ambientación es llamativa. Una vieja casona reciclada como restaurante con las limitaciones del caso (espacios chicos, etc). El lugar tiene onda y esta decorado con reliquias rescatadas de ferias tipo san Telmo (TV viejos, los inolvidables Winco, discos, fotos, etc). La recepción es buena. Una cazuelita con trigo burgol mezclado con una salcita criolla (muy rica. Un acierto), servida con vino dulce tibio infusionado con pimienta y canela (muy rico y si te gusta mucho te lo venden en pingüino para disfrutarlo con el postre o la cena).
Las mesas: minúsculas (el espacio es pequeño). Los mozos le ponen mucha onda, son amables pero el servicio es extremadamente lento. Detalle: si sabés que vas a tener un servicio lento por las razones que sea, tenes que ambientar el lugar para que la gente pueda conversar y hacer amena la espera. Aquí el ambiente es tan ruidoso que es muy difícil poder hilar una conversación.
La comida: yo pedí pernil de cerdo con papas doradas.
La carne de cerdo estaba bien cocida, sin malabarismos ni sorpresas (parecia cocción de horno). Las papas «doradas» eran octavos de papa hervidos con cascara y horneados con algunos condimentos. Ricas pero nada raro. Las papas vinieron servidas en un frasco de mayonesa de 250g (obviamente limpio) que ocupaba la mitad de plato y obviamente limitaba la cantidad de papas que se pueden servir (en uno de esos frascos entran mas o menos 5 papas). Una canastilla hubiera estado mucho mejor si no queres servir las papas en el plato directamente.
Un plus: el precio es muy adecuado. Una cazuela de zapallo y maíz, el pernil y dos aguas con gas por $ 188. SOLO ACEPTAN CASH.
Me gustó conocer este lugar aunque no lo tengo en mi lista de los «comodines».
Seguramente voy a volver para probar otros platos y prometo escribir otra reseña.
Vayan y cuenten como fue su experiencia.

La primera vez que fui a Enfundá me encantó: es perfecto para festejar cumples descontracturados, ir a cenar con amigos, salir con tu pareja. La atención es muy buena y el lugar me encanta porque tiene un ambiente muy muy canchero.
La comida es simple, lo que no quiere decir que no sea rica y tiene precios acordes.
Igualmente hace mucho que no voy porque vi cucarachas caminando por la pared y eso ya me dió impresión. Una lástima.

Fui varias veces a Enfundá la Mandolina con amigos. Lo que más me gusta del lugar es la ambientación, bien rústica, tiene onda.
La comida es porteña, bien argenta. Probé el pastel de papas y es muy bueno. Me parece que es un lugar para ir más en invierno por el tipo de comida, que es bastante pesada.
Megusta mucho la presentación de los platos. Además, si son varios pueden pedir cosas distintas y compartir.
Los días de semana tienen algunos descuentos. Los precios no son muy caros pero solo se paga en efectivo.

Enfundá la mandolina es un restaurant muy copado. Se puede decir que es la consagración del porteño, una oda al argento. Llegás y te recibe un tango, que es la música que sueña toooda la noche de fondo. El lugar está lleno, repleto e inundado de cosas de otra época: esos discos grandes y redondos (mi madre me mata si se entera que les digo ‘esos discos grandes’), planchas de hierro, juegos de mesa, como algunos ejemplos. Es agradable, al igual que el ambiente. Es tan amable que invita a la charla
El menú es una onda porteña pero con ciertas variaciones que intentan ponerle onda y salir de lo de siempre. Por ejemplo, el revuelto gramajo no es el conocido y tradicional. Sino que es una deconstrucción del plato que todos sabemos. Vienen las papas fritas en un vaso, un huevo frito aparte y jamón y arvejas también por separado. Todo servido en una cerámica de piso que hace muchas veces de plato presentación. Tienen comidas originales y ricas, hay bastantes cosas para pedir. De postre una buenísima chocotorta, obvio.

«Enfundá la mandolina» es una apelación a la nostalgia porteña. Todo el local está decorado con anuncios antiguos de marcas extintas (o marcas de toda la vida que tenían unos comerciales que mama mía). Es lindo y gracioso encontrar estos anuncios pegados por todas partes. Tienen además unas cuantas reliquias que valen la pena.
El local es tranquilo y tiene un ambiente más o menos familiar aunque no sería un pelotazo llevar a un pareja (pero no primera cita).
La comida intenta darle una vuelta de tuerca a los platos tradicionales argentinos (desde el pastel de papas hasta el flan) y a veces lo hace con mucha decencia. Sin embargo, es justo decir, la calidad de la comida ha ido en descenso ultimamente. Por otra parte, los camareros nunca fueron cracks. Son simpáticos, sí, pero lentos que da calambre.
Si vas a la mandolina te vas a encontrar con un precio intermedio pero mucho ojito porque es sólo efectivo. Tristeza.